Celeste, la camarera de ascendencia gallega cuyo gesto bautizó la Revolución de los Claveles

  • Se cumplen 50 años de la revolución más pacífica de Europa, la que terminó con cuatro décadas de dictadura salazarista en Portugal

  • Entre las muchas imágenes memorables de aquel 25 de abril de 1974 las de los soldados con claveles en los fusiles son las más recordadas

  • Celeste Caeiro, hija de madre gallega, fue la mujer que con su gesto de regalar claveles a las tropas dio nombre a un momento histórico para su país

"Si no es con flores no es mi revolución". Antes de que 'la Revolución' se convirtiera en eso, en un slogan, hubo algunos gestos fundacionales todavía ajenos al marqueteo de postales y al comercio de camisetas estampadas. Este, empezó con una fiesta -"si no es una fiesta no es mi revolución"-, una fiesta cancelada para ser precisos. El restaurante Sir, de Lisboa, cumplía ese 25 de abril de 1974 un año desde su apertura. Para Celeste Caeiro, entonces camarera de 41 años, que iba a estar encargada del guardarropas, ese iba a ser el acontecimiento más importante del día. 

Cuando llegó al restaurante, sin embargo, el propietario les dio la noticia, acababa de estallar la revolución contra la dictadura salazarista liderada en ese momento por Marcelo Caetano. Así que todos a casa. Como la idea era que por el aniversario se regalarían claveles a las damas y copas de oporto a los caballeros, y Celeste era la encargada de repartir las flores, cogió los ramos que pudo y enfiló hacia su casa. Por el camino se topó con la revolución en la forma de unos tanques repletos de soldados con cara de cansados. 

Uno de ellos, que había estado en activo desde la madrugada, le pregunto a Celeste si tenía tabaco y como ella ni fumaba ni tenía nada más que ofrecerle, le estiro la mano con un clavel. El soldado recibió el regalo y, he aquí la segunda parte del gesto, porque finalmente se trataba de un soldado haciendo la revolución, la puso en su fusil. Celeste, cuya madre gallega había emigrado a Amareleja, considerada "la aldea más roja de Portugal", decidió entonces seguir regalando claveles por el camino hasta agotar su cargamento. Y al poco tiempo su gesto empezó a ser replicado por otras mujeres. "Si no es con mis amigas no es mi revolución".

Celeste es hoy una anciana de 90 años que sigue viviendo en la misma casa de Lisboa, cobra una pensión de menos de 400 euros y cada año en esta fecha sale a pasear con sus claveles. También es un símbolo. Y un mural en Mallorca:

Hoy, 50 años después del encuentro entre celeste y los solados, está bien recordar también las nobles palabras del capitán Salgueiro Maia, uno de los líderes del alzamiento a sus tropas. "Señores míos, como todos saben, hay diversas modalidades de Estado. Los estados socialistas, los capitalistas y el estado al que hemos llegado. Así, en esta noche solemne, vamos a acabar con el estado al que hemos llegado. De forma que, quien quiera venir conmigo, vamos para Lisboa y acabemos con esto. Quien sea voluntario, que salga y forme. Quien no quiera salir, se queda aquí".

"Si nos es con buenas maneras no es mi revolución". Los portugueses sí que sabían luchar contra el fascismo.