Es sobrino de José Maya, director de teatro clásico. Y de Rafaela Romero, bailaora, y de Rafael Romero El Gallina, ídem. Su padre es escritor y marchante de arte moderno, tiene varios tíos pintores. Es decir, el suyo es un clan de artistas. De niño le llamaban Joselillo Romero, pero luego él se quitó el diminutivo y se puso Maya. Aprendió mucho de lo que sabe en la Escuela de Flamenco Amor de Dios, y luego se lanzó al mundo a desaprenderlo.
Fue más o menos hace 17 años, cuando decidió vivir a caballo entre Madrid y París y fundó su propia escuela de baile en Montmartre. “Esa ciudad me conecta con la cultura”, nos dice a Uppers. Ahora vuelve, pródigo, con el espectáculo ‘Color sin nombre’, en el que mezcla su don con la intensidad de los cuadros de Rothko.
¿Por qué Rothko?
Es uno de mis pintores preferidos, genio del siglo XX, maestro del expresionismo abstracto. Su obra es elegante, potente cargada de sentimiento, emoción y de espiritualidad.
¿Qué tiene él que no tengan otros pintores?
Música y poesía en una simplicidad compositiva que te permita penetrar y alcanzar una profunda reflexión con algo más allá de la obra.
‘Color sin nombre’, ¿por qué este ‘nombre’ para tu espectáculo?
Él nunca titulaba sus cuadros y me hizo recordar un cuento fantástico escrito por mi padre, Juan Maya, con ese mismo título, “Color sin nombre”.
¿Cuál fue el momento concreto en el que imaginaste por primera vez este espectáculo?
Desde hace bastantes años que me perseguía la idea de hacer algo inspirado en su obra. Siempre he querido iluminar las escenas de mis espectáculos anteriores con ambientes Rotkhianos. Hasta que decidí recrear un espectáculo total.
¿Qué son los ‘campos de color’ de Rothko?
Veladuras superpuestas cargadas de tragedia, sentimiento, éxtasis y emoción.
¿Podríamos decir que tú tienes también 'campos' de baile?
Por supuesto. El baile flamenco también está cargado de un mundo interno lleno de vivencias ancestrales, tragedia, muerte y espiritualidad.
¿Te consideras una persona melancólica?
Me considero agraciado por poder disfrutar, contemplar y vivir del arte junto a mi familia.
¿Qué tiene que tener en el cuerpo y en la mente un buen bailaor de flamenco?
Disciplina, una clara dedicación y afición al cante antiguo, y buscar continuamente la inspiración en todas las cosas que nos rodean.
¿Qué no?
Nada que no esté hecho por amor.
¿Cómo ha sido el proceso de elegir esos 8 cuadros?
Difícil porque todos son maravillosos.
¿Cuál de esos ocho es tu favorito?
El azul.
Va de lo oscuro a la luz: ¿siempre hay que tender al optimismo?
La verdad es que la luz es el camino hacia la vida.
¿Lo mejor de la música del espectáculo es…?
Es el momento de la inspiración, el cante, la improvisación de la guitarra, el cello, la percusión y mi baile.
¿Qué significa Amor de Dios, donde recibiste y das clase, para cualquier amante del flamenco?
Amor De Dios es mi casa donde he desarrollado mi conocimientos dancísticos junto a los grandes maestros, donde su director Joaquín san juan siempre me ha apoyado desde niño, donde he crecido juntos a grandes compañeros y es donde siempre tengo una familia que me ayuda para lo bueno y lo malo a cambio de nada. Solo por amor.
¿Podrías contarnos algún hábito curioso que tengas para cuidar tus pies como bailaor?
Ninguno fuera de lo normal. Disfrutar de la buena comida y del buen vino.