La curiosa historia de la guitarra Greeny, que empezó en Fleetwood Mac y acabó en Metallica

Dicen que los grandes guitarristas son capaces de 'hacer hablar' a su instrumento. Es un cumplido innecesario. Como dice Paul McCartney, es precisamente cuando no hay palabras que el sonido puede tocarnos el alma y se produce esa magia que llamamos música. Y sin embargo, si la 'Greeny' pudiera hablar, es decir, saludarte gentilmente y decirte, "recuerdo una vez que..." probablemente podrías, y deberías, escucharla toda la noche.

La historia de los objetos es igual a la suma de las voluntades que les dieron sentido. Tiempo condensado. Pero hace falta algo más para que algunos objetos se conviertan en fetiches. Un fetiche es, por definición, "un ídolo u objeto al que se le atribuyen poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos primitivos". Y hacia finales de los 60, Peter Green tenía poderes sobrenaturales. Al menos para el 'pueblo primitivo' del blues-rock inglés. Fundador de los Fleetwood Mac en el 67, Green transitaba a uno y otro lado de la línea que separa al virtuoso del loco. Literalmente: años después sería diagnosticado con esquizofrenia y en realidad viviría el resto de su vida (murió en 2020) entre periodos creativos y otros de auténtico ermitaño.

El caso es que Green había hecho célebre su Gibson Les Paul -que había comprado por 60 libras- gracias a su relación casi mística con aquel instrumento con el que, de hecho, grabó los cuatro primeros de Fleetwood Mac... hasta que le echaron. Pero esa es otra historia. En realidad, la historia de la 'Greeny', como empezó a conocerse entre los entendidos y fanáticos, la cuenta mucho mejor Jesús Báez Alcaide en este hijo de su cuenta La historieta musical:

En resumen, digamos en los últimos meses de Green con la banda, entre los teloneros estaba un entonces jovenzuelo Gary Moore -con el tiempo formaría su propia leyenda- quien solía tomar prestada la 'Greeny' hasta que un día simplemente le preguntó a Green si no quería venderla. Green aceptó sin demasiados reparos -así de desapegados nos mostramos si vivimos ajenos al fetiche- y no aceptó más de 120 libras por ella, aunque Moore quería pagarle más. La guitarra estuvo con Moore hasta el año 2000, el bluesero creó gran parte de su sonido con ella y de hecho aparece en la portada de uno de sus discos más célebres.

Pero el blues es lo que tiene, no siempre acarrea el éxito económico, ni amoroso, vamos que es lo opuesto al éxito, y en 2000 Gary tuvo que venderla por... casi un millón de libras. Qué diablos, tú también la habrías vendido. El caso es que tras esta provechosa transacción, la 'Greeny' pasó por diversas manos de coleccionistas hasta que en 2014 se la ofrecieron a James Hetfield, de Metallica, por módicos tres millones. Y dijo que no.

Pero como Kirk Hammett estaba por allí parando oreja, decidió que la quería y la compró por cifra no oficializada, pero que debería rondar lo que se pedía. Y allí, en el estudio de Hammett ha seguido la 'Greeny' contando su historia los últimos diez años. Una a la que se suma ahora la del heavy. Que no decaiga el fetiche.