David Iglesias y su giro vital para ser 'artesano del cuero 3.0' a los 50: “Quería trabajar con las manos”

  • Abogado de carrera, se ha reinventado en infinidad de ocasiones, pero confía en que esta sea la definitiva

  • Con 54 años ha emprendido una aventura en solitario que combina la artesanía del cuero y la divulgación en redes

  • No utiliza ninguna máquina para crear sus piezas, ya que su filosofía se centra en el trabajo únicamente con las manos

En 2010, con 38 años, David Iglesias se quedó en paro. Lejos de venirse abajo, decidió que aquello debía ser un punto de inflexión y que el camino hacia la reinvención pasaba por dejar de trabajar “con la cabeza” para hacerlo “con las manos”. Fue entonces cuando montó un taller de restauración de bicicletas. 

Con aquello comenzó una historia que ha terminado por convertir a David en un artesano hecho y derecho, ya que el proyecto de las bicicletas dio paso a una nueva reinvención, esta vez con el cuero, esta vez junto a la que era por entonces su pareja. Aquello duró otros diez años. Ahora, en solitario, David se ha convertido en un ‘artesano 3.0’, ya que a la fabricación completamente manual de todas sus creaciones (no utiliza ninguna máquina), une la divulgación en redes del trabajo que hace en un sótano y apenas media docena de herramientas.

“Llevo un largo viaje de reinventarme a lo largo de los últimos 15 años. Inicialmente, ejercí como abogado durante tres años, pero pronto me di cuenta de que mi pasión estaba en otro lugar. Yo no quería trabajar con la cabeza, en gestión, sino con las manos. Eso era lo que me relajaba”, explica David justo después de haber terminado su última pieza, un bolso -cómo no- de cuero de vaca.

“Hubo un momento en mi vida en el que me encontraba desorientado y decidí seguir mi pasión, aunque mis amigos me decían que me iba a morir de hambre. Afortunadamente, se equivocaban entonces y creo que también se equivocan ahora cuando me lo dicen de vez en cuando”, añade.

Hubo un momento en mi vida en el que me encontraba desorientado y decidí seguir mi pasión, aunque mis amigos me decían que me iba a morir de hambre

David entiende la artesanía como algo más que un trabajo. Para él es “una filosofía de vida”. Y lo es porque trabajar con las manos le relaja, le libera. Le gusta apreciar la simplicidad, sentir la tranquilidad que le da crear con sus propias manos: “He aprendido a valorar la calidad sobre la cantidad y a enfocarme en lo esencial en todos los sentidos. La artesanía requiere dedicación, paciencia y un profundo aprecio por la belleza y la creatividad en todas sus formas”.

En un mundo en el que la inteligencia artificial gana terreno minuto a minuto, David Iglesias sigue creyendo en lo romántico de la artesanía: “Vivimos en un mundo cada vez más automatizado, pero creo que hay un lugar para la autenticidad y la calidad en el mercado actual. La atención al detalle y el amor por el oficio son valores que trascienden las tendencias y modas”.

La IA, una ayuda

Es más, él, lejos de huir de la inteligencia artificial, la aprovecha en el campo que lo necesita. “Es una herramienta versátil que me ayuda en múltiples aspectos de mi trabajo diario”, resume.

La artesanía, es importante decirlo, no es un camino de rosas. “Vivimos en un mundo dominado por la tecnología y la producción en masa, pero yo apuesto por la autenticidad. A menudo la artesanía se pasa por alto en favor de la moda rápida y las grandes marcas. Sin embargo, cada vez más personas están empezando a valorar la calidad y la autenticidad sobre la cantidad”.

El tema de la moda es un factor importante a la hora de valorar el trabajo de un artesano. David lo tiene muy claro: “Es esencial educar a las personas sobre el proceso detrás de la artesanía y el valor del trabajo manual. Esto puede ayudar a cambiar la percepción de que la moda rápida es la única opción. Creo que falta educación sobre el valor a largo plazo de la artesanía y la calidad frente a la moda rápida. Muchos consumidores no comprenden la diferencia entre un producto artesanal hecho a mano y un artículo producido en masa en una fábrica”.

Falta educación sobre el valor a largo plazo de la artesanía y la calidad frente a la moda rápida

Cierto es que la artesanía mantiene un lugar reservado en el panorama del consumo en España. No en vano, un estudio realizado por la consultora KPMG refleja que en 2022 la artesanía aportaba 6.000 millones de euros a la economía española, ofreciendo empleo directo además a más de 200.000 personas.

Sin embargo, el mismo informe deja claro que el peso de la artesanía en España está cayendo, con lo que la labor de David como divulgador cobra importancia. “Existe una necesidad de promover la artesanía, no solo como una tendencia pasajera, sino como un movimiento hacia la autenticidad y la individualidad en la moda. Desde mi experiencia, he notado que muchos jóvenes graduados en diseño de moda aspiran a trabajar para grandes marcas, sin considerar la posibilidad de convertirse en artesanos independientes”, reflexiona.

El propio David argumenta su apuesta por la artesanía y por el trabajo sin máquinas con movimientos como el Maker, que arrasa en Estados Unidos y que podría terminar por calar también en el Viejo Continente. “La artesanía no solo se trata de habilidades manuales, sino también de una mentalidad emprendedora. Es sobre tomar las riendas de tu vida y encontrar tu propio camino en el mundo de la moda. A través del movimiento Maker he observado un resurgimiento del interés en la creación artesanal en Estados Unidos. Este movimiento demuestra que las personas pueden encontrar satisfacción en la producción manual y autodidacta.

"Si corres, la cagas"

El trabajo de un artesano, cierto es, no siempre se ve reflejado en su salario. Más aún si la apuesta es en solitario, como la de David. Cada pieza requiere su tiempo porque “si corres, la cagas”, con lo que no siempre un bolso se vende por lo que ha costado hacerlo. De hecho, eso nunca sucede. 

Por eso es importante encontrar el equilibrio entre el precio y el valor del trabajo minucioso. “En España, la cultura del consumo tiende a priorizar lo barato sobre lo duradero y de calidad. Esto puede dificultar la comercialización de productos artesanales, que suelen tener precios más altos debido a su calidad y exclusividad”, apunta David.

“A menudo los artesanos nos vendemos mal porque no valoramos adecuadamente nuestro trabajo. Nos enfrentamos al dilema de fijar precios justos que reflejen el valor de nuestras horas de trabajo y, al mismo tiempo, sean accesibles para nuestros clientes”, añade.

A las horas de trabajo del cuero hay que añadir, en el caso de David, el tiempo que le lleva la divulgación a través de las redes (@makerleathercraft). “La presencia en Internet se ha vuelto crucial para cualquier negocio o emprendimiento. Generar contenido interesante y relevante en las redes sociales es un desafío constante. Me esfuerzo por crear publicaciones que no solo promocionen mi trabajo, sino que también generen interés. Esto requiere creatividad, atención al detalle y una comprensión profunda de mi audiencia”, nos explica.

Para ello tuvo que invertir en aprendizaje. “Soy un artesano 3.0. Me he reinventado adaptándome a dos universos: el de la tradición artesanal y el de las redes sociales, en las que he tenido que invertir mucho tiempo para conocerlas en profundidad. Tenía que combinar habilidades tradicionales con conocimientos digitales para ser relevante”.

Ahora, en poco menos de tres meses, se ha consolidado con más de 13.000 seguidores en Instagram y con una web que en apenas unos días ya le genera pedidos: “Al principio me costaba grabarme. Sentía cierta timidez y nerviosismo al ponerme frente a la cámara, pero con el tiempo y la práctica, perdí el miedo. Ahora incluso disfruto”.