“Papá, no quiero jugar más al fútbol. Ya no me lo paso bien. No me gusta”. Es el comienzo de una carta que un niño escribe a su padre para explicarle que ha perdido la pasión por su deporte favorito por culpa de la actitud de quien se supone que sólo debería estar animándole, apoyándole y ayudándole. Así comienza el decimocuarto vídeo de la campaña #NoSeasHooligan puesta en marcha por la Fundación Brafa, una escuela deportiva de Barcelona que tiene como objetivo ayudar a las familias en la educación de sus pequeños a través del deporte.
La campaña, tan dura como necesaria, trata de concienciar a todos esos padres que no viven el deporte que practican sus hijos como lo que es realmente, un entretenimiento, y les presionan en busca de un sueño que tal vez ellos nunca lograron alcanzar.
El vídeo muestra imágenes del padre leyendo esa carta en la que su pequeño recuerda el comportamiento inapropiado que su padre tiene cada fin de semana en el campo y que a él le hacen pasar vergüenza y miedo hasta el punto de haber decidido dejarlo e incluso pedirle perdón por haberle decepcionado por "no llegar a ser el mejor".
En España, el 40% de los adolescentes abandonan la práctica del deporte, tal y como indica un estudio realizado por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y la Universidad de Huelva, y en gran parte esa pérdida de interés llega por la concepción errónea del deporte formativo por parte de los padres.
En Uppers hemos contactado con José María Fernández, padre de dos deportistas de élite, que han llegado lo más lejos que se puede llegar en el mundo del fútbol para conocer su punto de vista sobre este problema que azota a los más jóvenes en España cada fin de semana. Chema es el padre de Nacho, capitán del Real Madrid, y Álex, jugador de Primera división ahora en las filas del Cádiz. Sin duda, una voz autorizada para tratar el tema.
Chema, cuyos dos hijos sí consiguieron llegar a profesionales, es consciente del problema que supone la actitud de algunos padres para sus pequeños: “Se quedan por el camino muchísimos más chavales por culpa de sus padres que por falta de condiciones. Yo lo viví en primera persona, cuando mis hijos estaban en el Real Madrid e iban avanzando y otros no. He visto de todo en estos años. Había chavales que tenían un futuro increíble por delante, que se les veía, y los padres se los cargaron”, nos explica.
Sin embargo, el padre de Nacho y Álex, puntualiza que no hace falta que el futuro del chaval apunte a ser brillante: A todos hay que tratarlos con el mismo cariño y explicarles los valores del deporte. “Cuando mis hijos eran pequeños vivimos muchísimas situaciones como la del vídeo cada fin de semana. De hecho, como ellos jugaban en el Real Madrid, siempre tenías a los padres del equipo rival encima, gritando y a veces insultando. Los niños sólo recepcionan los mensajes de los padres si se hace desde la tranquilidad y el cariño”.
La propia familia Fernández puso en marcha una Academia para formación de jóvenes futbolistas en Alcalá de Henares. Allí trataban de transmitir tanto a los niños como a los padres lo que se supone que debe ser el fútbol a edades tan tempranas. “En la Academia mirábamos mucho el comportamiento de los niños y también el de sus entornos. Siempre ves a padres que se les va un poco de las manos el tema del fútbol y sus hijos. La referencia deben ser los entrenadores y no los padres”, explica Chema.
Él mismo se encargaba de hablar personalmente con los padres: “Yo tenía charlas con ellos para transmitirles calma y paciencia. No hay que exigir nada a los niños. Yo trataba de transmitir a los padres que ellos también tienen que disfrutar del fútbol de sus hijos, no sufrirlo, no volverse locos”.
Incluso llegó a preferir que algún niño no se apuntara por el concepto que tenían sus padres del deporte: “Nos llamaban padres a la Academia diciendo que tenían niños de cuatro o cinco años que prometían mucho y que querían saber qué metodología de entrenamiento empleábamos porque no podían meter a ‘su’ futuro futbolista en cualquier sitio. Obviamente, esa Academia no era para ellos porque nosotros entendíamos que a esa edad lo que tienen que hacer es disfrutar y así se lo decíamos”.
“El entorno es tan importante o más que el entrenamiento diario para los niños. Los padres tenemos que estar ahí para animarles y acompañarles, no para ponerles más presión encima”, continúa un Chema que no se imagina leyendo la carta del vídeo de #NoSeasHooligan escrita por Nacho o por Álex. “Si alguno de mis hijos me hubiera escrito esa carta me habría hecho polvo. Es muy dura. Como padre me hundiría. Habría pensado que menuda bofetada de realidad me daban y habría tratado de cambiar mi conducta. Afortunadamente, nosotros siempre tratamos de llevar el fútbol con la máxima naturalidad”, nos confiesa.
Esa naturalidad de la que habla el padre del capitán del Real Madrid incluye, cómo no, consejos y charlas, pero con un tono sosegado y paternal. “Como padre siempre he dado consejos a mis hijos, pero desde el cariño y la tranquilidad. Lo sigo haciendo ahora que están los dos en Primera división. De hecho, ellos los aceptan y podemos charlar tranquilamente sobre ello. Pero claro, ¡cómo voy a saber más de fútbol yo que ellos!”
Y eso que al padre de los hermanos Fernández le apasiona el fútbol desde pequeño, algo que ha transmitido a sus hijos desde el cariño, sin desviar el foco: “Todos los que somos futboleros, en el fondo, somos futbolistas frustrados y hay muchos padres que vuelcan esa frustración en sus hijos para que ellos consigan su sueño. Si además, como era nuestro caso, estás en el Real Madrid es porque te han visto algo distinto a todos los demás, pero muchos padres no están preparados para ello”.
Lo que Chema siempre pidió a sus hijos fue responsabilidad. El hecho de que ambos entrenaran en la cantera del Real Madrid implicaba una serie de esfuerzos para la familia y eso no podía pasarse por alto. “Nosotros no añadimos nunca presión ni a Nacho ni a Álex. Eso sí, éramos exigentes con ellos. A medida que fueron avanzando en la cantera del Madrid les hacíamos ver que eran unos privilegiados y que debían disfrutar pero también trabajar. Les insistíamos en que toda la familia hacía un gran esfuerzo cada día para llevarles e irles a buscar desde Alcalá, sacrificábamos horas de descanso, puentes, vacaciones o fines de semana. Lo que hiciera falta, pero ellos debían cumplir y entrenar fuerte”, narra.
Para muestra, un botón en forma de anécdota: “Una vez fui a buscar a Álex a un entrenamiento y le comenté que le había visto muy flojo, llegando tarde a todas las jugadas y que me había sorprendido. Le pregunté porque me preocupaba. Él me dijo que ese día no tenía muchas ganas y que por eso no había entrenado bien así que yo le dije que su madre no iba a tener muchas ganas de llevarle a entrenar al día siguiente. Enseguida se dio cuenta de lo que pasaba y reaccionó”.
Años después de aquello, tanto Nacho como Álex han conseguido desarrollar una carrera de éxito en el fútbol de élite, si bien su padre continúa ayudándoles a mantener los pies en el suelo. “Nacho y Álex han llegado a la élite, saben que son unos privilegiados, que apenas hay 400 o 450 jugadores en Primera división en España y que ellos están ahí. Aún así, yo les sigo diciendo que disfruten cada vez que salen a un campo, ya sea el Bernabéu, el Metropolitano o el Mirandilla. Cada partido es importante y deben disfrutarlo”, apunta.
Chema, cierto es, no sólo va ahora a los mejores estadios del mundo siguiendo la carrera de sus hijos. También continúa bajando al barro cada fin de semana. Lo hace con sus nietos y sigue comprobando de primera mano que hay cosas que no cambian y que la campaña de #NoSeasHooligan es más necesaria que nunca. “Igual que antes iba a ver a mis hijos jugar ahora voy a ver a mis nietos y hay algunas situaciones que te dan vergüenza. Lo peor de todo es que lo que se muestra en el vídeo es el día a día en muchísimos campos de España”.