El Alzheimer va subiendo puestos en la escala de la enfermedad. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), actualmente lo padecen unas 800.000 personas en España. El Alzheimer es no es solo la principal causa de demencia en todo el mundo, sino también la enfermedad que mayor discapacidad genera en personas mayores en España y, por lo tanto con uno de los mayores gastos sociales.
Según la SEN, el coste medio de un paciente con Alzheimer oscila entre 17.100 y 28.200 euros por paciente y año, un coste que aumenta con el empeoramiento cognitivo, llegando hasta los 41.700 euros en los casos graves. Teniendo en cuenta todos los niveles de gravedad, el coste total en España del tratamiento del Alzheimer, en pacientes mayores de 65 años, es de unos 10.000 millones de euros anuales, el 1,5% del producto interior bruto nacional. Con estos datos, es imperativo poder parar la enfermedad en los primeros estadios. Un reciente estudio puede facilitar la tarea.
¿Somos más o menos propensos a desarrollar Alzheimer? Un estudio publicado en The Lancet, realizado a cerca de 40.000 pacientes diagnosticados con demencia senil en Francia y Reino Unido, y otros tantos sin estas patologías, confirma que hay factores de riesgo conocidos, como, por ejemplo, los problemas de audición, pero también otros síntomas precoces mucho menos estudiados como el estreñimiento o la espondilosis cervical.
El objetivo ahora es saber si estos problemas de salud son, realmente, factores de riesgo o bien síntomas de la enfermedad. Mientras se encuentra la respuesta a esta pregunta, el estudio ya permite listar las diez patologías más frecuentes entre los pacientes que fueron diagnosticados de Alzheimer en los últimos 15 años.
En los casos estudiados, los trastornos asociados al Alzheimer son tanto emocionales como físicos. Entre los fundamentales:
La buena noticia es que al establecer una relación entre estas señales y el desarrollo del Alzheimer, se puede intervenir de manera precoz para retrasar el inicio de la enfermedad.
Los investigadores del estudio alertan de que algunas patologías, como, por ejemplo, la pérdida de audición, una vez detectada, ya supondría la puesta en marcha de protocolos contra la demencia.
En el caso de la pérdida de audición, la relación con el Alzheimer viene por el deterioro de la vida social. Una persona que cada vez oye menos tiende a aislarse y a tener menos vida social. Su cerebro empieza a tener menos estímulos y las neuronas corren el riesgo de desaparecer antes de lo que deberían.
El estudio insiste en que la prevención vuelve a ser la mejor herramienta contra la enfermedad. En el caso del Alzheimer, cuidar el capital cognitivo es esencial. Entre los activos de ese capital cognitivo: la vida social, las actividades culturales o formativas, el ejercicio moderado y vivir de acuerdo a un propósito. Sentirse partícipe de una comunidad puede ser el mejor mecanismo para defenderse de la soledad no deseada y de todo tipo de demencias.