Javier Ruiz, sobre los precios de los hoteles disparados en Semana Santa: "Hay un problema de oportunismo"

Los precios de los hoteles siguen disparados de cara a una Semana Santa para la que el sector prevé una ocupación máxima. En febrero volvieron a subir un 7,7%, con lo que acumulaban 33 meses de aumentos continuados, pero para estos días de vacaciones el encarecimiento que se aprecia es aún más acusado. Como cada semana en 'MoneyTalks', Javier Ruiz nos explica las razones de esta subida extraordinaria y advierte del problema macroeconómico que acecha al sector turístico.

La clavada que nos espera a nivel usuario en Semana Santa es espectacular. Las tarifas de los hoteles se han encarecido un 28% en Canarias, un 20% en Sevilla -donde pasar la noche cuesta 300 euros-, un 19% en Málaga -290 euros la noche- y un 17% en Valencia. Pero el problema es mayor a nivel macro. Las situaciones de inflación alta son relativamente fáciles de corregir, porque suelen deberse a un fenómeno concreto. Por ejemplo, el precio del aceite está relacionado con la sequía. Si llueve se mitiga el problema. Pero en el sector de los hoteles, la velocidad de la inflación se acumula, coge inercia y no suele tener marcha atrás.

Un problema de inflación hotelera

Hay un grave problema de inflación hotelera, y de restaurantes en menor medida, desde el covid frente al resto de servicios, que han moderado sus subidas. Oficialmente los empresarios se justifican en que están repercutiendo en los precios sus subidas de costes (luz, personal, etc.), pero los campings o los hoteles modestos también tienen que pagar luz y no están subiendo los precios así. ¿Qué está ocurriendo en realidad? Que hay quien se está aprovechando para imponer subidas oportunistas. Tenemos un problema de oportunismo turístico que se centra en los hoteles. Hay precios que se están disparando por encima de lo que los costes fijan. Y desde luego, por encima de los salarios del personal.

En el último mes los paquetes turísticos nacionales han subido un 11,7%, mientras que los internacionales se han abaratado un 3,2%. Y en el último año la clavada nacional es del 18,7%, mientras que marcharse al extranjero apenas ha subido un 1,2%. Empieza a resultar más barato marcharse del país de vacaciones que quedarse en él. Y si se expulsa al turismo nacional se puede tener un problema a largo plazo.

Economía del vivir frente a la economía del tener

La apuesta hotelera parece ser atraer a las rentas altas europeas, lo cual está bien ya que los que más tienen son los que más gastan, pero cuidado con excluir a las rentas medias y bajas. Porque las crisis pueden afectar a todos y las alternativas son de fácil acceso. Si Turquía, Italia o Cerdeña se convierten en alternativa a Canarias, Baleares y la costa Mediterránea podemos tener un problema. La clavada hotelera puede destruir toda la cadena turística.

En cualquier caso, es cierto que la ocupación está en máximos. La capacidad de sacrificio del español medio todavía está condicionada por la resaca del covid, de forma que puede pasarse sin cambiar de coche, de televisor o de frigorífico, pero se va a ir de vacaciones pase lo que pase. La economía del tener es el pasado, la economía del vivir es el presente, pero, ojo, no tenemos certeza de que vaya a ser la economía del futuro.

Falta de metal en las aerolíneas

Por otra parte, el precio de los vuelos también está subiendo, pero no tiene que ver con el turismo, sino con la falta de metal, la falta de aviones. Los dos grandes fabricantes de aviones del planeta, la americana Boing y la europea Airbus, han experimentado últimamente problemas de seguridad en sus aparatos, lo que les ha obligado a limitar su producción y retrasos en la entrega de aparatos a las aerolíneas, de modo que hay menos oferta de aviones cuando más demanda turística hay. Esto deriva en un encarecimiento de entre un 10 y un 15% en el precio de los vuelos de Ryanair, Volotea y demás compañías aéreas.

La parte positiva de todo esto es que hay 116.000 contratos previstos para Semana Santa, y mientras el empleo vaya bien, la economía se sostiene. Uno siempre puede optar por quedarse en casa haciendo torrijas, pero incluso este ritual casero tan socorrido en estas fechas, para el que se necesita alimentos básicos como huevos, leche, aceite, pan y azúcar, es hoy un 72% más caro que hace tres años. Así que, sea como sea, estamos ante la Semana Santa más costosa de la historia. Puedes ver la charla completa con Javier Ruiz en el vídeo.