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El núcleo de la Tierra se ha frenado y es muy posible que esté girando en sentido contrario al que lo hace el planeta. Esta ha sido una de las noticias de las últimas horas después de la publicación de un estudio publicado en Nature Geoscience. Mucho se ha estado hablando del parón de la esfera de hierro que se encuentra a 5.000 kilómetros de profundidad y que tiene temperaturas más altas que las del Sol. ¿Qué puede provocar que haya frenado y que gire en dirección contraria?
Lo cierto es que los mismos autores de la investigación, Yi Yang y Xiaodong Song, del Instituto de Geofísica Teórica y Aplicada de la Universidad de Pekín en China sostienen que puede tener efectos globales sobre la duración de los días o en el clima.
Una de sus conclusiones es que esto ocurrió en 2009, un hallazgo que les hace pensar que es algo que ocurre de forma periódica una vez cada siete décadas, más o menos, provocando cambios en la intensidad del campo magnético y la duración de los días. De esta manera, apuntan a que lo que pasa en el centro de nuestro planeta puede ayudar a entender cómo afecta a la superficie.
Dentro del núcleo hay que diferenciar entre el interno, sólido y principalmente formado por hierro y níquel, que está separado de la masa terrestre por el núcleo externo, formado de hierro líquido. Por eso mismo, puede mantener una rotación independiente a la de la Tierra y girar en sentido contrario.
Fue en 1996 cuando Song, uno de los autores de esta investigación, colaboró en un estudio que demostró que el núcleo interno gira más rápido que la corteza, mientras que en 2005 confirmó esos resultados, señalando que el núcleo da una vuelta más que el resto del planeta cada 900 años, por lo que no están sincronizados.
Pero ¿qué significa esto? ¿Cómo nos puede afectar en la superficie? Las consecuencias, aunque no lo parezca, son notables. Que en los últimos años los días se hayan hecho más cortos se puede deber a lo que ocurre en el núcleo de la Tierra, aunque solo se trate de una milésima de segundo.
Sin embargo, no solo es eso, ya que la rotación del núcleo interno puede generar alteraciones en el campo gravitatorio, provocando deformaciones en la superficie del planeta que a su vez puede desencadenar en cambios en el nivel del mar y la temperatura de algunas zonas del planeta.