Los cuatro ciberdelitos que se esconden en nuestro ordenador

  • Te manejas en internet y redes sociales, pero solo lo justo. Sin saberlo, eres un candidato perfecto a sufrir una estafa online

  • De la mano de expertos en el tema, como la Guardia Civil, vamos a analizar cuáles son las más habituales y cómo no caer en sus redes

En España, en 2017, el 61,7% de los ordenadores analizados por el Colegio Profesional de Criminólogos de Madrid para un estudio sobre Cibercriminalidad estaba afectado por algún tipo de ‘malware’ (virus o sistemas operativos nocivos), aunque la mayoría de sus usuarios no lo sabían.

Entre esas personas, un 43% eran usuarios de entre 65 y 74 años, un grupo de edad especialmente proclive a las estafas. Los usuarios seniors reúnen una condición muy apreciada por los estafadores: el aislamiento. Además de favorecer enfermedades físicas y trastornos emocionales, la soledad es el caldo de cultivo perfecto para acceder al entorno de las víctimas. En el reportaje de Uppers ‘Estafas: por qué nos hacemos más vulnerables con la edad’ el psicólogo clínico Juan Castilla, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, señalaba que “la soledad está directamente relacionada con el deterioro cognitivo, que vuelve más frágiles a las personas. Los mayores que tienen una vida activa y una red familiar y social tienen menos riesgo de sufrir una estafa”.

La red social aparece en estos casos como un escudo eficaz contra el fraude. Pero la red no siempre está lista. Si a eso le añadimos la pérdida de autoconfianza ligada a la edad, tendremos al candidato perfecto para ser víctima de una estafa, especialmente en el mundo online, un entorno a veces poco amigable para los mayores.

En cualquier caso, independientemente de nuestro estado familiar o social o lo familiarizados que estemos con el mundo online, la información es de nuevo vital para saber a qué nos exponemos en la red. Para ello, te explicamos las estafas más habituales en internet según la Sección de Delitos Cibernéticos de la Guardia Civil uno de los mayores expertos en ciberdelitos de Europa. España es, de hecho, el quinto país del continente en detección de virus.

1. Estafas de pago por anticipado

En este caso, la víctima es persuadida de adelantar dinero con la promesa de obtener una mayor ganancia. Estas estafas abarcan un rango amplísimo, desde timos de compra online en los que el comprador nunca recibe la mercancía a estafas sentimentales con falsos servicios de citas online; ofertas de trabajo inexistentes, de negocios ventajosos e incluso estafas de caridad, normalmente asociadas a algún desastre natural o a causas sociales de gran impacto, como la lucha contra el cáncer o el sida.

La extorsión es uno de los delitos más peligrosos en las estafas de pago por anticipado porque juega con el miedo de la víctima. Siempre parte de una amenaza para la vida y se vale de recursos como avisos de bomba, secuestros, agresiones o la aparición de un ‘hitman’ o asesino a sueldo. El timo consiste en que el ‘hitman’ nos avisará por mail que un competidor, rival o simplemente enemigo le ha pagado por acabar con nosotros, una oferta que puede declinar si le ofrecemos una cantidad superior a la que ha acordado por hacernos daño. Aunque parece una estafa apta solo entre gánsters, por desgracia ocurre con frecuencia.

2. Fraudes de tarjeta de crédito

Consiste en crear sitios web, aparentemente auténticos, de venta de bienes inexistentes o de valor inferior al real, de entradas de conciertos falsas, espectáculos o de eventos deportivos. Uno de los timos más llamativos ocurrió en 2008 cuando a través de una web aparentemente legítima se estafaron más de 50 millones de dólares en entradas falsas para las Olimpiadas de Beijing. En estas estafas el pago se realiza mediante tarjeta de crédito.

3. Phishing

Es un fraude muy parecido al anterior pero normalmente se realiza a través del correo electrónico o servicios de mensajería instantánea. Se intentan obtener datos de la víctima, no sólo su tarjeta de crédito, sino también claves y nombres de usuario para suplantar su identidad en entidades de crédito y tener acceso a cuentas de correo legítimas desde las que continuar la estafa. Normalmente el funcionamiento consiste en el envío masivo de correos electrónicos o spam simulando proceder de una entidad bancaria o de pago por internet. En la mayoría de los casos utilizan sus logotipos o gráficos originales. Lo que nos debe hacer sospechar es que nos hacen verificar o confirmar la información de nuestras cuentas.

4. Pharming

Última variante del anterior. En este caso, los timadores buscan vulnerabilidades informáticas en sitios web auténticos para poder direccionar las visitas que se realizan a éstos hacia sus propias webs desde las que obtienen la información de las víctimas. Con sus datos bancarios y/o personales, lo habitual es que saqueen cuentas bancarias, a veces en grandes cantidades y otras en aportaciones que pasan desapercibidas.

Cuidado con los mails sobre salud, finanzas y ocio

Ya sabemos qué estafas online son las más habituales, ahora vamos a conocer de qué manera los estafadores tratan de establecer contacto con sus víctimas. Los asuntos que más preocupan a los seniors están relacionados con la salud y el bienestar, las finanzas o el ocio. Estos temas generan el interés inmediato de las personas mayores sobre todo, si la información incluye palabras como ‘descuento’ o ‘gratis’ o aluden, en el caso de la salud, a las recetas médicas o a nuevos tratamientos. La economía es otro tema de gran relevancia. Recibir apoyo financiero o conocer nuevas maneras para capitalizar las finanzas genera un interés lógico. Cuando recibamos e-mails en las que nos proponen cualquier tipo de solución ‘mágica’ en alguno de estos temas, hay que estar atentos y, sobre todo, no dar ningún tipo de datos personales.

Cómo detectar si estás siendo víctima de un fraude

Aunque nos gusta pensar que nunca seremos víctimas de ningún fraude, los delincuentes suelen ser persuasivos y utilizar métodos muy eficaces. Para detectar cualquier anomalía, los expertos aconsejan revisar las cuentas bancarias y establecer un servicio de alertas proporcionadas por el banco. Muchas entidades bancarias tienen sistemas de alerta de fraude por defecto, y algunas permiten configurarnos nuestras propias alertas. Ante la menor señal, es imprescindible acudir a la entidad bancaria y cursar una denuncia. La mayoría de estos delitos se mantienen impunes porque las víctimas no se atreven a denunciar, en muchos casos por vergüenza y por tener que admitir entre su entorno más cercano que han sufrido algún tipo de timo.

Cómo detectar el fraude a otras personas

Como cuidador o miembro de la familia, puedes ser capaz de detectar signos reveladores de que las cosas no son normales. Algunas señales pueden ser un cambio de hábitos económicos o una repentina obsesión por el dinero, un tema que se convierte en protagonista de todas las conversaciones. La llegada de deudas inesperadas es otra señal. Si tenemos acceso autorizado a su correo, mail y documentos bancarios y encontramos recibos o facturas sin pagar o beneficiarios inusuales en los estados de cuenta, hay algo anómalo que investigar.

Datos personales ni en el entorno de confianza

Nunca hay que compartir ningún tipo de información, ya sean datos personales o económicos, en un correo electrónico, incluso a personas que son de nuestra confianza. Para un 'hacker' o pirata informático es fácil camuflar una cuenta falsa como auténtica.

Ante los ciberdelitos, la Guardia Civil establece, además, otras recomendaciones:

  • No confiar en las notificaciones online de ningún banco.
  • No instalar aplicaciones dedicadas a intercambio de archivos sin conocer su funcionamiento.
  • No abrir mensajes ni archivos adjuntos de remitentes desconocidos.
  • No abrir mensajes cuyo asunto contenga elementos extraños.
  • No responder a mensajes que soliciten información personal (nombre de usuario y contraseñas, número de Seguridad Social, número de tarjeta de crédito…).
  • No clicar en los enlaces de las ventanas emergentes que no se han solicitado.
  • Establecer dos direcciones de correo electrónico, una para el entorno más personal y cercano y una segunda para la comunicación menos privada o para otros cometidos, como, por ejemplo, acceder a páginas que nos piden un e-mail como requisito imprescindible para dar acceso a sus usuarios.

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