Carl Honoré, el activista Slow que también arremete contra el edadismo: "El cliché de que con la edad somos menos creativos y más tristes es falso"

  • "Antes, cuando era un edadista total, cumplir años me provocaba miedo, asco, vergüenza y culpa, pero ahora festejo cada año que cumplo: los disfruto, no los lloro"

  • " He tenido alguna crisis existencial porque, de repente, el número que representaba mi edad cogió una fuerza tremenda para limitarme"

  • "Envejecer es como un vídeo-juego; ahora estoy en la pantalla 54 viviendo aventuras, y no sé qué me espera en la pantalla 65 o 75"

Al periodista Carl Honoré (Reino Unido, 1967) le conocemos sobre todo por ser el creador del Movimiento Slow, la tendencia que aboga por activar nuestra tortuga interior, la que nos permite hacer las cosas a la velocidad justa, ni muy rápido ni muy despacio. Si hace unos años se dio cuenta que la prisa nos privaba de disfrutar de la vida y de poner excelencia en las tareas diarias, el periodista y escritor repara ahora en las trampas de la edad. Ya lo hizo en 2018 cuando escribió 'Elogio de la experiencia', recién cumplidos los 50. Cuatro años más tarde su posicionamiento anti-edadista no tiene fisuras. "La caricatura de que los mayores somos más pesimistas es falsa", dice en su entrevista con Uppers.

Honoré sabe que queda mucho por hacer en materia de edadismo, también desde las administraciones públicas. Sin embargo, su posicionamiento es vitalista y lúdico: un partido de hockey le sacó de la angustia de cumplir años y los vídeo-juegos le permiten pensar en el futuro como en un cambio de pantallas.

Además de ser un activista del movimiento Slow, también te posicionas contra el edadismo. ¿Cómo te sienta cumplir años?

Ahora me gusta cumplir años. Antes, cuando era un edadista total, cumplir años me provocaba miedo, asco, vergüenza, culpa... Todos sentimientos negativos, pero ahora que he cambiado el chip respecto al envejecimiento, festejo cada año que cumplo. Los disfruto, no los lloro.

¿Cuándo te diste cuenta de que tenías que reconciliarte con la edad?

Tuve mi epifanía durante un partido de hockey. Había marcado un golazo que hizo que mi equipo llegara a la semifinal. Yo estaba en la gloria y, de repente, alguien me dijo que yo era el jugador más mayor del torneo. Sabía que era uno de los más viejos, pero, de repente, ser el más viejo me golpeó en lo más íntimo.

¿Cómo te sentiste?

Me hizo parar en seco y me planteé montones de preguntas: ¿puedo seguir jugando aquí? ¿La gente se ríe de mí? ¿Tengo que tener un pasatiempo más acorde a mi edad? Fue una pequeña crisis existencial porque, de repente, el número que representaba mi edad cogió una fuerza tremenda para limitarme y para definirme. Volví de ese torneo pensando que tenía que vivir de otra manera, que a lo mejor me quedaban cuatro días y que no podía vivirlos con esa sensación de culpa y de vergüenza... ¡No!

¿Somos de verdad más felices, menos curiosos o menos creativos conforme cumplimos años?

Vivimos con eso de que envejecer nos hace menos felices, menos productivos o menos conectados socialmente cuando los datos demuestran lo contrario. Obviamente, perdemos algunas cosas con el envejecimiento, pero muchas cosas mejoran como, por ejemplo, las habilidades sociales. Tenemos mucha más capacidad social y la productividad mejora en esos trabajos que dependen de las habilidades sociales. El cliché, la caricatura de la gente mayor de que somos menos productivos o que somos más pesimistas o tristes es falso.

¿Cómo te ves en los próximos años?

Estoy ansioso por saber qué me ocurrirá en los próximos años, algo que para mí es un cambio tectónico porque antes le tenía mucho miedo al futuro. No quería ni pensar cómo sería con 55 o 65 años. Ahora incluso fantaseo con eso, pensando cómo será mi vida en el futuro. Ahora tengo un paradigma distinto respecto al envejecimiento; en lugar de verlo como una cuesta abajo o puro declive lo veo como un vídeo-juego en el que cada nivel tiene un número. Con 54 años, estoy en el nivel 54 y disfruto de ese nivel descubriendo el tesoro, viviendo aventuras...

¿Envejecer es, entonces, un juego de pantallas?

Algo así. Hay que disfrutar de cada una de ellas, pero siempre con la intención de subir de nivel. Ahora quiero subir al nivel 55 y luego al 65 y, más tarde, al 75. ¿Qué me espera? No lo sé, pero sí sé que este es un cambio importante de perspectiva.