Los secretos de Mastodon, la nueva red social que promete desbancar a Twitter si finalmente es de pago

En internet siempre se desatan revoluciones y los usuarios migran, con independencia del mundo real, como ha sucedido en Twitter para instalarse en Mastodon, otra red social algo parecida que se está poniendo de moda. En Uppers ya teníamos una cuenta y estamos comprobando de primera mano qué es la red social Mastodon y cómo funciona.

Con un mamut como bandera, en 2016 se presentó en el mundo digital Mastodon. Según Eugen Rochko, que la creó cuando tenía 23 años, se trata de una red social libre y descentralizada de microblogging y de código libre que puede competir con Twitter. Tal como asegura este desarrollador de software alemán, cuenta con “políticas estrictas contra el abuso y la discriminación” y sobre todo no está en manos “de una sola compañía” o una sola persona como sucede con Twitter.

La crisis de Twitter que empuja hacia Mastodon

Lo cierto es que con la entrada de Elon Musk como máximo exponente de la red del pajarito a finales de octubre pasado el caos ha sido llamativo. Nada más aterrizar anunció que para el uso de Twitter se debía considerar una cuota para los usuarios e insistió en la idea de terminar con las políticas de moderación de contenidos.

Por un lado, importantes anunciantes congelaron sus campañas publicitarias y, por otro, más de un millón de personas abandonaron Twitter, lo que a su vez provocó una drástica caída de ingresos. A continuación, Musk se amparó en esas pérdidas para despedir a cerca de la mitad de su plantilla, pero después reconoció que parte de esos empleados era necesarios para cumplir sus objetivos.

Los expertos creen que un buen número de esos usuarios fugados de Twitter se sumaron a la comunidad de Mastodon. Como prueba sus cifras: en el mismo periodo de tiempo sus nuevos usuarios habían crecido en 489.003. Tal como aseguró Eugen Rochko, actualmente, están activos más de 655.000 usuarios mensuales entre esas cuentas recién llegadas y las que se han reactivado.

Desde la puesta en marcha de Mastodon, los tuiteros que empezaban a renegar de Twitter veían en esta plataforma una alternativa para empezar de cero. Sin embargo, no acaba de consolidarse, lo primero porque el concepto es totalmente distinto.

Peculiaridades de Mastodon

Rochko la diseñó para corregir lo que, a su modo de ver, en el resto de plataformas no funciona como debería y por encauzar aquellos aspectos por los que son criticadas. Se refiere a la extracción de datos personales con fines publicitarios; a que una sola compañía tiene en sus manos demasiado poder; a la existencia de algoritmos que escogen qué se viraliza y qué no; y a que se desconoce el funcionamiento de su tecnología.

En contraposición, Mastodon es una red que no tiene anuncios ni recolecta información del usuario; está financiada en gran medida por el crowdfunding; es descentralizada, es decir, no la gobierna su creador ni una organización; no manda un algoritmo y; además es de código abierto, lo que significa que cualquiera puede acceder al código fuente de la plataforma para corregirlo o, incluso, utilizarlo en beneficio propio. De este modo, un usuario con el conocimiento, los medios y las ganas puede montar su propio servidor dentro de la red.

Además, en esta plataforma cada comunidad decide lo que se permite y lo que no, el propio usuario es dueño de recibir las notificaciones a cerca de lo que le interesa y no hay nadie detrás tratando de que la permanencia en la red sea eterna, por la sencilla razón de que no hay anunciantes. Con todo ellos, el usuario no es considerado un producto al que venderle algo.

Diferencias entre Mastodon y Twitter

Ahora bien, un número elevado de ciudadanos del país de Twitter no acaban de engancharse a la recién llegada aldea de Mastodon. Una razón puede estar en que los contenidos suelen ser más reflexivos, no son tan directos ni tan cortos. Los mensajes que se escriben llamados toots pueden tener hasta 500 caracteres, tres veces más que los 140 caracteres de Twitter. Tampoco existen esos algoritmos “secretos” y no surge esa ansiedad de querer publicar constantemente, que incentiva la empresa que hay detrás.

Mastodon se organiza de forma distinta a partir de un Fediverso, del que cuelga una red de instancias interconectadas y descentralizadas. Cada usuario puede crear sus propias comunidades independientes que se rigen por normas e intereses propios.

Al igual que en otras redes, es necesario crearse una cuenta en uno de sus servidores o instancias pero se puede migrar a otras y “llevarse los seguidores”. El perfil tendría que incluir imágenes y un pequeño resumen de intereses para darse a conocer. Siguiendo con las instancias suelen estar vertebradas por temáticas o intereses comunes entre usuarios o solo estar unidas por una región geográfica. Una vez se accede a ella se recibe información sobre las normas de uso adecuado lo que incluye unos mínimos de conducta respetuosa. De esta forma, las personas que llevan el servidor tienen la posibilidad de expulsar a un usuario si se sobrepasa y transgrede las normas.

En Mastodon hay un timeline principal con las publicaciones de las personas que se siguen y un segundo timeline con más publicaciones del resto de usuarios que comparten esa misma instancia. También se utilizan hashtags o etiquetas, que vertebran las conversaciones y son muy útiles para localizar temas comunes.

En realidad, en Mastodon sí hay algoritmo, la diferencia con respecto a lo que se conoce hasta ahora, dada la experiencia en otras redes, es que opera de manera diferente, ya que no se pintan toots o publicaciones de personas que no interesen, ni se sugieren mensajes solo por ser virales o porque se trata de publicidad.

También cabe de posibilidad de decidir a quién se manda un toot: a un usuario concreto, solo a los seguidores o que sea visible para toda la red o la instancia. Otra coincidencia con Twitter es que existen los retoots, en cambio aquí la conversación fluye en un tono respetuoso con la voluntad de poner en común información.

Los expertos subrayan que “Mastodon o iniciativas similares se terminarán imponiendo a medida que la UE haga cumplir sus propias normas”. Un ejemplo es que las aplicaciones no podrán venir preinstaladas en los teléfonos por decisión de las grandes corporaciones. Del mismo modo, cada usuario debe ser “más consciente del software que está usando en sus ordenadores y dispositivos”.