Els Joglars, 60 años de sátira política: ¿cómo nos hemos reído los españoles del poder en cada década?

  • ¿Qué hace reír a los españoles de los poderosos? ¿Y de la religión o la política? ¿Nos reímos de cosas diferentes ahora que en los setenta? ¿Y en los ochenta y noventa?

  • Hablamos con Els Joglars sobre cómo ha ido cambiando la sátira política en las últimas décadas, ellos que tienen pillado el punto

  • Con 'Señor Ruiseñor', la risa reaparece como antídoto contra el malestar que genera esta crisis poliédrica que padece el país. Su director, Ramón Fontserè, atiende a Uppers dejándonos un mensaje muy claro: “El humor es el antídoto contra la intransigencia, aunque duela. No puede estar a disposición de todas las sensibilidades”

Cultivar el viejo oficio de juglares y trovadores medievales en plena era digital sonaría a desvarío si no fuera porque hablamos de Els Joglars, la compañía teatral más longeva de Europa, seguramente la más prolífica y, sin duda, la más delirante. Para sus integrantes es tan fácil como entregarse al noble ejercicio de la libertad y jugar a hacer parodias. Sesenta años sobre las tablas dan mucho de sí: para tratar incisivamente cada momento histórico, poner en boca de sus personajes las calamidades políticas y reproducir, punto por punto, esa historia que ya no es tan reciente. A pesar de la pandemia, han querido subir de nuevo el telón y lo hacen, igual que los antiguos comediantes, recorriendo pueblos y ciudades. Su obra 'Señor Ruiseñor' es solo el pretexto para hacer un nuevo panegírico de su fuerza creativa y, sobre todo, del humor.

La compañía catalana se inspira en la figura cosmopolita de Santiago Rusiñol para cargar contra la intolerancia y el nacionalismo catalán, reclamando la cultura como arma para desarmar cualquier fanatismo. El espectáculo se mueve entre la fuerza satírica de un Ubú, el grotesco personaje del autor francés Alfred Jarry, arquetipo del peor de los hombres posibles y calco de la perversión del poder político, y la extraordinaria belleza de un Dalí. Rusiñol era un destructor de fanáticos. Heredero de un imperio textil en la Cataluña del siglo XIX, optó por desafiar su designio y tomar su propio rumbo como poeta, pintor, escultor, dramaturgo, actor, coleccionista… Encarnó esa Cataluña abierta y cosmopolita tan añorada ahora por una parte de la población.

Han vuelto íntegros. Como diría su exdirector Albert Boadella, inadaptados, descarados y con esa extraordinaria habilidad para hacer furibundos enemigos allá donde vayan. Puede que este sea el quid de su longevidad. Ramón Fontserè, uno de sus actores históricos y actual capitán de Els Joglars, hace una pausa para hablar con Uppers de este viaje en el tiempo que arranca justo donde nos encontramos, con una pandemia planetaria que nos deja sin resortes desde todos los flancos. "Hacía falta levantar el telón para compartir ese espacio de suprema libertad que debe ser el teatro y que nos ayuda a desvelar esa realidad que a veces nos pasa desapercibida y que nos permite reflexionar, en nuestro caso con humor, sobre todo lo que nos acontece", dice como saludo de bienvenida.

Su público lo agradece. Desde Aristófanes hasta hoy, el espectáculo ha resistido plagas, opresiones y sociedades devastadas por cualquier azote imaginable. ¿Cómo rendirse ahora si, a su entender, la propia existencia sigue siendo cómica en sí misma? "La comedia -insiste- es la forma más civilizada de expresar la tragedia. Como decía el editor Josep Toutain, el humor no es posible sin sentido común y el sentido común tampoco puede darse en una persona incapaz de captar la perspectiva humorística de la existencia humana".

Con esta mirada ingeniosa y cómica del conflicto, la compañía mantiene la misma ética y estética con la que nació, con el arte siempre como antídoto contra sectarismos o intransigencias. "Los espectáculos que conforman estos 60 años de actividad son un compendio de la historia planteada siempre desde una mirada crítica y satírica. Hemos colocado la realidad encima de las tablas buscando la otra cara de la moneda a lo que va pasando por delante de nosotros. Hemos tocado todos los temas, desde la religión, al arte o la política". Es verdad que, por su modo de contarlo, parece un juego de niños, tan simple como tomar la realidad y plasmarla. El culto comienza en los tejemanejes estéticos: el uso sugerente del lenguaje, la búsqueda de la belleza y la gracia de exponer una dramaturgia propia.

Nacieron como comuna de comediantes independientes

Fundada en Barcelona en 1961 por los comediantes Albert Boadella, Carlota Soldevila y Anton Font, Els Joglars nació a partir de un curso de pantomima de Italo Riccardo, un actor chileno formado en la tradición de mimo. Su primera representación, en Montjuic (Barcelona) fue una recreación del cine mudo con la representación de los arquetipos del género: el seductor, el galante o la ingenua, entre otros. El pianista Joan Pineda acompañaba la acción al estilo de los años veinte. Ya entonces se intuyó que la sátira sería la forma escogida en su trayectoria. "A día de hoy, las obras escritas por Albert están publicadas en cátedra y se estudian en las universidades", asegura Fontserè.

Prisión y procesamiento de Albert Boadella

Poco a poco, se fue incorporando el lenguaje hablado. Su empeño, según relata su director actual, ha sido seguir siempre adelante a pesar de los momentos adversos, que son muchos. ‘La torna’, en 1977, marcó un punto de inflexión en grupo. Esta obra, basada en la venganza de la ejecución de Heinz Chez, un polaco desconocido, por parte del gobierno, introduce texto, diálogos duros y un sinfín de recursos extraídos de la Comedia del Arte.

Su puesta en escena acarreó una orden de prisión para Albert Boadella y posteriormente el procesamiento de toda la compañía. Boadella consiguió eludir la cárcel escapando del hospital en el que ingresó alegando enfermedad. Fue un momento crítico en el gobierno de transición y desató una ola de protestas en defensa de la libertad de expresión. Boadella se exilió en la localidad francesa de Perpiñán y creó M-7 Catalònia, inaugurando un nuevo lenguaje teatral en el que el espectador forma parte de la trama. El malestar continuaría hasta 1981.

Toparon también con la Iglesia

Con ‘Columbi Lapsus’, en 1989, Boadella se centra en la muerte de Juan Pablo I y la inmediata sucesión de Juan Pablo II para poner sobre las tablas su punto de vista sobre la ambición eclesiástica y los vicios más inconfesables. Era una sátira con la que pretendía llamar a la reflexión.

Desde el punto de vista dramático, supuso un paso más en el retrato de los personajes y en la musicalidad. Eran ya pura provocación. Fontserè lo justifica citando a Aristófanes: "Os diré cosas amargas, pero os diré la verdad". Magnífica sentencia para seguir caricaturizando a casi todos los personajes de nuestra historia más reciente, poniendo su dedo en la llaga y obsequiando al espectador con un espejo incómodo, a veces difícil de digerir.

La risa reconstituyente en tiempo de conflicto, crisis y pandemia

Nunca fue fácil y tampoco lo es ahora, reconoce el artista. "La sátira encuentra cada vez más obstáculo. Estamos en un momento donde la ofensa a las diferentes sensibilidades dificulta el humor, pero es más necesario que nunca. Leí en un libro sobre los artistas en los campos de concentración que decía: ¿Y si la risa es el último acto de libertad que nos queda? El humor no puede estar a disposición de todas las sensibilidades, está para desacralizar". Por eso está convencido de que la práctica del humor como higiene mental es el enemigo más acérrimo de todos los fundamentalismos.

Fontserè se despide con el augurio de que la sátira tiene aún muchos años por delante. 60 años no es nada cuando hay que combatir "la mentira, como uno de los peores vicios de la política, y las estupideces cometidas por el hombre que afectan de una manera traumática a la vida de los demás". De momento, Els Joglars está de vuelta para poner de nuevo patas arriba nuestras conciencias y desmoronar nuestras seguridades.