Hace más de seis meses que no abrazo a mis padres. Ellos viven en Zaragoza y yo en Barcelona. Cuando vaya a verlos, tengo la sensación de que la ciudad habrá cambiado, como han cambiado todas las ciudades del planeta. Pero también quiero imaginar que la gente no me mirará como a un extraño que viene de otro planeta, sino como a un humano que ha vivido esta bomba distópica como cualquier otro. Seamos humanos. Humanos responsables. Y querámonos. No hay otra cosa más importante que el amor hacia los demás.
Ah, el lunes que viene iré a ver a mis padres.