El mensaje póstumo de Carlos Saura en la gala de los Goya: "Lamento no poder estar con vosotros"

El fallecimiento de Carlos Saura a los 91 años un día antes de recibir el Goya de Honor marcó por completo la gala de los premios más importantes del cine español, convirtiendo la ceremonia en una de las más emotivas de su historia. El recuerdo al gran cineasta aragonés estuvo presente desde el principio -en una acertada decisión la organización decidió trasladar el homenaje al director al arranque de la velada- y sobrevoló los discursos y agradecimientos de los galardonados de la noche.

Fue Carmen Maura, protagonista de '¡Ay, Carmela', la encargada de entregar el cabezón honorifico. Lo hizo contando anécdotas sobre la preparación y el rodaje de aquella cinta que rodó con Saura y que ganó 13 Goyas. "Eres una actriz a la que nunca habría llamado para una película mía, pero como comunicas muy bien con el público, en ésta sí", recordaba que le dijo en su primer encuentro. Una frase que podría haber hundido a otros, pero que a ella le encantó por su naturalidad y sinceridad. "Fue un director maravilloso y simpático", dijo.

La "marca" que dejó Saura

Visiblemente emocionada, Maura agradecía la "marca" que Saura le había dejado como actriz y lamentaba no haberle podido dedicar sus emotivas palabras en persona. Acto seguido le entregó el premio a  a la viuda del cineasta, la actriz Eulalia Ramón, y a dos de sus siete hijos, Antonio y Anna. Auditorio en pie, ovación cerrada durante varios minutos y emoción a flor de piel.

"Nuestro padre se fue ayer trabajando hasta el último minuto. Enseñándonos que hay que vivir apasionadamente, que la imaginación no tiene límites, que hay que dedicarse a lo que uno le gusta y, sobre todo, que la cultura es lo más importante que tenemos", comenzó diciendo su hija y productora.

Las cuatro mujeres de su vida

Antonio, con lágrimas en los ojos, reivindicó el papel de las cuatro mujeres con las que estuvo Saura, esenciales en todas las etapas de su vida. Comenzó haciendo mención a su madre, Adela Medrano, que le acompañó "en la etapa formativa"; siguió con Geraldine Chaplin, su "maravillosa madrastra" y apoyo fundamental de su padre en la etapa más autoral; luego Mercedes Pérez, con quien "llega la calma tras la tempestad"; y finalmente Eulalia Ramón, "una maravillosa mujer que le ha cuidado durante 30 años y le ha ayudado a hacer el viaje hacia el minimalismo".

Defensa de la sanidad pública

Eulalia, muy emocionada, tomó entonces la palabra y se dirigió a Saura: "Sé que me estás viendo. No sé dónde. Aquí estamos". A continuación hizo una encendida defensa de la sanidad pública, a la que después se sumarían muchos otros alegatos durante la velada: “Se merece que la cuidemos como los profesionales que la trabajan nos cuidan a nosotros”, en referencia al personal sanitario que atendió al director durante sus últimos días en cuidados paliativos. "A quien corresponda que lo haga, por favor", añadió.

Después leyó el mensaje que el director de 'La caza' había preparado: "Lamento no poder estar con vosotros. A mis 91 años no podía haber tenido mayor satisfacción que haber recibido el Goya de Honor. He sido muy afortunado haciendo más de 50 películas, he traspasado los límites que me prometía, he tenido seis hijos, una hija, una docena de nietos, bisnieta, soy una persona afortunada. Muchas gracias a todos los que han colaborado conmigo y especialmente a mis actrices y actores favoritos".

"Me sentiré satisfecho si todo lo que he hecho ha servido en algo para inspirar a la brillante generación de cineastas actuales. Me veo reflejado como una estrella errante en el cosmos. Siempre dije que la imaginación es más rápida que la velocidad de la luz. Muchas gracias por este premio", fueron las últimas palabras de Saura.

Posteriormente, los grandes protagonistas de la noche, desde el gran triunfador, Rodrigo Sorogoyen, hasta Juliette Binoche, distinguida con el Goya Internacional y que tarareó el 'Por qué te vas' de 'Cría cuervos', pasando por la ninguneada Carla Simón, cuyo 'Alcarràs' se fue de vacío, reconocieron su deuda con el maestro. Gratitud eterna del cine español.