La intrahistoria del pis de 'Pepi, Luci, Bom...' o cómo una escena explotó la cabeza a una generación

  • Almodóvar escribió el guion cuando todavía trabajaba como administrativo en Telefónica

  • Se rodó "con limosnas de amigos" y la orina era cerveza que salía de una pera de lavativas

  • Alaska tenía 15 años cuando empezó el rodaje y 17 cuando terminó: solo duró un día en la mayoría de los cines donde se proyectó

Quién podría imaginar, cuando se estrenó 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón' hace ahora 40 años, que el arte de la película acabaría expuesto en el Reina Sofía. El debut de Pedro Almodóvar en el cine tardó un año y medio en rodarse, se financió "mediante limosnas de amigos" y trascendió en la cultura popular gracias al anuncio de Bragas Ponte (y su eslogan "Hagas lo que hagas, ponte bragas"), la lluvia dorada de Alaska a Eva Siva o la canción 'Murciana marrana'. Con el paso de los años 'Pepi, Luci, Bom' se ha erigido como el manifiesto canónico de la Movida Madrileña, pero su director aseguraba en 1980 que su intención era "hacer una película de mujeres autónomas, dueñas de sus cuerpos y sus cabezas".

Pedro Almodóvar escribió el guion cuando todavía trabajaba como administrativo en Telefónica. La revista Star le pidió una fotonovela "muy punk, muy sucia y muy divertida; que era la moda" según él mismo recordaría, "una historia guarreta y un poco paródica del punk, que era como veíamos el punk por aquel entonces". Así que escribió 'Erecciones generales', un concurso en el que se comparaban los tamaños de los penes de los asistentes a una fiesta. Ya aquel título, que mezclaba sexo con democracia (dos cosas de las que se hablaba desde hacía muy poco en España), tenía un espíritu transgresor y un afán por derribar tabúes.

El germen, 'Erecciones generales'

Carmen Maura ya era una actriz de éxito y había colaborado con Almodóvar en su primer cortometraje, 'Folle, folle, fólleme Tim'. Ella le convenció de que expandiese el gag de 'Erecciones generales' a un largometraje. Aunque el hilo conductor de la película sea la amistad entre tres mujeres (una lealtad femenina que reaparecía en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios', 'Todo sobre mi madre' o 'Volver'), 'Pepi, Luci, Bom' respira los orígenes de Almodóvar en el cómic mediante una estructura anárquica de viñetas autoconclusivas e intertítulos (diseñados por Ceesepe): una pandilla vestida de zarzuela apalizando a un policía, las desventuras de Kiti Mánver, las fiestas de pintores donde se proponía violar al cartero que llamaba a la puerta o el propio episodio de las "Erecciones generales" presentado por Fabio Macnamara. Son cápsulas narrativas, aparentemente al margen de la trama central, que enriquecen el mosaico urbano que retrata la película.

Pepi (Maura) es una hija de burgueses que vive una vida hedonista en un nuevo Madrid, una ciudad excitante en la que en cualquier momento puede pasar cualquier cosa. Cuando un policía la viola, traza un plan de venganza que incluye llevarse a la mujer de este Luci (Eva Siva) de casa. La mejor amiga de Pepi, Bom (Alaska), es una cantante de punk adolescente que se enamora inmediatamente de Luci. La naturalidad y cotidianidad con la que la película trata el masoquismo sexual, la escatología o la diversidad sexual es, en realidad, lo más chocante de la película. Almodóvar no juzga a sus personajes, ni siquiera cuando Luci decide regresar con su marido porque por fin le ha dado lo que ella necesitaba para excitarse sexualmente (palizas).

De libertades y mentalidad franquista

Si bien Pepi y Bom representaban la nueva libertad española llena de posibilidades y despojada de todo prejuicio, Luci era una mujer atrapada en la mentalidad franquista: masoquista, sumisa e incapaz de emanciparse de la brutalidad del pasado.

"Sus personajes se centran en sí mismos, se miran al ombligo sin negar ni afirmar ese telón de fondo que era el franquismo heredado durante la Transición", analiza el catedrático de literatura y cultura española Txetxu Aguado. "El cine de Almodóvar posee la virtud de integrar las tensiones de la Transición sin eliminarlas ni borrarlas. Las hace convivir juntas como si la normalidad fuera encontrárselas una al lado de la otra".

En 'Pepi, Luci, Bom', además, ya aparecían varias de las obsesiones de Almodóvar como autor: las amas de casa, las referencias pop (él homenajeaba los testimonios y el lenguaje de revistas como Pronto, Vale o Pssst sin ironía alguna), la amistad femenina, las drogas, el tamaño del pene o la violencia. También estaba presente la sensibilidad cinematográfica de Almodóvar, un narrador que percibe el mundo a través de las películas como demuestra aquel diálogo en el que Pepi le explica a Luci que la lluvia en el cine no puede hacerse con agua porque no se vería: debe ser una representación de la verdad, no la verdad como tal.

En el caso de la lluvia dorada, el orín se simuló con una pera de farmacia llena de cerveza. La escena en la que Bom orina sobre Luci, que emparentó a Almodóvar con el rey del mal gusto John Waters, supuso según el crítico y profesor de cine Antonio José Navarro "una ventana abierta a través de la que nos entró una ráfaga de aire fresco, aunque fuese con olor a orina; a mí me hizo pensar en la inmensa suerte que suponía vivir por fin en una sociedad libre". "Mi cine es producto de la democracia española y mis películas son la demostración de que era real", señaló Almodóvar el año pasado.

El director argumentaba en 1981 que no se consideraba transgresor, ya que para él la transgresión era un término moral: "Yo no transgredo porque ni siquiera contemplo la ley o las reglas, la transgresión implica un respeto y una consideración hacia las normas que yo no tengo; en mi película los valores sencillamente no existen". Pero su insolencia no solo era conceptual y narrativa, sino también contra los códigos estilísticos, formales y estructurales del cine tradicional. Aunque fuese más por necesidad que por decisión.

"Lo hicimos con dos perras a base limosnas"

Las tomas eran cortas porque, al carecer de permisos para rodar en la vía pública, el equipo debía mantener la clandestinidad. "Lo hicimos con dos perras a base de limosnas, pasión e inconsciencia, aunque yo me lo planteaba con la misma seriedad que si estuviera rodando 'Lo que el viento se llevó'" aseguraba el director. El rodaje se alargó un año y medio porque sólo avanzaban cuando tenían algo de dinero y solo podían rodar por las tardes y los fines de semana cuando Pedro no estaba en Telefónica. La primera escena de la película, en la que Pepi va a abrir la puerta, se rodó en junio de 1979. El plano en el que la abre y descubre a un policía se rodó seis meses después. La conversación en la que el policía la acaba violando (y arruinando así la virginidad vaginal que Pepi conservaba para vender por 10.000 pesetas) se rodó en junio de 1980. Alaska tenía 15 años cuando empezó el rodaje y 17 cuando terminó. La producción se pasó tantos meses parada y sin visos de continuar que Almodóvar se planteó terminar la película con un vídeo de él mismo contando el final: "Quería hacer la película y para ello estaba dispuesto incluso a sacrificarla", aseguraría.

El cineasta bromeaba, aunque en parte iba en serio, que cuando una película tiene un par de fallos se la considera imperfecta mientras que cuando tiene muchos más se la considera "un estilo propio". Él adaptó el guión al rodaje de guerrilla: reescribía escenas según se presentasen más o menos invitados al rodaje, rodó con una iluminación pobre y tuvo que dar por buenos encuadres en los que las cabezas de los personajes se salían del plano. "Adapté el tono del film a las circunstancias en las que se rodó. Está mal fotografiada porque concebí un film en el que la fotografía no fuese algo esencial", aclaraba. No era la película que él había concebido, pero sí la que pudo rodar y eso refuerza el ideario de la Movida: las ganas de hacer cosas se imponían a las restricciones. "En aquella época yo me movía con todos los que después serían grupos famosísimos, pero en ese momento no sabían ni tocar, ni pintar, ni nada. Lo que sí tenían eran ideas y las ponían en práctica con mucho descaro" recordaría Almodóvar.

Para el cineasta la modernidad no era excluyente con la tradición, de ahí escenas como Pepi cocinándole a Bom bacalao al pil pil para consolarla o Bom dejando el punk para cantar un bolero de desamor. "La moraleja es que las chicas modernas se quedan solas. Un personaje solitario, que siempre está al borde de la crisis, se encuentra en una situación de disponibilidad en la que le puede pasar de todo. Es el personaje ideal para contar una historia" describía en 1981 respecto a 'Pepi, Luci, Bom', aunque podría estar refiriéndose a la Tilda Swinton de su último cortometraje 'La voz humana'.

Al final la película se estrenó en el festival de San Sebastián, donde pasó desapercibida en la sección de Nuevos Directores, y después en la Seminci de Valladolid. La noche anterior aquella proyección el propio Almodóvar pegó carteles por toda la ciudad con el eslogan "Las aventuras de tres muchachas salvajes, modernas, delgadas e intrépidas arrastradas por un torbellino de pasiones".

La columna de Umbral

Francisco Umbral publicó un artículo titulado "La generación pegamoide" en el que defendía que Almodóvar había "generalizado ya un estilo de vida o un estilo de ser joven que está entre el cómic y el travestismo, entre la función colegial y el rock duro, que quiere burlarse de todo más sin abandonar los cálidos y dorados refugios de la infancia todavía cercana".

"Son los yeyés de hoy", continuaba Umbral, "los yeyés de veinte años más tarde, que han heredado el apoliticismo de los yeyés, el anglosajonismo de los beats.

Y el 27 de octubre de 1980 llegó el estreno comercial en el cine Peñalver. Las crónicas de la época destacaban el simbolismo que supuso aquella premiere, cuando docenas de criaturas de la noche, punkis y travestis ("una fauna extraña y desaliñada" según El país) montaron una juerga en la esquina de Juan Bravo con Conde Peñalver: los marginados habían invadido los barrios residenciales de Madrid.

La película duró un solo día en la mayoría de las provincias donde se proyectó (como, por ejemplo, Murcia) pero aguantó cuatro años en la sesión golfa del cine Alphaville. Los dueños de aquella sala participarían en la financiación del siguiente proyecto de Almodóvar, 'Entre tinieblas'. 'Pepi, Luci, Bom' costó medio millón de pesetas (3.000 euros) y recaudó 20 millones (120.000 euros).

Las críticas saludaron a Pedro Almodóvar como el mesías de lo que entonces se llamaba "La nueva ola" y acabaría pasando a la posteridad como "La Movida madrileña", por su carácter transgresor, libre y excitante y porque en ella se congregaron Alaska, la pareja de pintores Costus o miembros de Radio Futura y de Ejecutivos Agresivos. "Un obstinado y apasionado defensor de películas de serie B" (El periódico), "Trastoca con verdadero atrevimiento los más respetados tabúes de nuestra ridícula sociedad" (El país), "Un producto innovador, la primera irrupción cinematográfica de lo que se ha dado en llamar la 'Nueva Ola', un movimiento musical nada adocenado de especial arraigo en la capital del Reino" (ABC). José Luis Guarner la definió como "majestuosamente fea" pero celebro su "espíritu de combatividad", mientras que El país dedicó un reportaje a los nuevos "kamikazes del cine español".

"Me sorprende que ahora parezca que la película le gustó a todo el mundo" confesaría Almodóvar años después, "Los críticos me devoraron, pero le gustó justo a la gente a la que le tenía que gustar: los que crean opinión en una columna de un periódico o un artículo de un fanzine, los que la comentan en la barra de un bar rodeados de amigos y, en general, a toda la naciente modernidad madrileña que no conocía ni de oídas el cine español pero sabía quién era Warhol. Todo eso le dio notoriedad a la película. Pero a la mayoría de la gente le horrorizó. Y lo entiendo".

Pedro Almodóvar explicaba en una entrevista para Contracampo de 1981 que su intención con 'Pepi, Luci, Bom' nunca había sido buscar la provocación ni el escándalo "sino la complicidad y reciprocidad del espectador, sin hacer concesiones eso sí". Y cuando se ponía a describir su visión creativa, mostraba muchas más inquietudes de los que los críticos habían sabido ver en la película. "Es una película policiaca, porque el protagonista masculino (Félix Rotaeta) es un policía sediento de venganza; una comedia de mujeres, porque hay muchas chicas graciosas y desenfadadas; una película pop por su ritmo, su superficialidad, su desparpajo, su intrascendencia y porque intervienen Alaska y los Pegamoides y hay anuncios publicitarios y canciones; es también una película de Bergman; y de Cuckor (por la inflación de chicas). También es un cómic duro y un cómic blando: cómic duro por ser una historieta urbana con todos sus elementos prototípicos (policía supermalo, locas que van y vienen, chicas modernísimas, ausencia de procesos psicológicos, grupos de rock, violencia, nocturnidad, amores escandalosos y odios que por sí solos justifican una existencia, sexo, cocacolas, drogas duras) y cómic blando como 'Julieta Jones', 'Rip Kirby', 'Florita' o 'Super Lyly' , donde las chicas son secretarias, azafatas, modelos estudiantes que participan en concursos de belleza o simples y encantadoras con mentalidad de 'siempre es domingo'".

Aquel Almodóvar de 1981 aseguraba que la escatología y el sadomasoquismo "son hoy una moda como otrora el parchís", aclaraba que la nueva burguesía progresista no le interesaba ni le estimulaba y, para defenderse de los que condenaban el surrealismo inapropiado de su película, ya citaba al que sería su crítico más feroz: "No creo que nadie pueda identificarse, como dijo Carlos Boyero, con Pepi, una muchacha que tiene que vender su virginidad a manos de un policía para que este no la denuncie por cultivar una planta de marihuana".

El cineasta también confesaba en los inicios de su carrera una ambición personal: "Una semana antes del estreno en Donosti, mi padre volvió a Calzada de Calatrava para morir en la cama donde había nacido. Él no entendía en absoluto lo que yo había hecho con mis veintitantos años de vida, no entendía que me dedicara al cine pero sí entendía muy bien que se estaba yendo... Me dijo 'bueno, ahora te quedas tú de padre de familia, ocúpate de que el niño (Tinín) termine su carrera y que encuentre un trabajo'. Le dije que sí, que no se preocupara de mi hermano y de toda la familia... Me gustaría que supiera que hice lo que me pidió". Agustín Almodóvar ha acompañado a su hermano en la producción de todas sus películas desde 'Matador', en 1986, y le ha acompañado en sus viajes internacionales recibiendo premios, recaudando millones y convirtiéndose en uno de los cineastas más prestigiosos del mundo. Nada mal para haber empezado con una broma sobre erecciones.