"Fui a Perpiñán a ver 'Emmanuelle'": el viaje hacia el cine erótico que espabiló a todo un país

  • La censura franquista hizo que en 1973 miles de españoles cruzasen la frontera para asistir al estreno de esta película prohibida en España. Por unas 1.300 pesetas (8 euros), la gente tenía acceso a 14 proyecciones. 'Emmanuelle' y 'El último tango en París' eran las favoritas.

  • Albert y Enrique nos relatan su peregrinación y su impacto al ver la película casi 50 años después: "Ahora todo es diferente, pero marcó a toda una generación"

  • Enrique: "Llevábamos una libreta en la mano, como si asistiésemos a un experimento cultural"

Hoy Perpiñán no es más que una encantadora ciudad al sur de París, pero hace ya casi 50 años se erigió en catedral del sexo. Decenas de miles de españoles, en su mayoría catalanes, se organizaron en auténticas peregrinaciones para comprar libros y discos censurados y ver películas prohibidas en nuestro pacato país, que sufría todavía los últimos coletazos del franquismo. Antes de 'Emmanuelle' se había estrenado 'El último tango en París' y la gente estaba ávida de emociones y carne.

Esos 25 kilómetros de distancia con la frontera española separaban clandestinidad y libertad. El título de la película de Vicente Escrivá, 'Lo verde empieza en los Pirineos' no pudo tener mayor acierto. En esta cinta, el director valenciano retrata a ese españolito soltero y demasiado contenido que viaja a Francia para disfrutar de las orgías y desnudos de las películas tan de moda en este país. Eso de que lo verde empieza en los Pirineos pasó a convertirse en dicho corriente. Debía de ser tal el espectáculo que uno de los nuevos entretenimientos de los franceses fue salir de paseo para contar individuos en las enormes colas que hacían los españoles frente a las taquillas de los cines.

Como atravesar los Pirineos no era sencillo, algún empresario del sector turístico tuvo la astucia de empezar a organizar viajes en autobús que tenían una divertida apariencia intelectual. Los peregrinos del sexo pasaban a ser cinéfilos que querían ver cine de autor. Y en este género entraba 'Emmanuelle', una película dirigida en 1974 por el fotógrafo de moda Just Jaeckin y protagonizada por una jovencísima Sylvia Kristel. Por su contexto, más que por su contenido, está considerada uno de los iconos del erotismo cinematográfico de los años setenta. Desde entonces, se calcula que la pueden haber visto más de 300 millones de personas. A España llegó en febrero de 1978, un año después de que Adolfo Suárez promulgara el decreto que ponía fin a la censura franquista en este tipo de asuntos. Lo verde se extendió a España y los espectadores empezaron a ver los libidinosos destapas sin necesidad de cruzar la frontera.

De aquellos años de censura y cerrazón hay una buena representación gráfica y escrita en las revistas de humor de la época, donde escritores y dibujantes como Jaume Perich, relataron con ironía aquellas peregrinaciones y la imagen que proyectábamos al exterior. También está grabado en la memoria de españoles como Albert, galerista catalán de 78 años, o Enrique, profesor jubilado de Literatura de 75, que viajaron a Perpiñán. Es una pena que no conserven ninguna imagen, pero el recuerdo lo mantienen aún muy vivo:

Albert: "Lo que antes creíamos pornográfico hoy es pura sensualidad"

Emmanuelle tuvo también su público femenino. Minoritario, pero suficiente para expandir la idea de que, si a las mujeres les gustaba, no sería pornográfica. A Albert este argumento le vino de perlas para justificar su escapada a Perpiñán. "Vivía con mi familia en Badalona y ya tenía novia. Aunque no era ni muy conservadora ni católica, no resultaba fácil explicar un viaje de carácter sexual para ver una película que aquí estaba prohibida. En nuestro círculo de amigos se había corrido el rumor de que había sexo entre mujeres desnudas y la imaginación se disparaba. De los siete que habíamos previsto el viaje, cuatro se echaron atrás. Los demás emprendimos este camino tan arriesgado como emocionante".

Albert cree que 'Emmanuelle' fue parte de su educación sexual y alimento para sus fantasías durante mucho tiempo. "Pero mentiría si dijese que 50 años después nos hemos ido liberando, al menos la gente de mi generación, de todos aquellos tapujos que sufríamos en la época de censura. Sí es cierto que las escenas de 'Emmanuelle' que entonces vi como sexo prohibido en estado puro hoy han perdido fuerza. Hoy son pura sensualidad. Donde antes veía pornografía ahora es erotismo. Emmanuelle fue un hito en nuestra historia. No por la película en sí, sino por todo lo que envolvió el estreno y su posterior proyección en otros países. Es uno de esos clásicos a los que hay volver porque cada vez sacaremos una lectura diferente".

Enrique: "Llevábamos una libreta en la mano, como si asistiésemos a un experimento cultural"

A Enrique le provoca cierto sonrojo relatar aquel episodio. Dice que fue ocurrencia de su colega Fernando, aunque admite que si él estuviese presente culparía a Jesús, otro compañero, y este a su vez mencionaría a Enrique como principal instigador. "Salimos de casa casi de puntillas. Rondábamos los 30 y presumíamos de intelectuales. Íbamos con nuestras gafas, pantalones de campana y americanas. Recuerdo que llevábamos una libreta en la mano, como si asistiésemos a un experimento cultural o sociológico. Todo en aquella época parecía necesitar justificación".

Reconoce que los estándares han cambiado y hoy 'Emmanuelle' o 'El último tango en París' se mirarían con lupa. "Muchas escenas o insinuaciones ni siquiera se permitirían. Me refiero, por ejemplo, a Mari Ange, una de las amantes de Emmanuelle. Aparece como si fuese prácticamente una niña, sin que a nadie se le remueva la conciencia. Alguien se ocupó luego de aclarar que, en el rodaje, ya había cumplido los 18. Tampoco queda bien aclarado si el sexo entre dos criados tailandeses es un acto de violación por parte del hombre, que se acaba de excitar viendo a Emmanuelle practicando sexo con su marido. En aquellos años difícilmente la gente se planteaba si un acto sexual era consensuado o no".

Enrique agradece que el feminismo haya impuesto un nuevo código en el comportamiento masculino y en la sociedad y que tenga su reflejo en el proceso creativo. "Hoy tenemos una mirada nueva. El sexo es algo natural, incluso cuando se sale de lo que aquí en España considerábamos normal. El público es también más exigente, no se conforma con esos contenidos más atrevidos que toca la película, como la bisexualidad o las relaciones abiertas. Quiere calidad. He vuelto a ver Emmanuelle más de una vez y lo único que me provoca es nostalgia de juventud. Por lo demás, es un título más".

A pesar de esa normalidad que transmite este profesor jubilado, 'Emmanuelle' es la película francesa más vista de todos los tiempos y tiene el récord de permanencia en taquilla (más de diez años). Tuvo el encanto de lo prohibido y el exotismo de lo desconocido. Los autobuses partían de Barcelona los jueves y los sábados. Por unas 1.300 pesetas, los espectadores tenían acceso a 14 proyecciones.