¿Qué fue de la vida de Meg Ryan? De ser la actriz mejor pagada a desaparecer de las pantallas

  • Hubo un momento en el que Meg Ryan era la reina de Hollywood y se ganó a pulso el título de la ‘novia de América’

  • Con su melena corta, rubia y ondulada, su expresiva mirada y su característica sonrisa, Meg Ryan es una de las actrices más características de la comedia romántica

  • En Uppers te contamos qué ha sido de la actriz y por qué está alejada de las pantallas

Meg Ryan nació como Margarita María Emily Hyra en Fairfield, Connecticut, hija de padres docentes e inmigrantes. Creció queriendo ser periodista y hacia allí fueron sus primeros pasos. “Lo único que de verdad me apasionaba era salir a descubrir el mundo, al tiempo que me descubría a mí misma”, contaría años más tarde, ya consagrada.

Pero volviendo a la adolescencia, se graduó de la escuela secundaria y comenzó sus estudios de periodismo, primero en su ciudad y luego en Nueva York. A través de su madre, consiguió actuar en algunos anuncios. Era apenas una forma de pagar sus estudios, pudo haber sido vendedora o camarera. También era un desafío para una tímida Meg. “Una vez tuve que hacer un discurso y estaba aterrorizada. Pero lo hice, y me convertí en actriz”.

Su debut fue a lo grande: Ricas y famosas (1981), bajo las órdenes de George Cukor. “No actúes. Actúa menos. Menos aún. De hecho, no hagas nada”, eran las exigencias del director. Lejos de ofenderse, Meg sintió que era lo que necesitaba. Así nacía la actriz que no actúa, la de formación autodidacta, empírica, natural, sencilla. Por entonces, ya había tomado de su abuelo materno el Ryan como apellido artístico y había dejado la carrera.

Al año siguiente comenzó el flechazo con el gran público estadounidense. Interpretó durante dos temporadas a Betsy Stewart en la telenovela As the world turns. El episodio de su casamiento lo vieron veinte millones de personas, y puso los cimientos del rol que interpretaría como nadie, pero que terminó odiando: el de la novia de América.

Su escalada incluye un pequeño papel en Top Gun hasta que le llegó Viaje insólito (1987) donde conoció al actor Dennis Quaid. Al año siguiente, coincidieron en el remake de Muerto al llegar. La novia de América se puso de novia y el mundo del espectáculo tendría material de sobra durante la próxima década.

Oficializaron su relación cuando llegó la consagración definitiva de Meg Ryan como actriz de comedia. La película Cuando Harry conoció a Sally…, junto a Bill Cristal, la convirtió en la chica ideal: sensible, divertida, ingenua, pero con un toque de picaresca. La escena del restaurante en la que finge un orgasmo, es de las más recordadas y replicadas del cine contemporáneo. Los 90 fueron los años en los que Hollywood recuperó el encanto por las comedias románticas, y en parte, el éxito se lo debió a Meg Ryan.

La escalada popular de Meg Ryan tuvo su clímax en 1998, con dos películas de taquilla, Un ángel enamorado con Nicholas Cage y Tienes un email, otra vez con Tom Hanks. Su figura brillaba como ninguna otra en el firmamento de Hollywood.

Pero se sabe, todo lo que sube, baja y en su caso la caída iba a ser dramática: en su próximo filme, Prueba de vida, coincidió con Russell Crowe. Meg estaba en el mejor momento de su carrera pero tuvo un romance con su compañero de elenco. La prensa y el público se enfurecieron. Porque, según parece, no hay nada peor en el mundo que el adulterio de una famosa. ¿Pero cómo vivió de puertas para adentro Meg Ryan su década de gloria? ¿Fue culpable de los 'crímenes' que le endilgaron?

Durante los 90,sus películas enamoraban, su pelo marcaba tendencia, su carrera de actriz insinuaba una versatilidad que la proyectaba más allá de las películas del corazón. En Prueba de vida, el director Taylor Hackford jugó una apuesta fuerte. Unir a la actriz de comedia probada con la estrella del momento. Russell Crowe, neozelandés de nacimiento, australiano por adopción, cargaba en su foja de servicio el éxito caliente de Gladiador. El argumento era trillado para una de suspenso. Un secuestro en un país latinoamericano de ficción, una esposa desesperada, un negociador de rehenes. Lo que no preveía el guion era que la pareja iba a trascender la pantalla.

El affaire entre la novia de América y un australiano -o neozelandés, daba lo mismo- sacudió los cimientos de la patria hollywoodense. Meg Ryan había cometido adulterio, y la prensa del corazón se encargó que pagara, y con intereses. La película resultó un fracaso, lo que demuestra que no hay fórmulas probadas en la industria del cine. Ni siquiera juntar a la mejor actriz de comedia con el actor del momento, y que el romance se traslade fuera de cámaras puede funcionar como promoción si detrás hay algo parecido a un boicot, a un prejuicio o simplemente a una desilusión porque tu novia dejó de serlo para irse con el mismísimo Russell Crowe.

La prensa se puso del lado de Dennis Quaid, y Meg Ryan calló. Calló en ese momento, y también calló cuando la misma prensa regó titulares con la noticia de que Crowe la había abandonado. Meg tenía su visión de los hechos, pero no era momento de contarla. En cambio, empezó a tejer su venganza.

Primero, apostó a seguro con Kate & Leopold, a ver si había pasado el temblor. Ella, marca registrada, junto a Hugh Jackman, estrella de X-Men. Pero no había caso, el público seguía pasándole factura. Mientras tanto, Crowe cosechaba elogios por Una mente brillante y nadie lo acusaba de rompe hogares. La chica de al lado sintió que había llegado el momento de dar un golpe en la mesa.

Liberada del traje que Hollywood había diseñado para ella, se embarcó en el thriller erótico En carne viva(2003). Escenas de sexo explícito y un desnudo frontal, en el marco de una buena historia y un reparto interesante, pero que tampoco funcionó. Meg se puso la camiseta y peleó por la historia, argumentando que “desmitifica la mitología romántica occidental del ‘felices para siempre’ y del príncipe que te rescata; muchas personas mantienen una relación de frustración con ese mito".

Sus apariciones fueron cada vez más esporádicas. En 2003 adoptó una niña china, a quien llamó Daisy True, incursionó en algunos papeles menores, fue perdiendo el gusto por la actuación y ganando en el de las cirugías. En cuanto a la presente década, Meg Ryan comparte su vida con el músico John Mellencamp desde el año 2010.