Salvador Calvo, director de ‘Adú’: “Ninguna valla puede parar a nadie cuando su necesidad de supervivencia es tan imperiosa”

  • “El objetivo de 'Adú' no es adoctrinar, sino hacer preguntas y lograr que el espectador cuestione algunos temas”

  • “Nos gustaría eliminar estigmas: África es un lugar maravilloso y lleno de vida en el que no solo pasan cosas malas”

Un niño de seis años y su hermana mayor esperan, agazapados en una pista de aterrizaje en Camerún, el momento adecuado para colarse en un avión que les lleve a Europa. No demasiado lejos de allí, un activista medioambiental contempla horrorizado a un elefante muerto y sin colmillos. Miles de kilómetros al norte, en Melilla, un grupo de guardias civiles se prepara para enfrentarse al numeroso grupo de subsaharianos que trata de cruzar la frontera. Así se plantea ‘Adú’, la última película producida por Telecinco Cinema, la filial cinematográfica de Mediaset España, que llegará a las salas cinematográficas el próximo 31 de enero.

Dirigida por Salvador Calvo (‘1898. Los últimos de Filipinas’), ‘Adú’ está protagonizada por Luis Tosar, Anna Castillo, Álvaro Cervantes, Ana Wagener, Jesús Carroza y el debutante Moustapha Oumarou, el niño sobre el que gira toda la cinta. Entrevistamos a Salvador Calvo después del coloquio sobre inmigración organizado por Mediaset España, dentro de una campaña social que pretende dar a conocer desde todos los ángulos el fenómeno migratorio del que trata la película.

En 2020 cumplirás 50 años, ¿crees que podrías haber rodado ‘Adú’ siendo más joven?

'Adú’ llega en un momento muy especial, aunque mi interés por los refugiados viene de antes. En 2015 estaba rodando 'Los últimos de Filipinas' en Canarias, en Santa Lucía de Tirajana, y supuso toda una inmersión en una realidad que desconocía. Mi pareja se vino al rodaje y empezó a trabajar de voluntario en el centro de CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado). Allí acudían constantemente pateras y conocí a personas que habían vivido experiencias tremendas.

¿Hubo alguna que te tocara?

Me impactó especialmente la historia de Adú, un chaval como de unos seis años que había llegado hasta allí con su madre y sus hermanas, supuestamente. Al cabo de dos días, alguien se dio cuenta de que la mujer no era su madre, sino una especie de “emisora” que había acompañado a los niños hasta España y el objetivo final era el tráfico de órganos. A ella la detuvieron y el niño, que nos acompañó durante el rodaje, acabó en un orfanato en París. Esa historia me sobrecogió.

¿Sigues en contacto con ese niño?

Intentamos hacerlo, incluso llegamos a intentar la acogida, pero fue complicado. En Canarias también conocí la historia de Massar, un chaval de unos 15 años de origen somalí cuyo tío era señor de la guerra en Somalia. Massar huía porque todas las noches su tío y otros hombres le violaban. Para no morir, su padre le aconsejó marcharse del país. Y así lo hizo: atravesó todo el desierto del Sáhara, recaló en Libia, donde cayó en una red de tráfico de personas, y huyó hasta Marruecos, donde terminó prostituyéndose para ganar los 3.500 euros que costaba la patera para ir a Canarias.

Encontraste dos historias excepcionales, ¿cómo se integran en la película?

Hablando con Alejandro Fernández, el guionista, decidimos unir las dos historias. ¿Por qué no juntarlas en esta road movie por África?

¿Cómo llegas a la trama de Luis Tosar y Anna Castillo?

Lo interesante es que Luis Tosar y Anna Castillo hacen el viaje inverso: viajan en business, disfrutan de todas las comodidades y, paradójicamente, viajan a un lugar del que todo el mundo huye. Viajan a África porque necesitan África. Era nuestra manera de desestigmatizarla. No queríamos pintar África como un continente en el que solo ocurren cosas malas. Es un lugar maravilloso, con unos paisajes impactantes y un lugar lleno de vida. Van a Camerún, en este caso, para alejarse de las malas compañías y recuperar una relación perdida desde hace muchos, muchos años.

¿Qué papel juega en la película la historia de los guardias civiles?

Queríamos complementar el guion con otra historia: la de las personas encargadas de vigilar que esos dos mundos permanezcan separados. Decidimos contar la historia de dos guardias civiles que, en el ejercicio de sus funciones en la valla de Melilla, tienen un problema importante ante un salto masivo.

Para ti ‘Adú’ es un proyecto muy querido. ¿Es así?

Sí, pero además es que la película también viene con una campaña solidaria. Telecinco Cinema y Yelmo Cines destinarán parte de la taquilla de ADÚ a la ONG Projet Ditunga. El objetivo es recaudar fondos para la construcción de un hospital en la República Democrática del Congo.

José Luis Escrivá, nuevo ministro de Migraciones, ha afirmado que España necesita la llegada masiva de inmigrantes si queremos mantener nuestro crecimiento. ¿Estás de acuerdo con eso?

Al margen de los números, hay una realidad: la valla de Melilla, por muy alta que sea, nunca va a parar a nadie porque cuando hay una necesidad tan imperiosa y tan importante nada ni nadie van a impedir que intenten lograr su objetivo, que es llegar al primer mundo.

En tu opinión, ¿está nuestro país preparado para recibir estos flujos?

Hay mucho por hacer. Películas como ‘Adú’ muestran una realidad sobre la que pensar, aunque el objetivo de la película no es, en ningún caso, adoctrinar a nadie ni dar un mensaje concreto. Lo que queremos es que la gente se haga preguntas. ‘Adú’ abre muchos interrogantes. Queremos que el espectador cuestione cosas. Tendremos éxito si conseguimos que, después de verla, durante unas horas al menos, el espectador se siga sintiendo acompañado por Adú y que juntos piensen en estas otras realidades.

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