Meditar como fórmula para empezar a escribir: “Ayuda a reducir los pensamientos ‘parásito’”

  • ¿Sabías que escribir un libro es una de las tareas pendientes en la vida de la mitad de la población?

  • Pilar Blanco, autora del libro "Meditación y creación literaria' nos da las herramientas para ponernos manos a la obra

  • "Tanto para meditar como para escribir hay que dirigir la atención hacia el interior y observar ese ecosistema que se agita ahí dentro"

¿Sabías que escribir un libro es una de las tareas pendientes en la vida de la mitad de la población? Parece que la idea de tener algo que nos recuerde una vez que ya no estamos es más atractivo de lo que podíamos imaginar. Sin embargo, es cierto que en el día a día si nos dedicamos a otra actividad parece imposible sacar un hueco. No es así durante la jubilación, cuando ya disponemos del tiempo para gastarlo a nuestro antojo. Si eres uno de los que tiene este objetivo en tu lista de cosas pendientes y para intentar ayudarte a pensar sobre qué puedes escribir, hablamos con pilar Blanco, autora del libro ‘Meditación y creación literaria’, para que nos dé unas líneas básicas para que podamos conseguirlo. 

¿Qué relación encuentras entre la meditación y la escritura?

Las dos requieren una conexión estrecha con lo que de verdad somos. Tanto para meditar como para escribir hay que dirigir la atención hacia el interior y observar ese ecosistema que se agita ahí dentro. Es como convertirse en minero de uno mismo e ir iluminando con el foco de nuestro casco las zonas más oscuras y desconocidas de la conciencia. Solo así podremos comprender mejor quiénes somos y, por extensión, quiénes son los otros y dirigirnos a ellos a través de estas nuevas evidencias. Por eso, cuando leemos un texto escrito desde esa profundidad podemos conectar de una forma estrecha con el autor y, a veces, hasta tenemos la impresión de que nos habla directamente a nosotros.

¿Funcionan bien juntas?

Sí, funcionan de maravilla. De hecho, la meditación es beneficiosa para fortalecer la atención, ver más allá de lo que hay a simple vista y mejorar el autoconocimiento. Cualquier disciplina que requiera una atención bien entrenada, como las actividades artísticas, el deporte de competición o las labores de investigación pueden mejorar con la práctica habitual de la meditación. Meditar también te ayuda a ser un escritor más atento, organizado y creativo.

La meditación es una herramienta muy poderosa para encontrar un nuevo sentido a la existencia tras la jubilación

Otra de las formas en las que la meditación ayuda al escritor es su poder para reducir los pensamientos parásitos y abrir espacios de libertad para viajar desde la queja, la rabia y las preocupaciones a un mundo más creativo e inspirador que convierte todos esos sentimientos y pensamientos en material literario.

¿Cómo nos ayuda en el día a día escribir y meditar?

Está demostrado que practicar la meditación reduce la ansiedad, regula la tensión arterial, disminuye la percepción de dolor en enfermedades crónicas –como la fibromialgia–, mejora la calidad de las decisiones e, incluso, provoca cambios importantes en el cerebro. Son cambios que se empiezan a producir enseguida y se mantienen mientras se siga practicando. Si se abandona la práctica, el cerebro vuelve poco a poco a su morfología anterior.

Un estudio e la Universidad de Texas ha llegado a la conclusión de que, a partir de los cinco días de práctica, el cerebro ya detecta que está pasando algo ahí, pero se necesitan unos dos meses para poder observar a través de la neuroimagen cómo crecen algunas áreas cerebrales, mientras que otras se hacen más pequeñitas; también se aprecia cómo algunas zonas se vuelven más activas y otras disminuyen su actividad. 

La escritura es otra actividad que, al igual que la meditación, no requiere una gran equipación, ni inversión: bolígrafo y papel o un ordenador es suficiente. Otra ventaja es que se puede practicar en cualquier parte y circunstancia y dedicar a ella un tiempo de nuestra jornada o aprovechar los ratos perdidos. Recapitulando, podríamos decir que a través de la meditación y de la escritura, podemos entender cómo funciona nuestra mente y mejorar ese funcionamiento, además de aprender a no tomar tan en serio ciertos contenidos mentales que pueden ser volubles y pasajeros, pero que son los causantes de la mayoría del sufrimiento innecesario que amenaza nuestro bienestar a diario.

¿Cualquier edad es buena para empezar?

Escribir y meditar no tienen edad. De hecho, ya hay programas para incorporar prácticas sencillas de atención plena incluso en la etapa preescolar, en las cárceles o en personas de edad avanzada. La tercera edad puede encontrar en la meditación un aliado eficaz para combatir las pérdidas de memoria propias de esta fase de la vida y mejorar la capacidad cognitiva.

Meditar te ayuda a ser un escritor más atento, organizado y creativo

En cuanto a la escritura, es uno de los primeros aprendizajes escolares de los niños. Ambas nos pueden acompañar siempre, pero es después de los 45 años cuando muchas personas comienzan a tener más tiempo y ganas de dedicarse a sí mismos y a su crecimiento personal. Es una etapa de la vida ideal para reencontrarnos con antiguas aficiones abandonadas en el camino o de descubrir otras nuevas que aporten beneficios reales y un extra de ilusión y disfrute al día a día.

La jubilación es un momento complicado. ¿Podría ayudar la meditación y la escritura a encontrar nuevos alicientes?

Las personas que dedican la mayor parte de su vida a su trabajo y se identifican con su profesión pueden interpretar el fin de esta etapa como una amenaza para su identidad o para su valor como individuos, en lugar de percibirla como una oportunidad maravillosa para recuperar las riendas de su día a día. En estos casos, es especialmente importante encontrar nuevas actividades que les hagan sentir plenos y les ayuden a seguir desarrollándose como personas. La meditación, por ejemplo, es una herramienta muy poderosa para encontrar un nuevo sentido a la existencia, conocerse mejor y poder gestionar con mayor serenidad las alternancias de la vida. También es un antidepresivo natural que reduce los pensamientos negativos y catastrofistas y nos enseña a aceptar de buen grado lo que no podemos cambiar.

En cuanto a la escritura, ¿qué puedo decir? Ha sido para mí y para muchos otros una compañera fiel, que te ayuda a ser más creativo, a comunicarte con mejores recursos y, sobre todo, a sacar lo que llevas dentro y a interpretarlo de una forma más constructiva y beneficiosa. Quien escribe tiene el poder de crear otros mundos y eso es algo tan retador como gratificante.

¿Escribir es solo para escritores? 

Escribir debería de ser una actividad universal. De hecho, leer y escribir son dos disciplinas que marcan el principio del aprendizaje escolar. Para tener acceso al conocimiento inabarcable que hay en los textos hay que saber leer, eso nadie lo duda y muchas personas continúan devorando libros durante toda su vida. Pero la escritura acaba por quedarse relegada a una función meramente instrumental: comunicarse a un nivel muy básico, apuntar tareas, redactar documentos… dejamos de escribir por placer y para expresar nuestro mundo interior, como hacían los niños en sus diarios o cuando escriben cuentos para los certámenes literarios del colegio. Con ello estamos desperdiciando el gran poder de la escritura para interpretar el mundo, resolver problemas del día a día o crear otras realidades que nos ayuden a comprender la nuestra. 

Vivir con un pequeño cuaderno en el bolsillo y un bolígrafo es una buena forma de aprovechar ratos perdidos

¿Escribir para desconectar o para conectar?

Escribir para volver a conectar con uno mismo y mantenerse en esa comunión el máximo tiempo posible. Y escribir para desconectar de los pensamientos circulares, las preocupaciones, el aburrimiento y de la banalidad de vivir de cara a la galería, intentando conseguir la atención y la aprobación de los demás, en vez de encontrar todo eso en nuestro propio interior.

En cuanto a los senior, ¿recomiendas que se fijen alguna meta para empezar a practicar tanto la meditación como la escritura?

Creo que la mejor meta que uno debe marcarse para integrar cualquier nueva disciplina en su rutina diaria es comprometerse de corazón con la práctica, fijarse un horario concreto y estar dispuesto a disfrutar del proceso y del camino cada día en lugar de obsesionarse con los progresos y los resultados. La meditación, por ejemplo, es un buen detector de cómo estamos en cada momento y no hay dos meditaciones iguales.

¿Qué podrías aconsejar a las personas de 50 o 60 años que quieren empezar?

En mi libro se puede encontrar una pequeña guía básica de meditación, en la que se explica la postura y la actitud y se dan algunas recomendaciones muy sencillas para empezar desde cero. Es importante acostumbrarse a meditar en soledad y también contactar con grupos de meditación de algún centro reconocido, que fomenten la independencia de pensamiento y no estén comprometidos con ninguna creencia religiosa. 

En cuanto a la escritura, vivir con un pequeño cuaderno en el bolsillo y un bolígrafo en la mano es una buena forma de aprovechar ratos perdidos de la jornada o de convertir cualquier experiencia en material literario. En el libro de “Meditación y creación literaria” también se muestra cómo aprovechar los recursos propios –la atención, los sentidos, la interiorización o la observación y la comprensión de las emociones– para escribir de una forma más creativa, personal y reveladora.

¿Puedes explicarnos algunos ejercicios para empezar a practicar?

Podemos comenzar con algo tan sencillo como sentarse en un lugar tranquilo, cerrar los ojos y dirigir la atención a la respiración, sin intentar cambiarla ni alterar su ritmo. Esta sencilla práctica es ya un potente estabilizador del estado de ánimo y una forma de fortalecer la capacidad de concentración. Seguramente la atención se irá detrás de cualquier pensamiento. Cada vez que esto suceda debemos devolverla a la respiración con amabilidad y sin juzgar.

La mejor meta es comprometerse de corazón con la práctica, fijarse un horario y estar dispuesto a disfrutar del proceso

El segundo ejercicio me gustaría dedicarlo a cultivar una relación sana con uno mismo. Siéntate, como en la práctica anterior, en un lugar libre de ajetreo y ruidos. Con los ojos cerrados piensa en la persona que más quieres de este mundo. Aprecia la paz y calidez de ese amor y descansa en él durante algunos minutos. Después, poco a poco, comienza a dirigir ese sentimiento profundo hacia ti mismo y empieza a sentirlo dentro de ti. Disfruta de esa luminosidad amorosa que te envuelve. Conecta con toda esa ternura y cariño y siéntela como una manta suave que te mima, te arropa y te protege. Mantente en la práctica el tiempo que desees y, después realiza tres respiraciones profundas, mueve las dedos de los pies y de las manos y, poco a poco, abre los ojos. Este protocolo de salida es conveniente hacerlo en todas las prácticas de atención plena y meditación.

Y por último, un ejercicio que combina ambas disciplinas y tiene como objetivo seguir trabajando la autoestima. Se trata de escribir una carta a tus defectos y a los aspectos de tu carácter que menos te gustan. Aprovecha para mostrarles tu complicidad y aceptación. Deben sentirse comprendidos y queridos como otras partes de ti que gozan de tu aprecio. Reflexiona sobre cómo cada uno de ellos puede trabajar a tu favor si encuentras el modo correcto de apreciarlo y reconducirlo. Prueba a convertir el egoísmo en autoestima y mejora personal; el afán de perfeccionismo, en fuerza de voluntad para ser un artista en todo lo que te propongas y la posible dispersión en una aliada para relacionar conceptos que nada tienen que ver y ser más creativo. Continúa buscando “nuevas tareas” para otras debilidades el tiempo que necesites. No descartes el humor en tu misiva. Es un potente lubricante que ayuda a gestionar los asuntos delicados con menor aspereza y dramatismo.