La finca de La Baltasara y su residencia de creadores: así se repartirá la herencia de Antonio Gala

Era día de elecciones, pero las urnas y los votos terminaron eclipsados. El mundo de las letras se ha vestido de negro tras la muerte de Antonio Gala a los 92 años tras una extensa carrera como novelista, poeta y ensayista que lo encumbró como uno de los grandes nombres de las letras españolas. Discreto con su vida personal, poco se había sabido de él en la última década, en la que convivió con un cáncer, pero encontró un refugio en su finca malagueña La Baltasara.

La Baltasara, su refugio de paz

La Baltasara, ahora convertida en Casa Museo Antonio Gala, fue durante un tiempo el lugar donde encontró la tranquilidad que necesitaba para afrontar su enfermedad. Se trata de un cortijo del siglo XVIII situado a las afueras de Alhaurín el Grande. Un lugar al que poca gente entró porque era su refugio, donde encontraba la tranquilidad y la paz que necesitaba.

Pero en 2021 le dio un vuelco y la abrió al público al convertirla en Casa Museo con la intención de que cada uno de sus rincones inspiren a la gente de la misma forma que le han inspirado a él.

La finca de Antonio Gala ocupa unos 30.000 metros cuadrados, con una vivienda principal y otras edificaciones con arquitectura típica malagueña rodeadas de jardines y huertos. Precisamente la vivienda principal es el lugar que más interés despierta, ya que es donde se conserva gran parte del mobiliario y objetos del escritor que le inspiraron para escribir en La Baltasara.

La Fundación en la que vivió sus últimos años

El escritor también creó la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores en Córdoba, que parece ser que heredará La Baltasara. “En el Convento Corpus Christi, construido y crecido biológicamente en Córdoba, en el siglo XVII, donde durante siglos se levantó la reflexión y el amor más espiritual, se instalarán las ansias, los deseos, los proyectos, el temblor y la luz de jóvenes creadores que llevarán después, vayan adonde vayan, el fértil recuerdo de su estancia”, dijo el dramaturgo.

Precisamente el convento que acoge su Fundación y donde ha vivido los últimos años, será testigo de su capilla ardiente a lo largo del día. Ese lugar era un sueño cumplido para Antonio Gala, un espacio en el que reunir a jóvenes artistas de diferentes ámbitos de cualquier lugar del mundo para que viviesen allí con un único objetivo: crear, generar sinergias y dejarse llevar.

Son ya más de 300 los artistas que han pasado por ese convento que rebosa arte por los cuatro costados. Y lo mejor, con éxito, ya que las jóvenes promesas que han salido de su Fundación reúnen unos 90 premios con unas carreras aún precoces. Ahora la Fundación Antonio Gala seguirá luchando por cumplir con el sueño del escritor, que el arte se siga expandiendo y que los jóvenes tengan un lugar donde desarrollar sus habilidades libremente y dar rienda suelta a lo que llevan dentro, a expresarse a través del arte.