Matilde Martínez, editora por emoción: "Ha costado años que se valore lo que publica una señora de 70 años"

  • Letra herida desde siempre, decidió volcarse en un proyecto editorial que la ha llevado a publicar ya más de 100 títulos a lo largo de esta década

  • Hace diez años, Martínez, una maestra jubilada, decidía con 65 años emprender la aventura de su vida

  • Godall es una editorial que, además de buscar la excelencia literaria, a nivel empresarial "apuesta por el bien común"

En el amplio espectro del mundo editorial español, dominado sin embargo por dos grandes grupos, Godall es una 'rara avis'. Catalana, descentralizada, personal. Capitaneada además por una editora de 75 años que se confiesa más curiosa que nunca y más empecinada en encontrar buena literatura. No es lo habitual en un mercado dominado por 'angry young men (o women)' obligados a lidiar tanto con los números como con las letras.

Y no es que Martínez no busque la rentabilidad. Ocurre simplemente que lo hace desde otro lugar, aprovechando las ventajas que le da haber iniciado este proyecto después de haberse jubilado en el magisterio, y capeando las desventajas de un entorno muchas veces hostil. Su catálogo, además, privilegia sobre todo el libro en catalán, pero tiene también una robusta sección de libros en castellano y traducciones a ambas lenguas. Una serie ecléctica de títulos que responden a un criterio personal formado en décadas de lectura.

¿Qué te llevó a crear Godall a una edad en la que otros piensan en el retiro?

Una dosis de ganas de vivir algo nuevo ¿por qué no puede haber vida creativa después de la jubilación? Una dosis de pasión empezar un proyecto ilusionante y una dosis de inconsciencia. Las tres juntas.

¿Por qué te interesaba el mundo editorial?

Empecé a interesarme a partir de mi trabajo como free-lance para una editorial de libros para aprendizaje de lenguas extranjeras. Allí empecé a vivir la maravilla que supone el camino que va del manuscrito al texto impreso.

¿Hubo gente que intentó disuadirte de esta ‘locura’?

Solo un par de editores me comentaron, uno, que con la poesía no se obtiene ningún beneficio; otro, que la literatura catalana en castellano no tiene público. Nadie intentó disuadirme. Solo fueron dos comentarios entre los muchos que recibí de apoyo.

Un rincón desconocido 

¿Que significa exactamente Godall?

Godall es un pueblo del Montsià, la comarca más meridional de Cataluña, limítrofe con Castellón. A parte del Delta del Ebro (que en su orilla sur pertenece a esta comarca), el Montsià es una comarca desconocida por casi todo el mundo (catalanes y no catalanes); es una comarca agrícola -básicamente dedicada al cultivo del olivo, el almendro, el algarrobo y cítricos- en fase de despoblación, con el PIB muy bajo y nada turística. Sobre ella y sus pueblos pesan el desconocimiento y los prejuicios.

¿Y qué te llevó allí?

El azar. Hace veinte años, encontramos en Godall una casa de pueblo que compramos y de la que hicimos nuestra segunda residencia. Las estancias en el pueblo nos llevaron a ir cambiando nuestra mentalidad de urbanitas, a descubrir toda la riqueza cultural y medioambiental que encierran estas tierras así como su problemática económica. Hemos sido bien acogidos por el pueblo que nos consideran sus "forasteros adoptados".

Y entonces decidiste llamar así a tu proyecto editorial...

Poner el nombre de Godall a la Editorial fue un acto de gratitud hacia todo lo que el pueblo nos ofrece y nos ha hecho descubrir. Poner en el mapa literario de mundo el nombre de un pequeño pueblo nada conocido creo que es un acto de justicia y de descentralización (no toda la cultura pasa por las grandes ciudades) y coherente con el proyecto editorial: Godall está rodeado de campos de olivos y en su tèrmino municipal hay todavía ejemplares milenarios) el olivo de nuestro logo alude a la resistencia y a la mediterraneidad; el nombre de Godall, a nuestra voluntad descentralizadora y apegada a la tierra, a la proximidad, a hacer visible aquello que no lo es (dar visibilidad a las mujeres escritoras, a las lenguas minorizadas, a la poesía). 

Una curiosidad incesante

Pasados los setenta años ¿se mantiene viva la curiosidad por la buena literatura?

Es algo que no caduca, al contrario. Al menos en mí, que siempre he sido una persona muy curiosa.

¿Qué tiene que tener un libro para seducirte como editora?

Me tiene que interpelar, emocionar o enamorar. Quizá no todo el libro, pero sí algunos, bastantes, aspectos. Tengo que encontrar en él una chispa distinta, que encienda algo en mi mente, en mi cuerpo.

¿Cómo definirías vuestra línea editorial?

Dar a conocer, o sea, compartir con el público, obras o autorxs desconocidxs que me gusten. A nivel de funcionamiento como empresa: no explotar a nadie, pagar bien por los trabajos realizados, practicar los principios de la economía del bien común y cuidar las relaciones personales.

¿Cómo sobreviven las editoriales pequeñas como Godall en un sector editorial que es acaparado por los grandes grupos)?

Con voluntad, tozudez, imaginación, mucho trabajo y un equilibrio de surfista en un mar agitado. A la larga, no sé yo si es posible sobrevivir.

¿Qué ventajas (y desventajas) tiene iniciar un negocio o empresa a tu edad?

Las ventajas de empezar una empresa a esta edad son: una: la jubilación (cobrar una pensión es muy importante porque no dependo económicamente de la editorial); otra: no tener obligaciones familiares (hijos para criar y educar: alimentación, recibos de extraescolares, de libros, de ropa, de másteres, etc) y la tercera: no tener que luchar para que se hable de mi persona públicamente en las redes o en el mundo editorial. Quiero que se hable de la editorial, pero de mí, no. Los jóvenes editores son mucho más agresivos porque necesitan hacerse un "hueco" en el marasmo del mundo cultural. Este hecho me da ventaja pues no me angustia, al contrario, me libera, no tener que aparecer públicamente.

¿Y te has topado con el edadismo?

Con el edadismo, el clasismo, el machismo... Ha costado años que se valore lo que publica una señora de más de 70 años que no viene del mundo de la edición ni de familia de editores. Creo que la última ventaja que mi edad me aporta es que soy mucho más resolutiva, asertiva y lúcida que cuando era joven , y la vida me ha enseñado a no empantanarme en temas irresolubles ni en relaciones tóxicas. Otra desventaja (además de la poca importancia que dieron a mi editorial, al principio, que ya he citado más arriba) es que yo no venía del mundo de la empresa (era funcionaria) y he tenido que aprenderlo TODO, con la consiguiente pérdida de tiempo que supone el proceso ensayo-error .

¿Qué le dirías a la Matilde que se planteaba iniciar Godall hace unos años?

Que se apunte corriendo a un curso o a un postgrado de edición.

¿Y a la que aún no tenía idea de que sería una editora?

¡Sorpresas te da la vida! Trabajarás en algo que ni te imaginas.