La alucinante historia de todo lo que hemos mandado al espacio: "En 50 años estará al alcance de muchos"
El escritor y divulgador científico Rafael Clemente recorre en 'Más allá de la Tierra' (Cúpula) los avances tecnológicos y científicos que han permitido explorar los planetas del sistema solar
"El hechizo de lo desconocido y el deseo de descubrir nuevos horizontes es un impulso que ha movido al hombre desde que salió de las cavernas"
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"Exploramos para encontrar, pero también para ser encontrados”, dice el astrofísico Ulisses Barres para justificar esa fascinación que el hombre ha tenido desde siempre por alcanzar las estrellas. La necesidad del ser humano de comprender el mundo en el que vive está en el origen de la exploración espacial. Y de todas esas historias, secretos y anécdotas que han dado forma a la gran aventura del hombre adentrándose en el espacio exterior a través de satélites y robots se ha nutrido el escritor y divulgador científico Rafael Clemente para escribir 'Más allá de la Tierra' (Libros Cúpula).
Clemente fue uno de esos jóvenes cautivados por la exploración de otros mundos. Fue de los que vivió en directo la llegada del Apolo 11 a la Luna el 20 de julio de 1969, un hito que marcó a todos los niños y adolescente de la generación del 'baby boom', y fue testigo de la carrera espacial posterior. No en vano es autor de dos de los libros más completos que se pueden encontrar al respecto: 'Un pequeño paso para el hombre' (Cúpula, 2019), y 'Los otros vuelos a la luna' (Cúpula, 2020).
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Ahora va un paso más allá y se lanza a trazar un recorrido por los avances tecnológicos y científicos que han llevado a la humanidad al infinito y más allá. " El primer libro se centraba en la preparación y primer viaje a la Luna; el segundo, sobre los seis vuelos tripulados que le siguieron. Ahora le ha tocado el turno a otro tipo de exploración, centrada en las sondas automáticas que han explorado los planetas y otros cuerpos del sistema solar", nos explica el propio autor.
¿Por qué la generación de los mayores de 50 siempre ha tenido fascinación por la carrera espacial?
Esa generación vivió los inicios de la era espacial: El primer Sputnik, los vuelos de Gagarin, Glenn o Tereshkova y la carrera hacia la Luna. Aunque muchos no sean conscientes de ello, ha formado parte de su experiencia vital, como la transición española, el muro de Berlín o la desintegración de la Unión Soviética.
¿Crees que los más jóvenes comparten esa atracción por el espacio o lo ven ya muy distinto?
Creo que esa fascinación se mantiene en las nuevas generaciones. Supongo que es el hechizo de lo desconocido o el deseo de descubrir siempre nuevos horizontes. Es un impulso que ha movido al hombre desde que salió de las cavernas.
¿Sigue valiendo la pena salir al espacio?
Sin duda. La tecnología espacial es un catalizador que genera enormes avances en muchos otros campos. La fotografía digital, el navegador que llevamos en el coche, los microprocesadores, las imágenes meteorológicas que vemos en la tela o el partido de tenis en Australia al que asistimos en directo… Todos son avances que tienen su origen en el esfuerzo espacial. Aunque sea un tópico muy manido, hasta el recubrimiento que impide que la tortilla se pegue en la sartén nació para resolver ciertas necesidades de la industria aeroespacial.
¿Qué misiones espaciales recientes consideras más importantes?
La llegada a la Luna marcó de alguna manera el fin de la época heroica de la astronáutica. Después, el espacio fue perdiendo ese aura de aventura romántica para ir convirtiéndose en una industria más. Las estaciones espaciales son laboratorios donde se realizan experimentos, muchas veces patrocinados por empresas privadas con claros objetivos industriales.
Lo que aún no ha perdido ese carácter de aventura en busca de lo desconocido son las misiones hacia los planetas. Ningún astronauta ha ido allí pero docenas de robots nos han enviado informaciones e imágenes sorprendentes que han permitido descubrir mundos nunca imaginados.
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Los monstruosos volcanes de la región marciana de Tharsis, los acantilados de hielo de Miranda y las islas de azufre en lagos de lava en Io. Todos ellos, descubiertos gracias a imágenes enviados por sondas automáticas.
¿Qué tipo de misiones serán las más decisivas en los próximos diez años? ¿Qué queda por explorar?
Queda mucho, muchísimo por explorar. Suficiente para mantener ocupados a generaciones de astrofísicos. Pero también es cierto que estos últimos 50 años nos han permitido vislumbrar un poco los paisajes de todos los planetas y sus principales satélites.
¿Qué incógnitas sobre el espacio esperas que se resuelvan en los próximos años?
Cada misión que se lanza tiene sus propios objetivos y las incógnitas que espera resolver. Ahora mismo hay una sonda europea que se dirige a explorar las lunas heladas de Júpiter, otra va en camino a los asteroides troyanos, otra más y el mes se acerca a Psique, un asteroide metálico y el mes próximo despegará otra dirigida a estudiar el océano oculto de Europa.
¿Cuánto de cerca (o de lejos) estamos de poder colonizar Marte, como en ‘Desafío total’?
Muy lejos. Marte es un destino muy difícil, muchísimo más que la Luna. En lugar de ‘Desafío total’ me parece más realista ‘El marciano’
¿Y el turismo espacial? ¿Lo ves viable?
Ya es una realidad y lo será cada vez más a medida que los cohetes reutilizables reduzcan el coste de cada lanzamiento. La empresa Axiom tiene planes para instalar un hotel a base de módulo inflables acoplados a la estación espacial internacional. Cuando ésta se deseche y se envíe a caer al océano, el hotel se desenganchará y continuará orbitando la Tierra por sus propios medios para continuar acogiendo huéspedes.
¿Qué opinas de las misiones tripuladas por multimillonarios como la de Elon Musk?
Hace poco más de un siglo, muchos de los pioneros de la aviación (Santos Dumont, Roland Garros, Louis Bleriot) eran millonarios o, al menos, disponían de recursos suficientes para construir sus propios aviones. No podían imaginar que estaban poniendo los cimientos de una industria que hoy mueve a millones de pasajeros alrededor del mundo. Deberíamos aplicar una perspectiva semejante para juzgar a los millonarios que hoy arriesgan su dinero y sus vidas en estas primeras salidas al espacio.
¿Crees que terminaremos encontrando vida extraterrestre en algún momento?
Vida, sin duda. Estadísticamente todas las probabilidades están a favor. En cuanto a vida inteligente, ese ya es otro asunto. Hay quien dice que no existe, ni siquiera en la Tierra.
¿Por qué todavía hoy se sigue pensando que la llegada del hombre a la Luna fue un montaje?
La mayoría de los que defienden esa idea ni siquiera habían nacido cuando ocurrió. Supongo que es el placer de sentirse en posesión de una “verdad” que solo unos pocos elegidos conocen. Como que la Tierra es plana; o hueca; o ambas cosas a la vez.
¿Por qué no hemos vuelto desde 1972?
Porque es una empresa muy cara y hoy no existe la motivación política de entonces. Era una cuestión de prestigio nacional que justificaba cualquier gasto. Veremos si con la irrupción de China en el retorno a la Luna volvemos a asistir a una segunda edición de la carrera que entonces protagonizaron Estados Unidos y la URSS
¿Cómo ves el futuro de la exploración espacial de aquí a 50 años?
Cada vez más industrializado y con más participación de las empresas privadas. Y con el uso generalizado de cohetes recuperables, que redundará en una reducción espectacular de los costes de lanzamiento. Eso pondrá el espacio al alcance de muchos usuarios que hoy si siquiera pueden soñar con ello.