Tintín, una pasión coleccionista millonaria: “Un señor de Hong Kong se gastó 9.000 euros en la tienda”
Enric Reverté es coleccionista de Tintín y dueño de Cantonet, una tienda dedicada en exclusiva al mítico personaje de Hergé
Cuando él comenzó con su particular pasión “no podía comprar ni un llavero” pero ahora tiene piezas de un valor incalculable
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El universo de Tintín no solo está compuesto por sus 24 álbumes inolvidables, sino también por una rica cultura de coleccionismo que une a fanáticos de todas las edades. Enric Reverté, coleccionista apasionado y dueño de Cantonet, una tienda de coleccionismo en Barcelona, es uno de los nombres destacados en este singular nicho. “La tienda surgió de la reflexión de que, como no puedes tenerlo todo, al menos puedes hacer que pase por tus manos”, explica para ponernos en situación.
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Su trayectoria de casi dos décadas recopilando cualquier objeto relacionado con el periodista del flequillo rubio, nos ofrece una ventana al mundo de los ‘tintinólogos’, donde cada pieza cuenta una historia, y cada adquisición refleja una dedicación que va mucho más allá de lo material.
Para Enric, el coleccionismo de Tintín nunca ha sido solo un pasatiempo. Es un proyecto de vida ahora compartido con su esposa. En su momento llegaron a tener seis vitrinas repletas, con unas 2.000 o 2.500 piezas. Sin embargo, con el tiempo, han ido puliendo la colección, vendiendo piezas menos valiosas o cambiándolas por otras más exclusivas como una carta postal que Hergé enviaba a sus amigos cada año firmada de su puño y letra o una figura de plomo, parte de una serie original también firmada por el artista.
“Sin el apoyo de mi mujer, la colección sería imposible. Ella es una parte fundamental de todo esto. Cuando me regala algo de Tintín, la primera en sentirse feliz es ella. Nuestra colección es un proyecto muy compartido y deseado. No es solo algo material, sino un vínculo que disfrutamos juntos”, afirma.
Cada pieza adquirida, desde un llavero hasta un grabado tipográfico único, es una expresión de cómo el universo de Hergé se ha integrado en su vida cotidiana. Incluso su perra Milú, que fue declarada ‘Milú oficial de Tintín’ en la Grand Place de Bruselas por la viuda de Hergé, forma parte de esta narrativa compartida.
Los inicios, cierto es, no fueron fáciles. “El coleccionismo tiene varias etapas. Comienza con el deseo, cuando no puedes permitirte nada, como me pasó en mi juventud. Recuerdo ir a una tienda en Barcelona y salir con las manos vacías porque no podía comprar ni un llavero. Después, con los años, mi situación cambió y mi colección pasó de piezas comunes a auténticos artículos museísticos. Por ejemplo, tengo grabados tipográficos originales con los que se imprimían los lomos dorados de las primeras ediciones de Tintín. Estas son piezas únicas, de las que solo existen esos ejemplares”.
Recuerdo ir a una tienda en Barcelona y salir con las manos vacías porque no podía comprar ni un llavero
El coleccionismo, en palabras de Enric, “es una mesa con muchas patas y para mí llegó a ser como un ansiolítico porque yo tenía un taller de artes gráficas, donde se movía mucho dinero, pero mi refugio era Tintín”.
Un mercado global y diverso
El coleccionismo de Tintín tiene un alcance global. No hay que olvidar que cada año se venden más de tres millones de ejemplares de sus cómics en alguno de los más de 100 idiomas a los que han sido traducidos. En subastas en ciudades como París, piezas icónicas como la portada original de 'El loto azul' han alcanzado precios de hasta 3,5 millones de euros. “Con la incorporación al mercado de los ‘tintinólogos’ de países como China, Estados Unidos y los Emiratos Árabes los precios se han disparado”, explica Enric.
En su propia tienda, también han tenido lugar compras destacadas. “Un cliente de Hong Kong gastó 9.000 euros en una tarde. Se llevó muchas cosas, pero entre ellas una litografía firmada y un juego de ajedrez de plomo. Su interés no era solo por afición o pasión, sino que veía las piezas como una inversión. Me decía que su hijo era un apasionado de Tintín y que él sólo miraba cómo gastar bien su dinero. La pieza más cara que he vendido fue un jeep rojo del álbum 'El oro negro' por 4.500 euros”.
La pieza más cara que he vendido fue un jeep rojo del álbum 'El oro negro' por 4.500 euros
Pero no siempre fue así: “El primer año y medio fue muy duro sostener la tienda. Mostrabas a los clientes un objeto pequeño y les decías que costaba 800 o 1.000 euros y te miraban como si estuvieras loco. Fue crucial educar al público sobre el valor de las piezas”.
Enric reconoce que el negocio va más allá de la tienda: “En mi faceta de marchante, he trabajado con colecciones importantes. A un señor de Andorra, en dos años y medio, le ayudé a reunir una colección que superaba los 100.000 euros. La tienda física es solo una excusa; el verdadero negocio está fuera, como ocurre con los anticuarios.
La fascinación de Enric por Tintín nació en su infancia, cuando sus tíos, dueños de una librería, le regalaban los cómics en cada cumpleaños o cada Navidad. “Tintín era un héroe alcanzable. En esa época, con 14 años ya eras adulto, y todo lo que hacía él, como conducir o viajar, parecía posible. Tintín era la persona que yo quería ser pero la vida no me dejó”, recuerda nostálgico. Aunque los títulos se agotaron por la crisis creativa de Hergé, su conexión con el personaje nunca desapareció.
Uno de sus recuerdos favoritos es 'La Isla Negra' (su título favorito), una aventura que mezcla falsificación de billetes y misterio. Curiosamente, Enric trabajó en artes gráficas, lo que le conectó aún más con el relato. Su personaje favorito, sin embargo, es Oliveira de Figueira, un vendedor incansable con el que se identifica plenamente.
Piezas únicas y su valor simbólico
Con los años, Enric ha transformado su colección en un verdadero museo personal. Entre sus piezas más preciadas se encuentran grabados tipográficos originales utilizados en las primeras ediciones de los álbumes de Tintín. Estos objetos, según él, son invaluables por su historia y rareza. A pesar de ello, Reverté comenta que no la tiene asegurada porque “sería ruinoso”.
Sin embargo, no todo es lujo. La chispa de su colección nació con un regalo de su esposa: un jarrón chino de Tintín, aunque era falso. “En el coleccionismo de Tintín no se desprecia nada. Cada objeto tiene su lugar y valor emocional”, asegura.
El coleccionismo no está exento de retos. Enric recuerda cómo tuvo que retirar un producto navideño de su tienda —el caganer de Tintín— tras recibir una carta del departamento jurídico de Moulinsart. “La carta con la que me invitaban a retirar el producto ahora está enmarcada como una curiosidad”, comenta entre risas. Este tipo de incidentes refleja la fiscalización estricta del uso de los derechos de imagen de Tintín.
Tintín no solo ha influido en su vida personal, sino también en proyectos creativos y colaboraciones únicas. Enric, por ejemplo, ha tratado gracias a su pasión por Tintín con figuras como Arturo Pérez-Reverte y Antonio Resines, ilustres seguidores de las aventuras de este mítico periodista, llevando el universo de Hergé más allá del papel.
“Salimos mencionados en un libro de Arturo Pérez-Reverte, Línea de fuego, donde aparece un personaje llamado Tonet (en referencia a su tienda), un niño mensajero que, según él, está inspirado en la figura de Tintín. Además, he tenido el honor de nombrar tanto a Pérez-Reverte como a Antonio Resines como cónsules honorarios de Syldavia (reino imaginario que aparece en varias de las aventuras de Tintín)”, apunta.
He tenido el honor de nombrar tanto a Pérez-Reverte como a Antonio Resines como cónsules honorarios de Syldavia
Mirando hacia adelante, Enric reconoce que atraer a nuevas generaciones es un reto. “La competencia con videojuegos y otros productos culturales es feroz. Aunque han lanzado videojuegos como 'Los cigarros del faraón', no es suficiente para competir con gigantes del entretenimiento”, reflexiona.
Sin embargo, su pasión y dedicación al legado de Tintín siguen intactas. Cada pieza que vende o adquiere es un testimonio de su amor por el personaje y las historias que lo han acompañado durante toda su vida.
El coleccionismo de Tintín no es solo una acumulación de objetos; es una forma de conectar con un universo lleno de aventura, creatividad y cultura. Para Enric Reverté, cada figura, libro o recuerdo es una puerta a un mundo de posibilidades. Como dice él, “Tintín no es solo un negocio, es un mundo en el que cada pieza cuenta una historia”.