Guía práctica para ponerse a escribir libros pasados los 45

  • Nunca es tarde para escribir el o los libros de tu vida. Para ello, lee, fórmate, atesora momentos y deja que llegue el tiempo adecuado

Si alguna vez lo has intentado, lo sabes: escribir nunca ha sido sencillo. Todo el mundo tiene una historia dentro, pero lo que no tenemos dentro, en la mayoría de los casos, es la paciencia, la habilidad o las herramientas para poder ponernos a ello. Sin embargo, hay algo que desde luego no debe influir en tus ganas de luchar contra la página en blanco, y eso es la edad.

A la escritura se le atribuye un cierto halo místico, como si escribir fuera únicamente producto de la inspiración, pero hay algo que se olvida demasiado a menudo y que los que saben de verdad de qué va esto, repiten a la menor ocasión: crear es un 10% de talento y un 90% de disciplina y trabajo. Peter Kaldheim, autor de 'El viento idiota' (Temas de hoy, 2020), autobiografía que publicó a los 70 y que era su primera obra, nos cuenta que "en 2002, unos pocos meses después de que mi tercer matrimonio se rompiera, decidí darle buen uso a la desacostumbrada soledad de la que ahora disfruto en mi hogar, y por fin hice el primer intento de escribir las memorias que mi amigo Gerry siempre me había pedido que escribiera. Trabajé durante un año en el primer borrador, pero me costó encontrar la voz 'adecuada' para la narración y después de escribir unas 100 páginas, que para nada me satisficieron, las metí en un cajón y me olvidé".

Escritura, disciplina y catarsis

Sin embargo, esa semilla continuó ahí el tiempo suficiente como para volver a brotar, esperando el momento adecuado, que en el caso de Kaldheim fue una tragedia: "el proyecto permaneció en el cajón durante 12 años. En 2015, tras haber perdido a mis dos hermanos a causa del cáncer en la misma semana, Gerry Howard volvió a insistir, en que lo intentara, porque me ayudaría a sobrellevar el dolor. En noviembre de 2015 me senté al teclado y empecé de cero. Para mi sorpresa, terminé el primer capítulo en un mes y los capítulos siguientes no dejaron de fluir, hasta ese memorable día de septiembre de 2016 en que escribí la última línea y grité de alegría al ver que había terminado un proyecto que me llevó 30 años de mi vida".

En realidad, fue ese año de sentarse cada día delante del ordenador el que hizo que finalmente esa idea de escribir se convirtiera en una realidad. Kaldheim tenía una historia bullendo en su cabeza y casi sin darse cuenta, había pasado años construyendo la estructura y ensayando un estilo. Y finalmente lo encontró.

La lectura y otras herramientas afiladas

No se trata de convertirse en un narrador genial, pero si tienes una historia y ganas de contarla, nunca es tarde. NUNCA, que os quede claro. Ahora, eso sí: si no habéis escrito antes, empezad por el principio. Por hacerle un favor a los lectores y lectoras obligados que vas a tener (familia y amigos) y por si te da por intentar publicar, haz un curso de escritura creativa. Aprende sobre estructura, línea narrativa, desarrollo de personajes… Para poder escribir tienes que tener las herramientas bien afiladas y una base en la que poder apoyarte. Nadie nace enseñado y esto no es un 'arte': es un oficio.

También lee, lee a raudales, lee como si no hubiera un mañana, lee hasta que se te mezclen los argumentos de los libros en la cabeza y no sepas si esas pilas para la radio pequeña que estás buscando desesperada por la casa son para ti o de repente has incorporado la ansiedad que la protagonista de esa novela que estás leyendo tiene porque se le han acabado y ahora no puede escuchar música. Lee.

Puedes empezar por leer, por ejemplo, a estas cinco autoras y autores que publicaron ya bastante tarde en la vida, y así te animas, porque como decíamos, es posible:

  1. Giuseppe Tomasi di Lampedusa. El genial autor de 'El gatopardo' empezó esta obra maestra con 58 años y la acabó a los 60. No consiguió publicarla en vida, pero cuando finalmente vio la luz, la novela tuvo un éxito sin precedentes.
  2. Isaak Dinensen, el pseudónimo que utilizaba la danesa Karen Blixen, no se puso con lo de 'Yo tenía una granja en África…' hasta pasados los 50. Y mira qué bien estaban Meryl Streep y Robert Redford en la peli que nos enamoró a todos y todas.
  3. La primera novela de J.R.R. Tolkien, 'El hobbit' se publicó cuando el autor tenía 45 años; muchos años más tarde, cuando Tolkien ya contaba 63 primaveras, sacó el primer volumen de 'El señor de los anillos', que lo convirtió en inmortal.
  4. Un caso contemporáneo: Elena Ferrante, quien con 49 años empezó su primera novela, 'El amor molesto', pero a quien el éxito de la tetralogía napolitana le llegó con la publicación de 'La amiga brillante', cuando ella tenía 63 años.
  5. Raymond Chandler, el genial Raymond Chandler de 'El sueño eterno', publicó esta, su primera novela, cuando ya había soplado 51 velitas.

La distancia que otorga la experiencia

Y es que la madurez le dio a Kaldheim perspectiva: "En 2015 ya estaba cerca de mis 67 y por fin había adquirido la distancia emocional suficiente como para escribir de manera honesta sobre un periodo muy problemático de mi vida". Cumplir años son todo ventajas.

Hasta existen maneras de encontrarte con otros que están como tú. La página web Bloom está enteramente dedicada a autores y autoras que han publicado tarde, pero bien. Su lema es una provocación para todos aquellos afectados por el tan común síndrome edadista que decide qué es lo que puedes hacer de acuerdo con el momento de tu vida en que estés en cada momento: tarde, ¿según quién?

Concluyamos, pues, que jamás es tarde ni temprano para ponerse a contar una historia y que a alguien le interese. Ya lo escribió Agota Kristof en 'Claus y Lucas':

"Solo tengo 50 años. Si dejo de fumar y de beber o, más bien, de beber y de fumar, podría escribir un libro. Muchos, no, pero un solo libro, quizás sí. Estoy convencido, Lucas, de que todo ser humano ha nacido para escribir un libro, solo para eso. Un libro genial o un libro mediocre, da igual, pero el que no escriba nada es un ser malogrado, que ha pasado por la tierra sin dejar ninguna huella".

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