Mi Federico, por Lola Martínez de Albornoz

  • Lola Martínez de Albornoz, editora de 'Federico' (Lumen), la biografía del poeta creada por Ilu Ros, nos cuenta su emocionante relación con la figura de Lorca a lo largo de las últimas décadas, en las que ha tenido la ocasión de conocer de cerca a su sobrina Laura

  • "Federico me ha acompañado tan a menudo que a veces lo he sentido como a un familiar"

  • "Nadie mejor que Ilu Ros podía darle voz y movimiento al hombre, hermano, amigo, hijo, amante que fue Federico"

Recuerdo muy bien aquella mañana de hace casi treinta años en que subí por primera vez la Colina de los Chopos, junto a Gonzalo Armero. Íbamos a visitar a Manuel Fernández Montesinos, que dirigía la Fundación Federico García Lorca y nos quería enseñar la correspondencia entre Federico y Benjamín Palencia para su eventual publicación en la revista Poesía.

Subí la empinada cuesta con el corazón alborotado, mientras Gonzalo me iba señalando los edificios: "Aquí vivía el director de la Residencia de Estudiantes, Alberto Jiménez Fraud", "por ahí discurría el canalillo que regaba las huertas junto al hipódromo", "estas son las adelfas que plantó Juan Ramón", "en estos pabellones gemelos estaban los dormitorios, y en aquel se encontraba el salón de actos donde dieron conferencias Howard Carter, Albert Einstein o Marie Curie, y en el que se hallaba el piano que tocaba Federico". Aquella visita tuvo algo de experiencia mística, me pareció estar en el escenario vivo de una España que había brillado con fulgor y se había apagado tristemente, y creí notar la presencia de la figura que mejor simbolizaba las luces y las sombras de esa España: Federico.

Desde entonces, Federico me ha acompañado tan a menudo que a veces lo he sentido como a un familiar. Trabajé con Gonzalo en el número monográfico de Poesía dedicado a él y en una exposición portátil que recorrió medio mundo con motivo de su centenario, así como en los libritos que fueron conformando la colección Huerta de San Vicente, con sus preciosas cubiertas de rayas de colores. Tuve la fortuna de conocer a Laura García Lorca, de contar con su preciada amistad y de comisariar una exposición sobre Arthur Rimbaud en la Huerta de San Vicente.

¿Qué representa Lorca para los españoles?

A menudo me he preguntado por qué Federico me conmueve de tal manera, y si lo que me ocurre a mí lo comparte más gente. ¿Por qué imanta de igual modo a niños, adolescentes y adultos? ¿Por qué nos resulta tan cercano? ¿Cómo tuvo que ser la experiencia de La Barraca, dirigida por aquel ser lleno de luz y de entusiasmo? ¿Qué hay en su teatro que nos interpela tan poderosamente? ¿Por qué Federico nos produce esa alegría inefable y ese dolor tan profundo? ¿Por qué lo lloramos y lo añoramos como si fuera un hermano? ¿Qué representa Federico para nosotros, los españoles?

A menudo me he preguntado por qué Federico me conmueve de tal manera

Creo que intuyo algunas respuestas, pero sin duda queda mucho por dilucidar, y por eso, al encargarme de la colección Lumen Gráfica hace algo más de tres años, andaba buscando un autor o una autora que pudiera asumir el reto de hacer una novela gráfica distinta sobre él. No es que hubiera un hueco en el mercado que fuera necesario llenar: su vida y su obra han sido escudriñadas por los cuatro costados en libros de todo tipo. ¿Pero cómo, sino en un nuevo libro, apagar esa sed de seguir intentando resolver su misterio? ¿Cómo no sentir la necesidad de volver a venerarlo y homenajearlo?

Afortunadamente, di con Ilu Ros, quien ya me había cautivado con su libro de debut, Cosas nuestras, en el que nos invitaba a una conmovedora charla de cocina con su abuela y reivindicaba la cultura popular y la memoria de nuestros mayores demostrando un sorprendente talento narrativo, artístico y casi cinematográfico.

¿No era el lenguaje cinematográfico el mejor para narrar a Federico? ¿No era el testimonio íntimo de sus coetáneos el que nos podría transmitir mejor su simpatía y su vitalidad? Definitivamente, nadie mejor que Ilu Ros podía darle voz y movimiento al hombre, hermano, amigo, hijo, amante que fue Federico, y rescatar ese imaginario hecho de cultura popular, de títeres de cachiporra, de romances, de canciones de cuna, de mujeres del pueblo, de sexualidad contenida, de vida, pasión y muerte.

En febrero, con el libro terminado, le hice llegar una galerada a Laura García Lorca, quien tuvo la generosidad de devolvernos las observaciones de su valiosa lectura, con pequeños detalles que solo un miembro de la familia podía conocer, y de felicitar a la autora por la asombrosa vivacidad de su narración, especialmente del testimonio de su tía Isabel.

El Federico de Ilu Ros ya está en la calle. Espero que muchos lectores encuentren en él a su propio Federico. Por mi parte, me siento feliz de haber logrado desentrañar un poco más su misterio y de tener la oportunidad de reencontrarme una vez más con él en la intimidad de estas hermosas páginas.

*Lola Martínez de Albornoz es editora de Lumen y Alfaguara.