Que la tensión reina entre los directivos populares es un secreto a voces. Los tira y afloja entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso se han intensificado y ambos han intentado rehuirse últimamente. Ha tenido que llegar el expresidente, Mariano Rajoy, para juntarlos y, además, en público. Ha sido a raíz de la presentación de su último libro, 'Política para adultos', las reflexiones de un ciudadano que ha dedicado más de la mitad de su vida a la política y que ahora observa, desde la barrera, el lío político nacional e internacional. Una reivindicación de la madurez en la política ante los riesgos del populismo y parece que, hasta un tirón de orejas a las cabezas visibles del que ha sido el partido de su vida. Desgranamos algunas de sus frases más relevantes.
"La política debiera aportar certidumbre, sobre todo en momentos de zozobra. ’Política para adultos’ no significa política para viejos. Significa política hecha por personas responsables para ciudadanos responsables (…) El populismo, con sus falsedades y su polarización, nos aleja de esa condición de ciudadanos adultos que nos promete un mundo sin límites y sin responsabilidad".
"Esto de los líderes carismáticos siempre me ha producido cierta prevención; nunca he sentido ese tipo de fascinación por ningún político y tampoco he pretendido ejercerla sobre nadie (…) Esa capacidad de seducción que ciertas personas – sobre todo los periodistas- reclaman a los políticos como si fueran estrellas de rock siempre me ha resultado algo muy poco recomendable".
"Si los populistas y los demagogos han podido hacer carrera con facilidad en nuestras sociedades modernas es porque han sabido manejar mejor que los demás determinados tipos de lenguaje y códigos de comunicación. Ellos son beneficiarios de una nueva cultura predominante: la hiperemotividad. Ya no es la racionalidad lo que dicta buena parte de las decisiones, sino la pura sentimentalidad".
"Una de las características más destacadas de este fenómeno es su capacidad de infectar al conjunto de la sociedad (…) Todos somos vulnerables ante el virus político. En España tampoco estamos vacunados contra esta plaga, y mucho menos inmunizados (…) Lo que sucede hoy es que todos los que mandan en los partidos mandan más que los anteriores, se someten a menos controles, deciden sobre todas las organizaciones y algunos incluso nombran sucesores después de fallecidos".
"Los desmentidos de los afectados no parece importarle a nadie, como tampoco parecen interesar las absoluciones o los archivos cuando se producen. Un sector de la opinión pública, por puro interés partidista o ideológico, en la mayoría de los casos, prefiere dar más credibilidad a las versiones contradictorias y falsas de un procesado que puede mentir para defenderse, que a los desmentidos de los acusados, sobre todo si estos se dedican a la política. Ya se sabe que los políticos, solo por serlo, gozan de la presunción de culpabilidad".
"Siento hacia las primarias la misma prevención que hacia los referéndums. No me gustan como método de gobernanza, por muy democráticos que sean, porque acaban con la dinámica del acuerdo, del pacto y de la integración. Frente a esta se impone la dinámica de vencedores y vencidos. (…) Hay cada vez menos ese espíritu de tolerancia y más uniformidad y afán disciplinario. Un partido basado en el acuerdo es menos doctrinario y es más abierto a la incorporación de nuevo talento en la sociedad".
"Aunque la política presenta con frecuencia un punto de exceso y teatralización, me atrevería a decir que en los últimos años hemos superado las dosis aconsejables. Ha faltado mesura, moderación y equilibrio. Y lo que es aún peor, ha faltado la atención a las cosas realmente importantes".