Cinco poemas para conocer a Louise Glück, la Premio Nobel de Literatura 2020

  • La escritora neoyorkina se ha convertido en la decimosexta mujer que gana un Premio Nobel de Literatura

  • El jurado ha destacado su "inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual"

  • En Uppers hemos seleccionado cinco poemas entre su extensa obra que reflejan sus gustos y personalidad

La poeta estadounidense Louise Glück, de 77 años, acaba de ganar el premio Nobel de Literatura, el máximo galardón de las letras, después de que el jurado valorase su "inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual". Así, se ha convertido en la decimosexta mujer que gana el premio en esta disciplina, la única de los Nobel dedicada a las letras. Nacida en la ciudad de Nueva York, esta escritora y poeta ha dedicado su vida entera a los versos, lo que le llevó a ganar el premio Pulitzer de poesía en el año 1993 por su obra 'El Iris Salvaje'. Para conocer más a fondo su estilo y las temáticas que trata, en Uppers hemos hecho una selección de algunos de sus textos, que denotan su pasión por la cotidianidad y la naturaleza.

Cosecha, de su libro 'Una vida de pueblo'

CosechaEs otoño en el mercado

-ya no es sabio comprar tomates

Todavía son hermosos por fuera

algunos perfectamente redondos y rojos, las variedades raras

deformes, individuales, como cerebros humanos cubiertos por hule rojo

adentro, están acabados. Negros, mohosos;

no puedes dar un mordisco sin preocupación.

Aquí y allá, entre los contaminados, una fruta

aún perfecta, escogida antes de que la decadencia se asentara

En vez de tomates, cultivos que nadie quiere realmente.

Calabazas, muchas calabazas

Calabacines, cuerdas de chiles secos, trenzas de ajo.

Los artesanos tejen coronas de flores marchitas;

atan pedazos de hilo colorado alrededor de la lavanda seca.

Y la gente sigue un rato más, comprando estas cosas

como si pensaran que los granjeros se encargarían

de que las cosas volvieran a la normalidad:

las enredaderas volverían a cargarse de guisantes;

las primeras lechugas pequeñas, tan frágiles, tan delicadas, comenzarían

a asomarse en la tierra

En vez de eso, oscurece temprano

Y las lluvias se hacen más pesadas, acarrean

el peso de las hojas muertas. (...)

Amante de las flores, de su libro 'Ararat'

Amante de las floresEn nuestra familia, todos aman las flores

Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas:

sin flores, solo herméticas fincas de hierba

con placas de granito en el centro:

las incscripciones suaves, la leve hondura de las letras

llena de mugre algunas veces...

Para limpiarlas, hay que usar el pañuelo

Pero en mi hermana, la cosa es distinta:

una obsesión. Los domingos se sienta en el porche de mi madre

a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los escalones de ladrillo

Cada primavera, espera las flores.

Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende

que es mi madre quien paga; después de todo,

es su jardín y cada flor

es para mi padre.

Ambas ven la casa como su auténtica tumba

No todo prospera en Long Island.

El verano es, a veces, muy caluroso

y a veces, un aguacero echa por tierra las flores

Así murieron las amapolas, en un día tan solo,

eran tan frágiles...

La decisión de Odiseo, de su libro 'Praderas'

La decisión de OdiseoEl gran hombre le da la espalda a la

isla.

Su muerte no sucederá ya en el

paraíso

ni volverá a oir

los laudes del paraíso entre los olivos,

junto a las charcas cristalinas bajo los cipreses

Da

Comienzo ahora el tiempo en el que oye otra vez

ese latido que es la narración

del mar, al alba cuando su atracción es más fuerte.

Lo que nos trajo hasta aquí

nos sacará de aquí; nuestra nave

se mece en el agua teñida del puerto

Ahora el hechizo ha concluido.

Devuélvele su vida

mar que solo sabes avanzar.

El vestido, de su libro 'Vita Nova'

El vestidoSe me secó el alma.

Como un alma arrojada al fuego,

pero no del todo,

no hasta la aniquilación. Sedienta,

siguió hacia adelante. Crispada,

no por la soledad sino por la desconfianza,

el resultado de la violencia

El espíritu, invitado a abandonar el cuerpo

a quedar expuesto un momento,

temblando, como antes

de tu entrega a lo divino;

el espíritu fue seducido, debido a su soledad,

por la promesa de la gracia

¿Cómo vas a volver a confiar

en el amor de otro ser?

Mi alma se marchitó y se encogió.

El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado grande

para ella.

Y cuando recuperé la esperanza,

era una esperanza completamente distinta

Mariposa, de su libro 'Praderas'

MariposaMira, una mariposa.

¿Pediste un deseo?

Uno no pide deseos a las mariposas

Tú hazlo.

¿Pediste uno?

Sí.

Pues no cuenta.