La ducha se te ha quedado pequeña: consejos de un coach de voz para empezar a cantar bien de verdad

  • Hablamos con un experto para que nos dé claves a la hora de hacer de tu hobbie algo más

  • "Es importante asociar lo que oyes desde dentro de tu cabeza con lo que oyen los demás", afirma

  • Para encontrar tu tono, debes cantar como cuando bostezas o imitamos dibujos animados

¿Cuántas veces te has visto cantando en la ducha dándolo todo? Es en ese instante en el que se encienden las luces, coges el 'micrófono' y sacas la estrella que llevas dentro. Podrías hasta compartir escenario con tu rockero favorito. Aunque quizá llevas años escuchando eso de "no has nacido para cantar", lo cierto es que no es así. Carlos Campaña y Esther Justel, vocal coaches de Vokalo están decididos a acabar con ese mito y a que te animes a dar el do de pecho en el escenario cómo y cuando quieras y a la edad que quieras. Con ellos hemos hablado para despejar todas esas dudas que tienes cuando piensas que te gustaría cantar y darte cinco consejos.

¿Es necesario ejercitar la voz diariamente?

A veces, con practicar 10 minutos al día es más que suficiente. Lo que es inamovible es que, si se deja de entrenar la voz, ciertos músculos se atrofian poco a poco.

¿Cuánto tiempo se debe practicar?

Depende del objetivo (mantenimiento, recuperación, rehabilitación, crecimiento vocal…). Y sobre todo hay que hacer descansos. Igual que no sirve de nada ir a un gimnasio y hacer ejercicio durante cuatro horas seguidas y luego no hacer nada más hasta el mes siguiente, no puedes dedicar un día entero a practicar canto y luego ya está.

Necesitas prácticas de una duración razonable (no te pases 2-3 horas seguidas sin descanso) porque es preferible repartir esas horas durante varios días. Por ejemplo, cada día 30 o 45 minutos. Y siempre manteniendo una buena rutina de descansos y una buena hidratación (la suficiente, no hace falta que te pases de beber agua).

Cinco consejos

Grábate y escúchate… ¡mucho!

El primer bloqueo que nos solemos encontrar al empezar a cantar (¡o incluso antes!) es el escuchar nuestra propia voz en una grabación. Es difícil encontrar a alguien a quien le guste escuchar su voz de buenas a primeras. Cuanto antes aprendas que tu voz es una voz normal y que no tiene nada de raro, mejor. La mejor forma que conocemos para esto es grabarse mucho y escucharse mucho.

El proceso para cantar mejor implica desarrollar el oído para saber qué es lo que suena bien y qué es lo que suena mal, para descartar lo que suena mal. Es importante asociar lo que oyes desde dentro de tu cabeza con lo que oyen los demás. Por eso es tan normal ver cantar a alguien que no sabe, oír que lo está haciendo mal, pero luego ver que esa persona piensa que lo ha hecho genial. O también creer que lo estás haciendo genial mientras estás cantando, pero luego te das cuenta de que no es así al escuchar eso mismo en una grabación.

Olvídate de que es un don

Por un lado, hay gente que canta bastante bien sin ningún tipo de entrenamiento. No saben cómo lo hacen, pero suena bien. Por otro lado, las personas que no saben cantar bien lo dejan de lado pensando que no tienen ese “algo” que es necesario para cantar, que no tienen buena voz. Pensar que la voz es un don es malo para ambos tipos de persona.

Para los que cantan bien, la realidad es que casi siempre tienen que bajar tonos de canciones que antes podían cantar, dejarlas de cantar por completo o dejar de cantar en general con el paso de los años.

Para los que no cantan bien, pasarán los años con el deseo de cantar porque les encanta, pero será un sueño frustrado. Para muchas personas es una auténtica alegría poder cantar en su casa o entre amigos.

Ambos tipos de persona son víctimas de frases como “la voz es la que es y no se puede cambiar” o “tienes la voz con la que naces y no puedes hacer nada”. Es una lástima, porque esta era la realidad hace siglos, pero no hoy en día. El entrenamiento vocal ha avanzado mucho, de mano de la ciencia, y entendemos mucho mejor cómo funciona la voz, que se puede reeducar, e incluso que una voz que en un principio suena fea, con los ajustes necesarios puede sonar bonita.

Busca tu voz

Cuando alguien piensa en aprender a cantar, es normal que asuma que debería centrarse en emitir sonidos bonitos y armoniosos. Esto no siempre tiene que ser así. De hecho, lo normal es que no lo sea. No sirve de nada conseguir un sonido bonito al cantar si nos hacemos daño en el proceso, o si acorta nuestro rango, o si no podemos sostener una nota más de dos segundos. Lo primero es instalar en la voz de una persona son patrones musculares correctos, y para conseguirlos muchas veces tenemos que utilizar sonidos que son feos. Por poner un ejemplo que puedes probar ahora mismo: cuando cantamos, la laringe (o la nuez, a efectos de este ejemplo) no debe subir ni bajar. Debe mantenerse en una posición de reposo, porque si no puede acarrear ciertos problemas vocales.

Lo común es que la laringe suba para cantar notas agudas. Nos ha pasado a casi todos. Una forma de “explicarle” al cuerpo que no tiene por qué hacer esto es cantar con una voz como cuando bostezamos, o como cuando imitamos a un personaje de dibujos animados que es muy grande y lento. Ese tipo de voz, a pesar de sonar bastante mal musicalmente hablando, hace que la laringe descienda, lo que permite instalar una respuesta nerviosa diferente en el cuerpo cuando cantamos notas agudas. Una vez instalados esos patrones correctos, podemos trabajar en conseguir un buen sonido desde esa relajación.

Ignora las críticas

El proceso de aprender a cantar o de cantar mejor es relativamente sencillo de entender, pero es mucho más complicado de vivir. Por ejemplo, los temidos gallos no son algo malo, como generalmente se cree. Obviamente, musicalmente hablando sí que son malos, porque no quedan bien, pero no te convierten en un mal cantante. De hecho, muchas veces son necesarios durante el entrenamiento vocal. No son más que pequeñas descoordinaciones que hay que ajustar, pero es mucho mejor que forzar la voz para evitar que suenen esos gallos. Eso sí es un error, y bastante grave.

El problema es que visto desde fuera es muy fácil de entender, pero si es a ti a quien le salen gallos… es otra historia. Cuando un gallo aparece, empieza el cuestionamiento: “no soy buen cantante”, “no lo voy a conseguir nunca”, “no debería cantar este tipo de canciones porque está claro que son demasiado para mí”, etc.

Si estás en la privacidad de tu casa, aunque sea difícil, es más fácil de manejar. Pero si te oye alguien, la cosa se complica. De repente esa persona que te escucha se convierte en una experta vocal, y te aconseja amablemente que dejes de cantar porque no es lo tuyo. No desesperes porque tu 'cuñao' te diga que te dediques a otra cosa. Hay que tener mucha fuerza de voluntad y amor propio para continuar a pesar de todas estas barreras mentales.

Cantar tiene que ser fácil

Cuanto menos esfuerzo y movimiento hagas para cantar, consiguiendo el mismo resultado, mejor. Si lo pensamos bien, las cuerdas vocales tienen que aguantar muchos impactos para cantar una canción. Por ejemplo, si cantamos un La de la cuarta octava durante un segundo (una nota sobreaguda), las cuerdas vocales deben colisionar entre ellas 440 veces. Con estos valores podemos ver que podemos llegar fácilmente a las decenas de miles de colisiones por segundo, para una sola canción.

Por esta razón es por la que debemos evitar cualquier tipo de tensión o de sobresfuerzo que haga que la voz sufra más. A veces vemos a cantantes famosos sufrir mientras cantan, pero eso no quiere decir que sea necesario hacerlo para cantar bien, porque también hay cantantes famosos que cantan con una facilidad pasmosa. Esos son los ejemplos que debemos seguir, porque si se puede hacer fácil, ¿para qué hacerlo difícil?

Tampoco tenemos que olvidar que parte de ser cantante profesional es dar espectáculo, y muchos cantantes aparentan sufrir sólo para darle más emoción a su interpretación. Así que el consejo es que siempre tengas como meta que cantar tiene que ser fácil. Pero cuando consigas que sea más fácil, no te pares ahí. Busca aún menos tensión muscular, menos esfuerzo… porque siempre puede ser más fácil.