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Fofito, de gira de con su hija: "Me dio por hacer el tonto con la bebida"

  • Hablamos con el último de los cuatro payasos de la tele que llegaron a TVE el 19 de julio de 1973

  • A sus 73 años recorre España, junto a Mónica Aragón (49), con su espectáculo 'Viva el circo'. A pesar de los rumores, no tiene ninguna intención de jubilarse

  • El público sigue pidiendo las canciones de siempre y confiesa con humor que, en la pista, su hija adopta el rol de maestra y a veces le corrige

Antes de que Fofito responda a nuestra llamada telefónica, aclaramos la voz y preparamos bien el diafragma para que nos escuche bien si dispara aquello de "¿Cómo están ustedeeeeeees?". Uppers le sorprende en Lérida a punto de empezar una nueva función de 'Viva el circo', el espectáculo con el que recorre España, a sus 73 años, junto a su hija Mónica Aragón.

Hijo de Fofó, nieto de la acróbata Rocío Bermúdez Contreras y el payaso Emilio Aragón, sobrino de Gaby y Miliki, hermano de Rody, primo de Emilio Aragón, padre de Mónica… La saga tiene pinta de imperecedera, más con el desparpajo que ya gastan sus dos nietos, virtuosos músicos y geniales aprendices de cómicos. Y a pesar de que la continuidad está garantizada, Fofito es el último de una estirpe, el único que nos queda de aquellos cuatro payasos que empantanaron de risas los hogares de la generación nacida entre los sesenta y setenta.

Con su icónica nariz, un poco de colorete, la camiseta roja extralarga, los zapatones, el bombín y su genuina sonrisa, es difícil distinguir dónde empieza Fofito y dónde acaba Alfonso, su nombre de pila (aunque solo su madre, cuando se enfadaba, le llamaba así, además de su gran amigo Santiago Segura). Después de casi seis décadas en la pista circense, hombre y payaso se funden en un todo fantástico y entrañable. Irrepetible e inolvidable. Nació en La Habana de Fidel Castro y, después de triunfar en la televisión americana, la familia llegó a España con una imagen del payaso totalmente novedosa y aséptica. Nada de caras pintadas, pelucas de zanahoria, sonrisas postizas o la lágrima rodando por la mejilla.

La suerte de criarse cerca de Cantinflas y Charles Chaplin

Fofito empezó, aún adolescente, con su padre y sus tíos en Estados Unidos. Ellos salían de frac y él de botones. Su vida está plagada de anécdotas, entre las que se encuentran el privilegio de codearse con artistas como Cantinflas o Charles Chaplin. En 1965 estrenó su primera camiseta larga y roja, en San Juan de Puerto Rico. Desde entonces, en raras ocasiones ha abandonado su papel de Fofito. En 2010 compartió reparto con Santiago Segura en 'Balada triste de trompeta', de Álex de la Iglesia. A Segura le tocó el payaso tonto; a Fofito, el payaso triste. Después de palpar el cielo, sufrió su bajada particular a los infiernos al morir su hermano Miliki, en 2012. Una depresión le abocó al alcoholismo. "Me dio por hacer el tonto con la bebida", reconoció. Hoy está superado.

Déjame que sea yo quien te pregunte: ¿Cómo están ustedes?

Bien, estupendamente bien. Y lo podría más fuerte si no fuese por esta tos que me ha provocado tanto cambio de temperatura. Muy feliz de llenar el circo en cualquiera de los lugares de esta gira con un público entusiasmado formado por cuatro generaciones. Algunos de nuestros niños de los setenta empiezan a ser abuelos y vienen con sus padres, hijos y nietos.

¿Cuál es el secreto para que, 50 años después, sigamos soplando las velas con vuestra canción de cumpleaños y los niños sigan cantando en el coche 'El auto nuevo' o 'La galleta turuleca'?

El único secreto es un humor familiar y que todo el mundo entiende. Las canciones son muy pegadizas, con letras divertidas. Además, el circo sigue vivo y siempre va a tener su espacio. Pasamos una mala racha, como el resto de los artistas, a causa de la pandemia, pero volvimos con más fuerza que nunca. También el público tiene más ganas de reír que nunca. El espectáculo que estamos presentando en esta gira no ha variado en cuanto a formato. Hay humor, acrobacias, malabares, humor y mucho ritmo. Las tablas se notan y aprendes a adaptarte a lo que el público pide. En nuestro caso, el repertorio de canciones es el de siempre. Son las que nos piden cada tarde.

Ahora la sociedad se ha puesto seria con algunas letras.

La canción 'Los días de la semana' ha sido acusada de machista. Se escribió hace 50 años y me parece razonable que haya que adaptar algunas letras

Siempre nos hemos ido amoldando a los tiempos. Al aterrizar en España, eliminamos las bofetadas de Gaby y en lugar de cigarrillos pusimos piruletas en los números. La canción 'Los días de la semana’' ha sido acusada de machista. La escribió Miliki hace más de 50 años, cuando el retrato de la época y los roles eran diferentes. Se compuso cuando el hombre salía a buscar las habichuelas y la mujer se quedaba en casa con las tareas del hogar. Me parece razonable adaptarse a la sociedad y a los nuevos códigos, pero la única función del payaso es divertir.

¿Ha cambiado el público infantil desde aquellos niños que ahora tienen 50?

Hoy es un desafío hacer reír a una generación digital, que maneja mucha información y recursos para entretenerse. Sin embargo, la expresividad infantil cuando algo le está haciendo disfrutar y la capacidad para dejarse sorprender no han cambiado. El circo es magia e ilusión. Me siento orgulloso de participar en esa memoria feliz que le durará toda la vida. Mi padre, Fofó, decía que el niño es el ser humano sin defectos.

¿Qué ha significado ser hijo de Fofó?

Todo. Su legado es infinito en recuerdos, vivencias, talento. Creo que el mejor modo de honrar su memoria va a ser un libro que espero publicar muy pronto con una recopilación de todas sus bromas y barrabasadas, imágenes inéditas y mil anécdotas. Para mí ha sido un trabajo apasionante y creo que el resultado va a gustar a mucha gente porque su figura ha traspasado generaciones.

¿Es fácil trabajar mano a mano con una hija?

Hay mucha complicidad con mi hija. Ella ha conseguido modernizarme

Mónica asume el papel de mi tío Gaby, el maestro y el payaso serio, y me corrige en la pista o me frena la lengua cuando me da por improvisar, cosa que ocurre a menudo. Una vez en la caravana, recupero mi papel de padre. Es una relación muy bonita, de mucha complicidad. Ella ha conseguido modernizarme y adaptar el espectáculo a las nuevas exigencias.

¿Tus nietos ya han dejado que asome su vena circense?

Mis dos nietos, de 13 y 10 años, tienen, sobre todo, un gran talento musical y están recibiendo una estupenda formación. Sin duda, han heredado la pasión circense e interpretativa y ya hacen sus pinitos. Al niño le encanta colarse en una habitación que tengo, casi a modo de santuario dedicado a Fofó, con un montón de baúles con sus bombines, zapatos, narices, trajes, fotos, recuerdos y muchísimas canciones que dejó y que aún son inéditas.

Solo me retiraré el día que ya no escuche la carcajada del público

¿El payaso muere con el bombín puesto?

El circo me mantiene vivo. A alguien se le ocurrió anunciar mi retirada, quizás pensando que así se promocionaría mejor el espectáculo, pero lo cierto es que sigo aquí, a un ritmo frenético y aguantando la dureza de un circo itinerante. Es verdad que la vida en los hoteles llegó a cansarme, pero ahora disponemos de una caravana tan confortable como nuestra propia casa. Me retiraré el día que no escuche la carcajada del público.

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