Cómo hemos cambiado: letras machistas de canciones que ahora serían impensables

  • Este 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, pero hay que repensarse cada día

  • Las letras de las canciones de hace nada son un buen símbolo de cómo hemos ido evolucionando

  • Los Ronaldos, Loquillo o Radio Futura son algunos ejemplos, también en el tema de las drogas, la homosexualidad o el racismo

Las letras de las canciones son un reflejo de la realidad social que se vive al componerlas. Con lo reflexionado y aprendido hoy, muchas de las estrofas escritas en décadas anteriores serían consideradas inapropiadas, o en algunos casos hasta ilegales, pero cuando surgieron no se consideraron ofensivas porque representaban el contexto, lo que sucedía, cómo éramos y pensábamos entonces. Ponemos el foco en ello este 8 de marzo para reflexionar todo lo que aún queda por avanzar hasta la igualdad real. Este mismo cambio social ha ocurrido también en torno a otros temas, como las drogas, la homosexualidad o el racismo.

Hombres cantando a menores de edad

A comienzos de los sesenta, mientras el mundo asistía a la explosión del amor libre, las mujeres españolas escuchaban por la radio 'El consultorio de Elena Francis', donde las esposas pedían consejos para solucionar problemas conyugales como la infidelidad o los malos tratos. En la publicidad sonaba el anuncio del negrito que venía del África tropical, aunque en España apenas existía la inmigración, al menos tal y como la conocemos hoy. Y al cambiar de dial era fácil que salieran dos hombres adultos cantando "quince años tiene mi amor".

Ocurría igual con Gary Puckett confesando su atracción por una 'Young girl' o Elvis Presley cantando a una prima lejana pero que no es tan lejana para mí en 'Kissing cousins'. Precisamente el mismo año que se publicó esta canción llegó la minifalda a España. Era el 10 de julio de 1964, y se hizo tan popular como la canción de Manolo Escobar.

Violencia machista normalizada

En 1967 llegó el verano del amor y la liberación sexual se hacía evidente con la aparición de Penthouse, la primera revista de contenido pornográfico capaz de competir con la pionera Playboy, que llevaba más de una década mostrando en sus páginas el cuerpo de la mujer. Son años en los que las letras de las canciones internacionales reflejan los celos y la posesión masculina tóxica.

Jimmy Hendrix cantaba "hey Joe, ¿a donde vas con esa arma en tu mano?, Voy a dispararle a mi mujer. Tu sabes que la descubrí saliendo con otro hombre". Los Beatles en 'Run for your life' aseguraban "preferiría verte muerta, niña, que con otro hombre". Y Los Rolling Stones se jactaban en 'Under my thumb' de tener a la chica bajo control o directamente la insultaban, como en 'Stupid girl'.

Pese a los lemas pacifistas de Mayo del 68 las canciones seguían hablando con normalidad de violencia machista, como 'Delilah' de Tom Jones: "Crucé la calle hacia su casa y ella abrió la puerta. Ella se quedó allí riendo. Sentí el cuchillo en mi mano y ya no se rió".

Algo similar ocurrió en España durante la década de los setenta. Aunque la reforma del Código Civil de 1975 permitió que la mujer pudiera abrirse una cuenta bancaria o sacarse el carnet de conducir sin la autorización paterna o del esposo, las canciones seguían otorgando un papel secundario a la sexualidad femenina y quedaba mucho para alcanzar esa revolución sexual que se vivía en otros países.

'Ni más ni menos', de Los Chichos, nos recordaba que la honra de una mocita se mancha y no brilla más cuando un hombre se la quita. Mientras, nosotros cantábamos con Mocedades a la infidelidad "tómame o déjame, pero no me pidas que te crea más". O a los malos tratos psicológicos, romantizando el control y la incomunicación, con 'El ramito de violetas' de Cecilia, aunque aún no supiéramos ni lo que significaba ese término.

Contra el estado: punk y drogas

Por aquellos años, si alguien tenía el privilegio de viajar a Londres siempre volvía con algún LP bajo el brazo, presumiendo de las nuevas corrientes musicales británicas. Así descubrimos las letras 'políticamente incorrectas' de los Sex Pistols que apuntaban 'directamente a la cabeza del estado y de la Iglesia Anglicana con su versión del himno Dios salve a la reina y a su régimen fascista. En España tendríamos que esperar casi 20 años para que algún grupo español atacara a dos autoridades a la vez como hizo 'Jesucristo García', de Extremoduro.

Los jóvenes experimentaban abiertamente con las drogas y el amor libre. En 1977, mientras nosotros celebrábamos las primeras elecciones democráticas, Eric Clapton populariza 'Cocaine': "si quieres pasar el rato tienes que sacarla. Cocaína. Si quieres bajarte, al suelo. Cocaína. Ella no miente". Un año más tarde, con la aprobación de la Constitución del 78 parece que la Libertad de Expresión, además de estar recogida en el artículo 20, también se traslada a las canciones españolas. El Fary cantaba "dame la mandanga y déjame de té. Dame chocolate que me ponga bien. Dame de la negra que hace buen olor. Que con la maría vaya colocón".

Pero realmente será en la próxima década cuando los grupos españoles reflejen abiertamente en las canciones sus experiencias con las drogas como Pabellón Psiquiátrico en 1987 y su estribillo pegadizo porque en el cielo no hay alcohol, ni hay mujeres ni pastillas de color. También Antonio Vega, con letras más poéticas.

Homofobia y estigma

Los años ochenta comienzan con una enfermedad desconocida que se extiende rápidamente por el mundo. En 1981 se detecta el primer caso de SIDA en España en Hospital del Vall de H´ebron pero los títulos y letras de las canciones españolas atacan directamente al principal colectivo afectado por esta pandemia. Como muestra, el álbum de Siniestro Total "más vale ser punky que maricón de mierda" (1982). O incluso años después, los Hombres G con "sufre mamón (…) voy a vengarme de ese marica", que tuvieron que cambiar por "sufre Ramón" para que se emitiera en todas emisoras.

Una minucia comparado con 'Money for nothing' de los Dire Straits, cuya letra fue censurada en 2010 y Mark Knopler tuvo que cambiarla tras el veto de las radios canadienses. Estas eran las frases más controvertidas: "Ves a ese mariquita del pendiente todo pintarrajeado (…) Ese mariquita tiene su propio avión. Ese mariquita es millonario".

Machismo y apología de la violación

La ley del divorcio del 1981 despenalizaba el abandono del hogar y permitía separar la pareja, que hasta entonces estaba obligada a seguir unida. Pese al avance social, la mujer continuaba apareciendo en las letras de algunas baladas como un ser de segunda que los hombres se disputaban sin su consentimiento. Aute lo reflejó perfectamente en "una de dos o me llevo a esa mujer. O te la cambio por dos de veinte, si puede ser".

Sin embargo la libertad que parecía traer el Código Penal del 85, que recogía la violación entre los tres supuestos para poder abortar, volvía a chocar con lo que reflejaban las canciones españolas.

Los Ronaldos triunfaban con "tendría que besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte hasta que digas sí" y Un pingüino en mi ascensor con "deja de llamar a la portera. Contigo no hay manera. Yo que puse toda mi ilusión en esta violación". Incluso, algunas letras iban más allá como 'Bailaré sobre su tumba' o 'Corazón de tiza' de Radio Futura, que asegura que si la chica lo vuelve a pintar le va a dar "una paliza por haber escrito mi nombre dentro".

Racismo y cultura popular

La inmigración iba aumentando en España pero nosotros teníamos demasiado recientes los éxitos de verano de Georgie Dann y seguíamos cantando 'El negro no puede' y 'Mami que será lo que tiene el negro'. Nadie hablaba de racismo, pero por si acaso nos referíamos a los primeros inmigrantes africanos que llegaron a nuestro país con términos como "personas de color" o "negritos".

El cambio generacional

A finales de los 90, la mentalidad española comienza a cambiar respecto a la violencia de género con el caso de Ana Orantes, la mujer que fue asesinada por su ex marido trece días después de aparecer en televisión contando que la maltrataba. Se plantea una reforma del código penal para endurecer las penas y en 2003 comienza el recuento oficial de víctimas de violencia de género.

Tuvieron que pasar muchos años y muchos conciertos hasta que Loquillo se negara a cantar 'La mataré', aunque todavía hoy se la piden en los bises. Lo mismo que ha ocurrido con la mujer ha sucedido con otros colectivos. Todo esto es el resultado de que el mundo y la sociedad española han cambiado y ya no aceptamos aquellas letras que un día cantábamos bien alto.