De 'Sevilla' a 'El rey del pollo frito': canciones famosas que has cantado a tope y que no hablan de lo que crees

  • El experto musical Javier Menéndez Flores ha hablado a lo largo de los últimos años con los artistas que las firman, descubriendo de primera mano la verdadera intención de sus letras

  • ¿'Sevilla', de Miguel Bosé, va sobre malos tratos en lugar de sobre la ciudad? ¿'Cuatro rosas', Gabinete Caligari, es en realidad un homenaje a Janis Joplin?

Las canciones que escuchamos no siempre dicen lo que parecen decir. A veces, eso es así por voluntad de los propios autores, quienes disfrazan su verdadero significado con una historia que consigue hacernos creer lo que no es, con la que, hábilmente, nos embaucan, nos engañan, nos mienten. Porque en su calidad de creadores, esto es, de fabuladores, quienes escriben canciones tienen mucho de mitómanos. De este modo, nos parece ver (los visualizamos, de hecho) relatos de amor al límite donde en realidad palpita un crimen o una sufriente e insalvable relación con las drogas, u otros asuntos varios. Pero también hay casos en los que es la gente la que interpreta a su manera una letra, pese a que la intención de su autor era otra bien distinta. Aquí van seis muestras puramente españolas de "esta canción no es lo que parece".

'Sevilla', Miguel Bosé

Incluida en 'Bandido' (1984), el primer disco de madurez de Bosé, el cantante y compositor la definió como "una de las más bonitas canciones" que había hecho hasta la fecha, y lo cierto es que 36 años después mantiene intacta su belleza. Al escuchar "el corazón que a Triana va / nunca volverá, / Sevilla. Con qué pasión te enamorará / y te embrujará / Sevilla", crees estar asistiendo a un canto de amor a una ciudad mágica, exportadora del embrujo andaluz, pero en realidad habla de un caso de violencia machista, como el propio Miguel reconoció: "Es la historia de un crimen pasional entre un hombre y una mujer".

Una vez que dispones de esa información, los siguientes versos no dejan lugar a la duda: "Media luna brillará, / la navaja acechará. / Ojos bravos de mujer… / ¿Qué veneno fue? / (…) A la hora de la verdad, / pulso infame temblará, / pero matará. / (…) Bandido, ay, muero yo por ti, / tu paloma fui, / Sevilla". Y remata (y nunca mejor dicho): "Cantaré / y enloqueceré, / sentiré / puñales de placer". ¿Puñales de placer? ¿Los hay?

'Cuatro rosas', Gabinete Caligari

Esta canción, una de las mejores del trío de pop castizo comandado por Jaime Urrutia y de las más representativas del pop español del primer lustro de los 80, es en realidad un homenaje cuya destinataria es Janis Joplin, quien en ningún momento es citada. El título viene dado por la marca de bourbon que la superdotada y malograda vocalista bebía como si fuera agua: "Hay cuatro rosas en tu honor, / dentro del vaso que te doy. / Dos son por gemir / y dos por sonreír. / Hay cuatro rosas para ti". A ella le habría encantado, seguro. Y se habría tomado unos cuantos chupitos de Four Roses en su honor. En el propio, quiero decir.

'El rey del pollo frito', Ramoncín

Hubo una época en la que a Ramoncín, muy a su pesar, se le conoció por el sobrenombre de El Rey del Pollo Frito. La culpa la tuvo el título de una de las canciones de su disco de debut, el transgresor 'Ramoncín y W. C.?' (1978). La canción de marras comienza: "¡Oíd! / Escuchad mi nombre. / ¡Venid! / Me entregaréis el alma / y yo os prometo / un lugar en mi reino. / Os llevaré a mi casa / y os meteré en una lata, / porque yo soy / el rey del pollo frito". Lejos de ser un autorretrato, en aquella letra Ramón J. Márquez, alias Ramoncín, estaba cargando contra alguien que representaba lo que él más detestaba. Concretamente, iba dirigida a un directivo de la industria discográfica, Adrian Vogel, que en la canción se nos muestra como una suerte de Mefistófeles.

El joven aspirante a estrella de rock se había reunido con él en el edificio del Paseo de la Castellana en el que la compañía CBS tenía sus oficinas. Tras un intercambio de impresiones, Vogel le pasó un brazo por el hombro y lo condujo hasta el ventanal de su despacho, donde le mostró las privilegiadas vistas de Madrid y le dijo que iba a poner esa ciudad a sus pies. A Ramoncín aquel tipo le gustó tanto como el mismísimo Satán y lo utilizó como modelo para 'El rey del pollo frito', que era como él y sus amigos se referían a los que cortaban el bacalao desde las alturas, a los reyes del mambo, en este caso por alusión a la cadena de comida rápida estadounidense Kentucky Fried Chicken.

"Mirad mis ojos, / oíd mis pedos, / oled mi mierda y yo... / os pondré una etiqueta, / mi firma en el culo / y os pudriréis en una de mis latas / porque yo soy el rey...". Sucedió que suj objeto de crítica se volvió, ay, contra él.

'Al alba', Luis Eduardo Aute

Muchos aún desconocen que lo que en apariencia es el relato de una inminente ruptura sentimental es, en realidad, un canto desesperado por quienes fueron los últimos fusilados del franquismo, tres integrantes del FRAP y dos de la ETA. Una mujer a punto de ser viuda, se lamenta: "Si te dijera, amor mío, / que temo a la madrugada, / no sé qué estrellas son estas / que hieren como amenazas, / ni sé qué sangra la luna / al filo de su guadaña. / Presiento que tras la noche / vendrá la noche más larga, / quiero que no me abandones, / amor mío, al alba". Ocurrió tan sólo dos meses antes de la muerte de Franco y de nada sirvieron la fuerte presión internacional, el Vaticano incluido, ni la petición de clemencia del hermano del dictador, Nicolás Franco.

Escrita por Aute, fue sin embargo la cantautora Rosa León quien, a finales de 1975, la grabó por vez primera. Su autor no lo hizo hasta tres años después, para el disco 'Albanta'. En una conversación que mantuve con Aute a finales de los 90, le pregunté si el mensaje de esa canción sería también aplicable a los que asesinaban por el procedimiento del tiro en la nuca (ETA) y me contestó sin dudarlo: "Sí, perfectamente. Esa canción habla de la pena de muerte, ya sea esta una ejecución oficial o un tiro en la nuca. Es lo mismo".

'El hospital', Alaska y los Pegamoides

Durante años, esta canción sobresaliente y hermosísima, compuesta por Carlos Berlanga y Nacho Canut, ha pasado por ser un tema autobiográfico. La letra nos habla de un chico que está ingresado en un hospital y teme por su vida: "Encerrado en este hospital, / tomando pentotal / y sin poder hablar. / Entre tubos de goteo estoy, / viendo televisión, / ya viene sor Ivonne. / Dicen que tendré que resistir, / pero yo quiero salir de aquí. / Dicen que quizás me salvaré, / me curaré por fin. / A las doce ha vuelto sor Ivonne / trayendo otra inyección, / acabará conmigo. / Tengo miedo de la reacción, / mi pulso va peor, / voy perdiendo el sentido". Se decía que recoge una experiencia hospitalaria vivida por Berlanga. También hubo quienes apuntaron que podía referirse a las consecuencias de un pasote de heroína, pero ni una cosa ni la otra.

'El hospital' es pura ficción y está inspirada en una película australiana de género fantástico de finales de los 70, 'Patrick', en la que un asesino que se encuentra en coma en un hospital es capaz de seguir matando gracias a sus poderes telequinésicos. Carlos Berlanga ofreció una lectura alternativa: dijo que podía ser una historia propia de un 'best seller', en la que un muchacho está ingresado en un hospital y una enfermera "muy mala" intenta matarlo poco a poco para cobrar una herencia. Él lo único que quiere es sobrevivir y salir cuanto antes de allí. Enrique Urquijo y Los Problemas hicieron una versión espléndida, para muchos superior a la original.

'Frío', de Alarma!!!

No hay mención alguna a ningún tipo de sustancia estupefaciente en este clásico firmado por Manolo Tena (letra) y Jaime Asúa (música) para el segundo y último disco del trío Alarma!!!, pero su presencia marrón y asfixiante está ahí. El texto es tan poderoso que te impele a entrar en él: "El reloj de la suerte marca la profecía, / deseo, angustia, sangre y desamor. / Mi vida llena y mi alma vacía, / yo soy el público y el único actor. / Las olas rompen el castillo de arena, / la ceremonia de la desolación. / Soy un extraño en el paraíso, / soy el juguete de la desilusión…". Y en el estribillo late el oxímoron más famoso del pop/rock español de los 80: "Estoy ardiendo y siento frío".

La primera vez que le pregunté a Manolo si 'Frío' era una metáfora de los efectos de la heroína o si se refería al síndrome de abstinencia, se salió por la tangente: "Sería quizá el comienzo de una novela de Manolo Tena que dice: 'Si te paras a pensar, enloqueces. O algo peor'". Años después, en otra conversación con él, ante la misma pregunta fue más explícito: "Es cierto que de no haber vivido lo que viví, no habría podido escribir determinadas canciones. Pero también es cierto, como muy bien decía Mayakovski, que no puedes escribir sobre algo en el momento en el que lo estás viviendo. Posiblemente, ahora escribiría mejor de aquella etapa. Porque entonces no hablaba tanto de toxicomanía como del delirio en el que te metes cuando eres politoxicómano. Estaba enfermo de la cabeza y era más la obsesión de lo que me pasaba que el hecho físico de tener el mono".

Esa paranoia de la que Tena hablaba está muy presente en estos versos: "Grito los nombres pero nadie responde, / perdí el camino de vuelta al hogar. / Sé que estoy yendo pero no sé hacia dónde, / busco el principio y sólo encuentro el final". La historia, en fin, de un abrazo que parecía imposible y no lo es: el de la nieve y el fuego, ese aguijonazo.