Exmarido sacerdote, tres hijos y amigos: el entorno cercano de Teresa Berganza, la última diva de la ópera

  • Premio Príncipe de Asturias y considerada la mejor Carmen de la historia de la ópera, expresó su voluntad de irse "sin hacer ruido"

  • Se casó en dos ocasiones: la primera vez con su pianista y la segunda vez, con un sacerdote que retomó los hábitos tras el divorcio

  • Entre los compañeros, admiraba profundamente a Alfredo Kraus: "Fue digno hasta para irse"

Vivió la música como pocos artistas. Su temperamento y pasión a la hora de interpretar fueron su enseña. También la elegancia en escena. Hoy, todo eso se ha apagado. La mezzosoprano madrileña Teresa Berganza ha fallecido este viernes en San Lorenzo del Escorial (Madrid), en su residencia cercana al monte Abantos, a los 87 años.

La última diva

La tesitura de Berganza era la de mezzo-soprano. Destacó con las óperas de Rossini, Mozart y Bizet y fue la mejor Carmen de todos los tiempos. Como ella decía, para cantar la famosa habanera, había que tener sangre española y mucho movimiento de cadera.

Berganza estudió piano y canto en el Conservatorio de Madrid, donde obtuvo el primer premio de canto en 1954. Debutó en la capital en 1955 y dos años después hizo su debut internacional en el Festival Aix-en-Provence como Dorabella.

En 1991, Berganza y otros seis cantantes españoles (Josep Carreras, Plácido Domingo, Alfredo Kraus Montserrat Caballé, Pilar Lorengar y Victoria de los Ángeles) fueron reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. en 1992 participó en la ceremonia inaugural de la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona y en 1994 fue elegida miembro de la Academia Real de Artes de España, primera mujer en obtener esta distinción. Además, obtuvo el Premio Nacional de Música (1996) y la Legión de Honor francesa (2012).

Cantar como se ama

"Se canta como se es", dice algún crítico musical. En el caso de Teresa Berganza, se canta como se es y como se ama. Y Berganza, para gran parte de la crítica, es la sensualidad y la pasión. "Mi voz es mi amante: gozo y sufro por ella. Siempre he vivido enamorada, pero ni siquiera mi amor hacia un hombre ha sido tan grande como mi amor a la música. Sólo mis hijos están por encima".

Su vida privada no fue tranquila. Se casó y se divorció dos veces. "No sé qué me pasa a mí cuando firmo un compromiso. A veces siento que estoy firmando una sentencia de muerte", ha dicho en alguna entrevista. En 1957 contrajo matrimonio con su pianista, Félix Lavilla, con el que fue "inmensamente feliz" durante 20 años y tuvo a sus tres hijos: Teresa, que le ha dado dos nietas y es ama de casa; Javier, dedicado a la grabación de discos de música clásica, y Cecilia, soprano lírica. Tras el divorcio, volvió a casarse, esta vez con el sacerdote José Rifá, que acabó retomando los hábitos cuando el divorcio fue efectivo. "Me quedé de piedra. Con la Iglesia soy un poco escéptica", declaró entonces.

La apacible rutina de los últimos años

Los últimos años de Teresa Berganza fueron apacibles. "Lo que más me gusta de este mundo es levantarme sin prisas; puedo dormir hasta 12 horas seguidas, algo que también es muy bueno para mi piel. Tengo la tensión muy baja, y hasta que me hago conmigo misma necesito mimos. Una vez en pie, vagueo un poco: mi gran ducha, mi gran masaje, mis llamadas de teléfono", explicaba hace unos años en El Mundo.

Por la tarde comenzaban las horas de mayor actividad. "Hago gimnasia, ensayo junto al piano, doy clase a mis alumnos en la Escuela de Música Reina Sofía, paseo por la lonja que rodea al monasterio, hago yoga, escucho a Vivaldi, Mahler o Mozart, según esté de humor. Desde que vivo aquí leo más la Historia de España; me seduce mucho Juana La loca. Antes de irme a la cama, hacia las diez, me encanta darme baños de contraste para mis pies cansados y ponerme mis mascarillas. Hay que tener fuerza de voluntad para seguir viviendo tan bien", concluía.

Se ha ido con dignidad, con la misma de su admirado Kraus ("un hombre digno hasta en la forma de morir"), y con el cariño de todos los aficionados al bel canto. Y con su particular toque -tan madrileño- de genio y figura: por deseo de la artista no habrá velatorio ni entierro público. La familia ha emitido el siguiente comunicado: "Addio de Teresa: 'Quiero irme sin hacer ruido… No quiero anuncios públicos, ni velatorios, ni nada. Vine al mundo y no se enteró nadie, así que deseo lo mismo cuando me vaya".