"Pero si tú eres una tía": así eran las pioneras del rock duro y el heavy de los ochenta en España

  • Hablamos con uno de los autores 'Ellas son eléctricas', el documental que rinde homenaje al talento femenino que surgió en los 80 y 90 en el rock duro y el metal

  • Como en otros ámbitos, para las mujeres no ha sido fácil sobresalir en la escena de estos dos géneros

  • Se tratan temas como el menosprecio que recibieron de la industria y los medios o la renuncia de sus carreras para ser madres

"Pero si tú eres una tía", le espetó un tipo a Marilu, vocalista de la banda metal Alma Culter y colaboradora de formaciones como Barricada, en los 80 cuando fue a una emisora de radio a presentar su maqueta. No sería la primera, ni tampoco la última vez. La cantante vasca relata esta experiencia en 'Ellas son eléctricas', un documental sobre las pioneras del heavy metal y el hard rock en nuestro país. El filme está dirigido por Leo Cebrián Sanz y Paco Manjón.

A nivel internacional, en las décadas de los 50 y los 60, había cantantes de pop y de folk, también de soul y de funk; en España, además, contábamos con coplistas y flamencas. Sin embargo, en el rock, la irrupción de la figura de la groupie – que describe de forma exhaustiva el reportaje de 1969 de The Rolling Stones, 'Groupies and Other Girls'- anunció, de algún modo, el papel restringido que tendrían las mujeres en la cultura en los años posteriores. Aun así, no hay que olvidar que sí hubo algunas músicas que exploraron el lado más salvaje del rock, como Grace Slick de Jefferson Airplane o la 'Bruja Cósmica', Janis Joplin, entre otras.

Como en muchos otros ámbitos, las mujeres han permanecido en la sombra tratando de conquistar un espacio que pertenecía tanto a ellos como a ellas. Tampoco fue distinto en la escena del rock duro y el heavy metal que estalló a finales de los 70 en el territorio español. El proyecto de Cebrián y Manjón es un homenaje a todo el talento femenino que surgió en las décadas doradas de estos dos géneros. A base de entrevistas a las protagonistas y documentos gráficos de la época, construyen un relato desconocido hasta la fecha.

Ellas son eléctricas

"Veíamos que la figura de la mujer música estaba siendo reivindicada por el mundo del punk y nos dio mucha envidia", explica a Uppers Leo Cebrián, director y guionista del documental. Y sintieron que, siendo Cebrián y Manjón parte del mundo rock – escriben sobre música en sitios webs del género -, podrían ser más fieles a los hechos, de manera que "la visión y el análisis no fueran tergiversados por quienes directamente odian estos estilos", subraya.

El documental, que toma el nombre de un vinilo recopilatorio que ellos mismos han producido con bandas femeninas de rock duro y metal, ahonda en varias cuestiones: cómo estas mujeres acabaron enganchándose al rock; cómo las auparon sus compañeros hombres; el menosprecio que, en ocasiones, les mostró la industria y los medios de comunicación; y la renuncia, en algunos casos, a su carrera musical para cuidar de sus hijos.

Doble discriminación

Tanto el heavy metal como el rock duro han sido dos estilos denostados por un sector amplio de la crítica y el público. Quienes lo siguen son realmente fieles; en el lado contrario, existe cierto desprecio. "Socialmente las heavies eran tildadas de poco femeninas y macarras, pero la opinión respecto a sus compañeros masculinos tampoco era mucho mejor", expresa Cebrián.

Todas las músicas entrevistadas en el documental alaban el papel que sus compañeros han tenido en su carrera. Impulsaron el nacimiento de bandas integradas solo por chicas, como Pléyade (Euskadi) o Saday (Cataluña), y confiaron plenamente en sus aptitudes a la hora de componer y generar un sonido propio.

Fuera de las formaciones, dos de las músicas confiesan que recibieron ofertas a cambio de sexo. A ello, hay que sumarle las veces que aguantaron el tipo frente a una audiencia en los conciertos que muchas definen como 'babosa'. Es el caso de Azuzena Martín-Dorado, el gran icono del heavy metal español que, tras una muestra atronadora de puro rock, tuvo la osadía de llamar 'catetos' a quienes le pedían desde la pista que se bajara el corsé: "Las tetas en el Calderón. Aquí hacemos rock 'n' roll", les respondía desde el escenario.

Pero en general, en los ochenta y noventa, la presencia de las rockeras era "una especie de milagro que al tiempo admiraba y desconcertaba", señala Leo Cebrián.

De espectadoras a creadoras

"Las rockeras nacen, no se hacen", afirma la cantante Joana Amaro, líder de la banda Amaro, en una de las escenas del documental. El gusanillo del rock siempre ha corrido por las venas de estas artistas. Casi siempre en la adolescencia, y de la mano de hermanos y novios, se toparon con un elepé o un casete de Led Zeppelin, Black Sabbath o Deep Purple.

La fascinación por estos clásicos fue la chispa, que acabó convirtiéndose en un incendio. Así se originaban las ganas de empezar a cantar o tocar un instrumento: "Lo vivían como una experiencia nueva de vida, producto de una euforia juvenil que las llevaba a querer hacer música y dejar así de ser meras espectadoras para convertirse en parte activa o creadora del movimiento", explica Cebrián.

Ataviadas con mallas con estampados de tigre, chupa de cuero y pelo cardado se presentaban a las pruebas sin haber cantado en su vida. Había quien deseaba con todas sus fuerzas tocar la guitarra y acababa por enamorarse del bajo. Otras, tuvieron que deshacerse de la formación musical oficial que habían adquirido siendo niñas. Derrochaban rebeldía y determinación. Sin embargo, muchas no pasaron del segundo plano y jamás vieron cumplido el sueño de ver publicado un disco o tener un proyecto sólido. La vida, para ellas, tenía otros planes.

Madres y rockeras

Las que decidían ser madres, abandonaban por una temporada el mundo del rock, aun con el riesgo de ser olvidadas. Otras, directamente se retiraron. Y en un tercer caso, tal y como cuenta uno de los directores de 'Ellas son eléctricas', "las músicas que optaron por no tener hijos -con el estigma que entonces y todavía hoy supone – ".

En la actualidad, a no muchas mujeres del rock duro y el heavy metal les acaba de ir del todo bien. Sigue sin ser fácil, pero ahora cuesta mucho menos escucharlas y otorgarles el reconocimiento que merecen.

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