El método de ahorro japonés de origen feminista que te permitirá llegar sobrado a fin de mes

La inflación sigue siendo uno de los términos más de moda del verano. El fenómeno golpea a toda Europa, pero es en España donde más se está cebando con las familias debido a lo poco que han subido los salarios medios en comparación con los precios de la luz, la gasolina o productos básicos en nuestro día a día. Esta situación nos pone en la necesidad de buscar fórmulas para que nuestro bolsillo no se vea tan perjudicado, y una buena apuesta puede ser la aplicación del método Kakeibo (o Kakebo), un sistema que nos permite organizar nuestras finanzas personales de manera minuciosa y conseguir ahorrar considerablemente cada mes.

El Kakeibo fue ideado por una periodista pionera en Japón, Hani Motoko, quien fundó a principios del siglo XX una revista femenina. Entre los muchos trucos domésticos que ofrecía la publicación se incluían ideas y consejos para administrar la casa y los gastos de la familia. El sistema consiste en elaborar un libro de cuentas para el hogar, con formato de agenda, en el que se anotan los ingresos y los gastos diarios, así como las proyecciones de ahorros. También se deben fijar determinadas metas de ahorro y de gasto por categorías.

El concepto es similar al que usaban nuestras abuelas para ordenar las cuentas del hogar y, aunque puede resultar algo anticuado, permite visualizar de forma sencilla cuánto dinero nos gastamos, en qué y cómo. La técnica fue ideada para realizarse con papel y boli, pero a día de hoy se puede llevar a cabo perfectamente en una aplicación móvil de cuentas mensuales o en un libro de Excel.

Consejos para que el Kakeibo funcione

La clave de este método está en la constancia y el ser meticuloso. Nada puede quedar sin ser anotado por muy pequeño que sea el gasto o de lo contrario el sistema no tendrá los frutos que esperamos. La idea es registrar en el cuaderno al principio de cada mes los ingresos y gastos. Los primeros englobarían el salario, regalos, propinas y otro tipo de rentas. Entre los segundos hay que diferenciar en gastos fijos, ocio, cultura y extras.

  • Gastos de superviviencia: la casa (alquiler e hipoteca) y los recibos básicos como luz, agua, internet o teléfono, además de los alimentos básicos
  • Gastos opcionales: son los que hay casi todos los meses pero no entran dentro de lo que denominaríamos fundamental. Aquí contabilizamos la ropa, salir a comer de vez en cuando etc.
  • Ocio y cultura: salidas con amigos, cine, teatro, libros, cursos o canales de streaming
  • Gastos extra: Sonn los imprevistos, como la reparación una avería de la lavadora o una persiana que se niega a bajar.

Una vez tengamos estos apartados se debe ir anotando cada gasto diario y cada ingreso sin olvidarse de ninguno. A final del primer mes de implementación del método podemos elaborar las proyecciones de ahorro, que es el resultado de restar los gastos a los ingresos. El resultado es la capacidad de ahorro fija que tendremos mes tras mes.

¿De qué gastos puedes prescindir?

Cuando transcurran varias semanas será cuando comenzarás a comprender mejor tus gastos en relación con tus ingresos y tendrás una visión panorámica de tu situación que te permitirá detallar aquellos gastos de los que puedes prescindir y los que no te ayudan a ahorrar. Cuando tengas todo clarificado fija un objetivo de ahorro realista.

Analiza subjetivamente cada gasto y hazte las siguientes preguntas básicas:

  • ¿Cuánto me gustaría ahorrar cada mes?
  • ¿Puedo permitírmelo teniendo en cuenta la capacidad de ahorro que tengo?
  • ¿Realmente voy a usar esto que quiero comprar?
  • ¿Tengo espacio para ello?

Hacer este ejercicio de reflexión es fundamental para que el método sea efectivo. Lo más recomendable es establecer una rutina con una periodicidad adaptada a tu disponibilidad para hacer las proyecciones de ahorro y repensar tus gastos, por ejemplo, una vez al mes.