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Coches de lujo, casas estratosféricas, joyas, yates, obras y esculturas de artistas de renombre: cuando pensamos en cosas caras, es probable que en nuestra mente se aparezca alguno de estos objetos. Sin embargo, cuando se tiene dinero como para vivir varias vidas sin necesidad de mover un dedo, muchas veces se acaban pagando auténticas millonadas por artículos mucho más extravagantes.
Hablamos de botellas con diamantes incrustados, de vehículos con una historia de éxito, de móviles repletos de joyas e incluso de comida. Cuando se vive con un bolsillo boyante, la utilidad y las prestaciones técnicas pasan a un segundo plano, y es lo raro, lo exótico y lo exclusivo lo que prima a la hora de comprar. Como prueba, aquí tienes una lista con algunos de los artículos más caros del mundo.
El reloj más caro del mundo. Diseñado por Laurence Graff, el fundador de la firma británica de joyería Graff, el Hallucination es una pieza única que combina relojería y orfebrería de la más alta calidad.
Este modelo de pulsera está hecho con 110 quilates de diamantes de distintos cortes y colores, entre los que encontramos algunas de las tonalidades más escasas y elegantes del planeta, como el amarillo, el rosa, o el violeta. Su esfera, indistinguible del resto de joyas, es de color caramelo, y su brazalete de platino. ¿El precio? 55 millones de dólares. Casi nada.
En el mundo del automovilismo podemos encontrar una amplia variedad de coches de lujo, disponibles solo para las personas más adineradas. Las posibilidades son muchas, pero si hablamos de vehículos caros, debemos mencionar el Ferrari 250 GTO de 1963, un exclusivo modelo que está considerado como el vehículo más caro del mundo.
El motivo de su fama radica en una subasta privada celebrada en 2018, donde el empresario David MacNeil pagó cerca de 70 millones de dólares para hacerse con uno de los 39 ejemplares que la marca italiana construyó entre 1962 y 1964.
¿Pero qué tiene de especial este vehículo? Muy sencillo: su historia. Y es que este Ferrari 250 GTO puede presumir de ser el coche ganador del Tour de Francia automovilístico de 1964, bajo las manos de Lucien Bianchi y Georges Bergere.
A la hora de comer, son muchos los que están dispuestos a pagar millones de dólares por platos exclusivos y, en ocasiones, muy cuestionables a nivel moral. Es el caso del atún rojo, un pez catalogado como especie en peligro de extinción por la World Wildlife Fund (WWF).
A pesar de este dato, un magnate del sushi japonés llegó a pagar 3,1 millones de dólares por una pieza de 278 kilogramos en el mercado de pescado de Tokio celebrado en 2019.
Si eres un amante del tequila, es probable que el nombre de Tequila Ley 925, o Pasión Azteca, te resulte familiar, ya que es la marca de tequila más cara del mundo. Lanzada al mercado en 1996, esta bebida de la compañía mexicana Hacienda La Capilla está elaborada con agave azul y tiene un tiempo de maduración de entre tres y seis meses, unas características que quizá no nos sorprendan.
Sin embargo, la exclusividad de este producto no viene de su contenido, sino de su envoltorio. Y es que las botellas de Tequila Ley 925 están elaboradas con platino y oro blanco y tienen diamantes incrustados en su exterior. Un motivo de peso que explica su exorbitado precio: 3,5 millones de dólares.
La histórica manufacturera de pianos canadiense Heintzman es la artífice de este exclusivo piano, un impresionante instrumento de cristal y cubierto con brillantes.
El Crystal Piano saltó a la fama tras utilizarse en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijin de 2008, donde el famoso pianista Lang Lang lo hizo sonar por primera y última vez. Años más tarde, en 2014, se subastó por más de tres millones de dólares a un comprador anónimo.
Una joya flotante. Creado por el diseñador británico Stuart Hughes, el History Supreme es una embarcación de apenas 30 metros de eslora que ha sabido imponerse a sus competidores por sus materiales de auténtico lujo.
Este yate está cubierto con más de 100.000 kilos de oro macizo y platino y cuenta con algunas obras de arte de lo más extravagantes, como una pared decorada con rocas de meteorito o una estatua hecha con huesos de T-Rex. Su precio se sitúa en torno a los 4.800 millones de dólares.