Ni el poder ni el dinero: ¿cuál es la nueva adicción de los directivos?

La vida profesional de muchos directivos consiste en una vorágine de asistir a reuniones, gestionar mails, hacer llamadas telefónicas y conectarse por Teams. Puede estar pasándote a ti. Sientes que no paras de hacer cosas y que estás hasta arriba de trabajo, aunque al final del día tampoco tienes la sensación de estar siendo tan productivo. Es lo que el experto en coaching Agustín Peralt define como la rueda del hámster. ¿Por qué no puedes salir de ahí? La respuesta está en la dopamina.

Cada vez que contestamos a un mail, cuando alguien nos plantea un problema y le damos una solución, o cuando acudimos a una reunión y aportamos algo, tenemos la sensación de ser útil, de haber obtenido un logro inmediato. Y cada uno de esos estímulos conlleva un pico de dopamina, lo que termina resultando adictivo. El problema es que esta dinámica del día a día nos impide poner nuestra capacidad de atención plena al servicio del largo plazo. No nos da tiempo a planificar ni a trabajar en los temas realmente importantes.

Enganchados a la dopamina barata

"Preferimos meternos en esa rueda de multitarea que nos lleva a estar en reuniones mientras contestamos mails y posponemos el comienzo de un tema verdaderamente relevante. Como decíamos, la nueva adicción de los directivos, la dopamina", explica Peralt en su Newsletter. 

Pero eso no es todo. Porque seguimos buscando nuestra dosis de dopamina más allá del trabajo, en las redes sociales o internet, en las notificaciones que nos avisan de un nuevo 'me gusta' en nuestras publicaciones, o en el enganche del scroll infinito. "Así que nos vemos pasando de página en página, mientras posponemos otros temas y gastamos la mejor de nuestras energías", indica el coach. Dopamina barata.

Medir nuestro nivel de adicción

El problema es que, buscando esos temas que nos provocan esa gratificación instantánea, vamos dejando para otro día aquello que deberíamos estar haciendo hoy. De nada sirve autoengañarnos y culpar a las muchas reuniones a las que tenemos que asistir o al exceso de mails que tenemos que revisar. Para salir de esa dinámica Peralt propone una solución.

El planteamiento es que mires hacia ti mismo y valores cuál es tu nivel de adicción a la dopamina. Es posible que tu cerebro ya no sea capaz de provocar la misma respuesta de recompensa porque está sobresaturado del bombardeo diario de dopamina. Esto provoca un fenómeno típico de las adicciones: la tolerancia. Es entonces cuando hay que tomar medidas urgentes.

Llega un momento en el que hay que elegir entre "gratificación instantánea y la dopamina continua aunque sin grandes logros" profesionales o "los buenos hábitos, y a su vez menos dopamina, que nos llevan directos a conseguir grandes logros". Algunas de las ideas que funcionan para aplicar la primera opción son las siguientes:

  • Controla tu entorno para evitar tentaciones. Si tu teléfono está junto a ti, caerás en consultarlo más de lo debido.
  • Prémiate cuando hagas lo que debes y te hayas salido de esa gratificación inmediata. Si has avanzado en un tema con anticipación suficiente, prémiate con una actividad que te guste.
  • Coge compromisos con otras personas de cumplimiento de fechas. Nada como el entorno social para cambiar hábitos. Si tienes que trabajar un proyecto con anticipación, coge a un compañero para ver avances semanales y coger nuevos compromisos para la siguiente semana.