¿Por qué no deberías envolver el pan en papel de aluminio si lo vas a congelar?

  • El papel de aluminio sirve para conservar los alimentos y sobre todo los protege de la luz

  • Sin embargo, este envoltorio no es un buen aliado para la congelación y menos aún la del pan

  • El pan es delicado y tras un proceso de congelación inadecuado puede resultar incomible

El pan es un alimento básico en la cocina. La rutina a veces impide comprarlo a diario y menos aún en un horno de pan, donde nos ofrecen el de verdad con la paciencia y los tiempos que requiere su elaboración. Una opción es adquirir una cantidad suficiente como para congelarlo de modo que podamos comerlo cuando queramos. En Uppers te vamos a explicar cuál es la mejor forma de conservarlo en el congelador y por qué no debes envolver el pan en papel de aluminio si lo vas a congelar.

En ocasiones hemos oído que este tipo de envoltorio es nocivo pero diversos estudios llevados a cabo por la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, así como por la Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido y al igual que por la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea han constatado que “el uso de papel aluminio en la cocina no representa un peligro para la salud”.

Normalmente el papel de aluminio se emplea para conservar los alimentos frescos, reservarlos de la luz o para cocinar, por ejemplo, en papillote y al horno. Además, tras su utilización se recicla en el contenedor amarillo junto a los plásticos.

En cuanto a la congelación, el papel de aluminio, en cambio, no es un buen aliado. Por un lado, tiende a quedarse pegado en la masa del pan. Por otro lado, no lo aísla totalmente de la humedad del congelador y permite que entre el oxígeno en el envoltorio. Con ello, cabe la posibilidad de que el pan se impregne de los olores del resto de alimentos que se encuentren congelados en el mismo espacio. Además, después de un tiempo podría “terminar liberando algunos de sus componentes y contaminando la comida de alrededor”.

Cómo congelar el pan

Lo ideal sería envolver en papel film porciones individuales cortadas del pan que pensemos que vamos a utilizar. Se trata de que no quede aire entre el alimento y el envoltorio. Hay otra posibilidad que es introducir esas porciones en una bolsa especial de las que se comercializan para congelación. Suelen incluir un sistema de autocierre que las convierte en herméticas de modo que el pan vuelve a quedar aislado cada vez que extraigamos un trozo.

Un consejo es destinar un cajón concreto o una bandeja del congelador para guardar el pan y otros alimentos que no huelen como, por ejemplo, los helados. Así, la carne y el pescado se deben colocar en cajones distintos porque sí pueden desprender olores.

Una vez el pan está correctamente congelado hay una premisa y es el tiempo máximo de permanencia dentro del habitáculo: nunca más de un mes ya que perdería sus propiedades. Tenerlo en mente es fácil si se escribe la fecha de congelación en la bolsa con un rotulador indeleble o se coloca una pegatina con esa fecha en el film de cada porción individual.

Cómo descongelar el pan

Por último, llega la hora de descongelarlo. El sabor y la textura del pan cambian tras su proceso de congelación. Es importante recuperarlo de modo que se acerque lo máximo al aspecto y sabor originales.

El primer paso es sacarlo del congelador unas dos horas antes. Si se trata de una barra, el segundo paso es humedecerla con un spray con agua. El tercero, hornear en la bandeja del horno a 180 ºC unos 30 minutos. Cuando son rebanadas de pan, estarán listas en 5 minutos a la misma temperatura de 180 ºC. En los dos casos el resultado es mejor colocando un recipiente resistente con agua en la parte más baja del horno y dejar la puerta ligeramente abierta durante la cocción.