Javier de Benito, uno de los mejores cirujanos plásticos del mundo, padre pasados los 70: "Quiero que mi hija recuerde mis abrazos"

  • El famoso cirujano plástico abre un nuevo Instituto de Benito en Madrid meses después de tener a su segunda hija

  • "Tengo pacientes que me han dicho: 'Doctor, vengo porque sé que usted me dirá la verdad', y la verdad, a veces, es decir 'no te operes, no vas a ganar nada"

  • "Estoy seguro que antes de morir seduciré a la muerte para intentar operarla de algo"

Javier de Benito pudo haber sido cantante de ópera o jugador de tenis. Pero siempre quiso ser médico y, después, cirujano plástico. Persiguió su objetivo: estudió, trabajó, se perfeccionó, buscó a los mentores adecuados para seguir ascendiendo en el complejo mundo de la cirugía estética y hoy es un referente: uno de los mejores del mundo. En Barcelona, el doctor abrió el primer Instituto de Benito hace unos años y ahora ya dispone de un segundo establecimiento en Madrid.

Pasados los 70 y con su fama, alguno se preguntaría qué necesidad hay de asumir nuevos retos profesionales. Pero quienes lo hicieran no conocerían bien a Javier de Benito. El optimismo y la pasión por la vida están detrás de este desafío, al que se suma otro, personal e intransferible: el nacimiento de Valentina, su segunda hija, hace apenas unos meses. ¿Cómo se vive la paternidad tardía? ¿Cuánto cuenta el contador, ese reloj interno que todos llevamos dentro y al que miramos de reojo? De todo eso ha hablado con Uppers en su nuevo centro madrileño.

¿Por qué te has decidido a abrir un Instituto de Benito en Madrid?

Aquí he trabajado durante muchos años con Maribel Yébenes y con Tacha, entre otros. Pero, al final dependes mucho de dónde estás y acabas de pensando que lo mejor es que abras tu propio instituto y llevarlo como tú quieras. Además, cuando en 2014 algún político empezó a hablar de independencia, algunos pacientes dejaron de venir a Barcelona. Y lo notamos. Instituto de Benito tiene un plan de expansión, una marca que podemos aprovechar. Además, Madrid me encanta, está preciosa. Y luego tiene una posición privilegiada. Tengo algunos pacientes que no son de Madrid ni de Barcelona. Cuando les pregunto dónde quieren operarse, siempre piden Madrid. Está en el centro, evidentemente, y eso influye.

¿Desde que empezaste, cómo ha cambiado el sector, no solo en tratamientos, sino en la propia percepción de los pacientes?

Es una especialidad que va a más, se están abriendo muchos más centros y hay más especialistas en cirugía y medicina estética. El culto al cuerpo sigue. Hay un trabajo de redes muy importante, influencers que estimulan a los adolescentes y a la gente joven a tratarse. Pero hay que buscar el equilibrio. Yo creo que a veces es perjudicial porque se puede manipular a los adolescentes. Ahora se le quita importancia al quirófano y eso hace que tengamos que volver a dársela. Entrar a un quirófano no es ir a un restaurante. Es cierto que todo ha cambiado, la cirugía es ambulatoria... Pero un quirófano es un quirófano hay que hacer las cosas de manera muy seria y muy bien.

¿Como cirujano y como médico, sabes ante el tipo de paciente que estás?

Como les digo a los residentes, la primera visita es fundamental, muy importante. Tienes que entender qué quiere la paciente, por qué lo desea y cómo lo va a utilizar después. Decía Pintaguy que el éxito en nuestro trabajo no depende de lo que hagas, sino de cómo lo utilice luego el paciente. En la primera visita hay una parte psicológica fundamental y una parte profesional. Al paciente tienes que explicarle muy bien qué vas a hacer para solucionar el problema que tiene. El profesional tiene que exponer sobre la mesa las reglas del juego, los límites y a qué se expone el paciente.

¿Uno de los mejores cirujanos del mundo habla de límites?

Límites tenemos todos. Hay que saber si podemos cumplir lo que el paciente nos pide y a partir de ahí hay que ser honesto y explicar las cosas tal como son. Hay trabajo para todo el mundo y no hay que ganarse la vida justo con ese paciente. La vida se gana siendo honesto. Tengo pacientes que me han dicho: "Doctor, vengo porque sé que usted me dirá la verdad". Y la verdad, a veces, es decir "no te operes, no vas a ganar nada. Espérate. Haz esta otra cosa, pero aún no pases por quirófano". La honestidad en nuestra profesión es fundamental.

En lo profesional eres honesto, pero también audaz, te atreves a asumir riesgos. ¿En lo personal, también? Te has animado a tener una segunda hija pasados los 70...

Nunca digo mi edad. Primero porque no se lo creen y, segundo, porque algunos me preguntan si todavía trabajo y si no me he jubilado. No, ¿por qué iba a hacerlo? Leí una vez una frase que me gustó mucho: "no dejes que entre el viejo dentro de ti". Esto no me lo permito. Es más, estoy seguro que 20 minutos antes de morirme, intentaré seducir a la muerte para operarla de algo.

Esta actitud se trabaja, ¿no? ¿La madurez se prepara desde la juventud?

Los dos días más importantes de la vida son el día que naces y el día que descubres para qué has nacido. Yo lo descubrí el día que supe que quería ser médico porque yo me siento médico. Desde ese día, he sido el hombre más feliz. Soy muy optimista, veo la botella medio llena y más. Me agarro a cualquier cosa positiva y me digo ¡adelante!

¿Cómo decidiste volver a ser padre?

Yo me separé en el año 2009. Conocí a mi segunda mujer hace 10 años y nos casamos hace cuatro. Ella es mucho más joven que yo, va a hacer ahora 37 años. No me había planteado tener más hijos, pero luego pensé que estando felices, porque nos reímos mucho, algo fundamental en la pareja, ¿por qué no? Soy muy payaso, me gusta contar chistes, tocar la guitarra... Reírte te mantiene joven.

¿Recuerdas cómo tomasteis la decisión?

Realmente lo hice por ella. Me dijo que quería tener una familia. Sus padres viven lejos, en Rumanía, y no los ve frecuentemente. Pensé que si me lo pedía, lo lógico era darle un hijo. Pensé en una hija porque me encantan las niñas. Fuimos a buscar la niña. Viajamos hasta Kiev a través de la ginecólogo de mi mujer, una especialista muy buena en Reproducción Asistida. Fuimos allí, tuvimos unos embriones y como se permite legalmente escoger el sexo del bebé, quisimos la niña. Todo esto fue 10 días antes de que empezara la Guerra de Ucrania. Mi hija se llama Valentina porque siempre quisimos llamarla así y justo la implantaron el día de San Valentín, el 14 de febrero.

¿Cómo estás viviendo esta paternidad?

Estoy encantado, embobado con esta niña, feliz, felicísimo. Nunca pensé que me entusiasmara tanto.

¿Cómo es de diferente esta experiencia respecto a tu primera paternidad?

Era un momento distinto. A mi primera hija no sé si llegué a darle un biberón, como mucho. Ahora pensé que tendríamos que tener una enfermera y servicio para atender a la niña, pero llego a casa y la miro, la estrujo, la aprieto, la cojo en brazos... Cuando tienes hijos a otra edad piensas que vas a vivir la vida con ellos, que crecerán, estudiarán, se casarán, tendrán hijos, serán tus nietos... Yo no tengo tiempo para esto a mi edad. Por lo tanto, quiero disfrutar al máximo de ella. A veces pienso que será una consentida y que cómo se arreglará mi mujer con ella el día de mañana.

¿Qué te decían tus amigos?

"¿Una hija a tu edad, Javier? ¡Si ahora tienes que viajar!". He viajado, he recorrido el mundo. He sido un hombre feliz. Además, creo en la vida después de la muerte, en la reencarnación, y pienso que la muerte es una aventura maravillosa. No me importa. Ahora disfruto de una vida que no disfruté con mi primera hija porque estaba todo el día trabajando.

¿Cómo se lleva Carlota, tu hija mayor, con Valentina?

¡Muy bien! Incluso con mi exmujer nos llevamos muy bien. La Navidad de 2021 la pasamos juntos. Hay cosas que forman parte de la vida, nos queremos. Mientras mi hija me vea feliz, ya está. De eso se trata. Nadie juzga a nadie.

¿Te asusta el mundo que le espera a Valentina?

Le espera un mundo muy complicado y difícil. La gente se matará por el agua y habrá guerras por el agua. También hay cosas que me cuesta entender: con 14 años puedes decidir que si no quieres ser Pepe, puedes ser María. ¿Y si luego no estás contenta, podrás volver a ser Pepe? Creo que hemos pasado de un extremo a otro muy rápidamente. A los baby boomers nos cuesta asimilar algunos cambios. Y al adolescente también le cuesta. Me preocupan esa velocidad y esas leyes.

¿Ser un padre mayor tiene ventajas?

Mi exmujer y yo no sabíamos cómo educar a nuestra hija. Teníamos la educación que nos habían dado nuestros padres, pero ya era antigua, ya estábamos en otra época. Ahora entiendo que me tengo que adaptar a esta época. La educación judeo-cristiana en la que solo se trabaja se ha terminado.

Como profesional de la estética, sabes cuidar y sabes cuidarte, ¿pero la que mejor lo hace es tu hija? ¿Es tu elixir de juventud?

Sí. Haberme casado con una mujer más joven también influye. Recuerdo la frase de la película 'Luz de luna': "Estar con un hombre o una mujer más joven es huir de la muerte". Haces cosas que no harías con alguien de tu misma edad. A veces no tengo ganas de hacer algo y me digo "¿por qué no? ¿Soy mayor?". Y entonces lo hago y ¡me lo paso pipa! Con mi hija me pasará lo mismo. Profesionalmente, también aprendo cosas nuevas. Juventud es la capacidad de cambio y de progreso.

Tu contador vital va más deprisa que el de otros padres. ¿Cómo vives ese hándicap?

Cuando ella tenga 20 y tantos, yo tendré 90 y tantos. No sé si estaré aquí, si estaré bien, si sabré quién soy... Por eso estoy disfrutando ahora tanto de ella porque no tengo tanto tiempo. De Carlota, mi hija mayor, disfruto de su faceta empresarial, y de la pequeña, que ha aprendido a sonreír.

¿Cómo te gustaría que te recordara Valentina?

Con un recuerdo de amor, de abrazos, de cariño... ¡Por eso la estrujo cada día!