Un tomate bien cortado, con su poco de sal y pimienta y un buen chorrito de aceite de oliva. ¿Hay algo mejor? Si lo acompañas con un buen vino, un vermú o una cervecita está claro que todo mejora. Tomates hay muchos, de diferentes tipos, texturas y sabores. Por eso mismo hay que saber elegir bien cuál es el mejor para cada ocasión. Lo que está claro es que siempre hay alguno que otro que nos sorprende por completo, como el tamaño. No será la primera vez que vas al mercado y te encuentras con tomates que te darían para alimentar a toda tu familia. Algo parecido es lo que le ocurre a los que nacen en la huerta de una mujer americana.
Sybil Gorby es una mujer de 92 años que en 1965 plantó su primer puñado de semillas de tomate. Con el tiempo la planta dio sus frutos y decidió continuar con la producción en cada primavera, plantando el mismo linaje de semillas en su huerta, siempre con el mismo exitoso resultado: unos tomates llenos de sabor.
Son 58 los años que lleva plantando esas semillas en su granja, que construyó en los años 60 junto a su difunto esposo y sus cuatro hijos. En una reciente entrevista con Washington Post, la mujer, que trabajó 45 años como enfermera, probó sus tomates, describiendo su sabor con un toque dulce, "tienen un sabor dulce especial" que, según ella, es el que da la diferencia y los convierte en los más deliciosos que nunca ha probado. Todo lo que cultiva en su granja es fresco. En su huerta, además de sus deliciosos y espectaculares tomates también planta otras frutas y verduras, además de flores.
Tras casi 60 años, Gorby ha conseguido ir perfeccionando su técnica. Lo primero que hace es secar algunas semillas sobre una servilleta de papel y plantarlas durante el entretiempo, que no haya mucho frío, pero que tampoco haya llegado el calor veraniego. Si todo va bien, en junio empezarán a brotar las plantas, que en agosto habrán dado unos espectaculares tomates, a veces con formas que solo pueden ser fruto de la madre naturaleza.
Sus tomates suelen tener fama de hermosos, pero hay algunos que son realmente gigantes, tanto que en ocasiones son mucho más grandes que una palma de la mano, por eso hay veces en las que se hacen virales. Y lo bueno es que no solo su aspecto es peculiar, también su sabor, lleno de intensidad, que no pierde ni una pizca de sabrosura con el paso de los años.