Las damas del vino toman la palabra: "Queremos el espacio que nos merecemos"

  • Casi una treintena de profesionales se reunieron en Madrid para celebrar un showroom de más de cien variedades diferentes, todas con sello femenino

  • El sector, muy masculinizado y estereotipado, necesita una revisión en femenino

  • Hablamos con sus protagonistas y descubrimos que cada copa de vino tiene una historia. Solo hay que escuchar

En un principio, a Meritxell Falgueras, comunicadora, sumiller y autora de varios libros sobre vinos y bebidas, le habría gustado ser Diana de Gales. El capricho le duró hasta que descubrió a Sarah Jessica Parker en el papel de Carrie Bradshaw, la protagonista de 'Sexo en Nueva York', con su grupo de amigas y la copa en la mano. Entonces se propuso convertirse en algo así como la Carrie del vino en Barcelona. Así lució en el último evento de Mujeres del vino, un showroom celebrado hace solo unos días por primera vez en Madrid, en el Palacio Santoña de la calle Huertas. Allí se han reunido 26 mujeres del sector que han mostrado más de un centenar de vinos españoles hechos por mujeres en quince zonas diferentes.

Cada vez exhiben más músculo

La imagen de estas mujeres que toman la palabra no debería llamar la atención. Según las cifras que manejan, las propietarias de bodegas, enólogas, sumilleres o divulgadoras ocupan un 35% del sector, aunque el porcentaje podría ser superior si contamos a esas otras que desempeñan también posiciones esenciales, como las podadoras de la viña, pero no salen en la foto. A pesar su repercusión en el sector, el sector sigue estando muy masculinizado, como lo prueba su escasa representación en algunas ferias o eventos.

No hace falta retroceder muchas décadas para llegar a esa época en la que la mujer tenía casi prohibido el acceso a las bodegas por miedo a que la menstruación echase a perder el vino. Semejante majadería las distanció aún más de la elite del vino. Algún famoso bodeguero llegó incluso a plantar un cartel dejando patente el veto. Y hasta no hace mucho la presencia femenina se limitaba al rol de azafata, a anuncios sugerentes junto a una copa de vino o como parte de las burbujas de la Navidad.

Un comentario poco afortunado

Más de una vez a Falgueras le han pedido en algún evento que limpiase una copa. La anécdota es paradójica en una mujer que, en su tiempo, fue reconocida la sumiller más joven de España y con 25 años ganó la Nariz de Oro. El mundo del vino está en su ADN. Pertenece a la quinta generación de la tienda de vinos el Celler de Gelida, fundada en 1895 en el barrio de Sants en Barcelona. 

Ha investigado el lenguaje en las catas de vino y tiene una presencia notable en los medios de comunicación. Cuenta el vino y lo acerca a las nuevas generaciones desde una visión personal muy divertida, como hizo en la mesa redonda que moderó en showroom del Palacio Santoña o como hace habitualmente a través de su cuenta de Instagram o su podcast 'Con vino Con todo', un juego de palabras que le sirvió también para titular el cuarto de sus cinco libros. "Quiero -dice- que el vino sea un estilo de vida. Igual que los hombres hablan de vino y fútbol, quiero hablar de vino como lo hago de moda y quedarme tan tranquila. Pensar si este vino marida con un plato o qué bolso le va mejor a unos zapatos".

Mujeres imprescindibles

La gran impulsora e ideóloga de Mujeres del vino es Anne Cannan. Es bodeguera e hija de bodegueros y se encuentra al frente de la bodega familiar Clos Figueras del Priorat. Organizó el primer evento durante la feria del vino del Priorat, en 2009, y ya no paró.

El primer showroom lo celebró en 2016, en el marco de la feria alimentaria de Barcelona, con una representación femenina de toda España. Tres años después se sumó Meritxell Falgueras. Esta ha sido ya la séptima edición y, poco a poco, han formado un colectivo que pone en valor la aportación femenina, de manera que la cita en el calendario anual se ha vuelto ineludible para los amantes del vino.

Falgueras y Cannan tienen desde pequeñas un vínculo muy familiar. Esta última es hija de Christopher Cannan, pionero en la elaboración de vinos del Priorat, en los años ochenta, y uno de los mayores expertos en el comercio internacional de este producto. Conocen el vino desde su raíz, saben cómo se bebe, cómo se elabora, cómo marida. Y cuando se reúnen, aunque algún aspecto pueda generar controversia, hablan un mismo idioma.

Un relato que hay que contar en primera persona

Cannan reclama trasladar esa crónica del vino a la mesa, al momento crucial en el que maridan el plato y la copa. "El vino -explica- hay que contarlo en primera persona. Tiene una historia y un trabajo que conocemos las elaboradoras del vino y va más allá de lo que te gusta o no. Es muy bonito porque, aparte de vender vino, hay un relato que empieza en el campo, en el momento de labrar y de cuidar las viñas. Luego piensas el vino, lo estudias y lo pruebas. No tienen que gustarte todos, pero sí disfrutar de la experiencia. Es muy importante integrarlo en la experiencia gastronómica, conseguir que el cliente perciba esta experiencia como algo extraordinario. El cliente lo merece porque te ha elegido a ti entre mil restaurantes. Por eso, necesitamos el apoyo de los chefs y de los empresarios".

En el showroom han destacado mujeres como María José San Román, fundadora y chef del restaurante Monastrell de Alicante; Silvia García, jefa de sumiller del Mandarín Oriental Ritz de Madrid; y Cristina Tierno, sumiller y propietaria de la agencia Efecto Directo. Todas ellas son la muestra más evidente que el universo vinícola tiene nombre de mujer. Insisten en que no se entiende que "todavía hoy algunos de los eventos más importantes estén representados solo por hombres".

Mujeres de campo que rozan la excelencia

Más de cien variedades procedentes de bodegas de toda España, quince denominaciones y casi una treintena de profesionales y la gran expectación por parte de los asistentes ponen en evidencia la fuerza femenina en el sector. Muchas de estas bodegueras han partido de cero. Otras proceden de familias con mucha solera en esto del vino, pero igualmente han tenido que ir abriéndose camino entre las viñas y la dirección de las bodegas en un mundo de hombres. Son mujeres que rozan la excelencia en su formación, investigación y conocimientos, emprenden proyectos y van sumando hectáreas a sus respectivos terrenos.

Su mayor reclamo es el equilibrio entre la comida y el vino, aunque el evento ha servido también para realzar la producción local, algo en lo que insiste San Román: "El vino español siempre debería estar por encima. Puntúa que maride con el plato, pero también que sea cercano".

Cualquier de estas mujeres conoce bien el suelo, el clima, las variedades de uva y todos los aspectos técnicos que envuelven al vino. Por eso, quieren dar visibilidad al trabajo y al conocimiento femenino. Desde el viñedo hasta la cata en el restaurante, desde la bodega a las grandes marcas, su peso es cada vez mayor y están dispuestas a proyectarlo.

Mejor en copa que en botella

Cada una defiende su territorio. Cristina Tierno, por ejemplo, no concibe una vida sin burbujas. Sabe todo acerca de los vinos espumosos. Ha trabajado y trabaja con prestigiosas marcas y lidera campañas de promoción, monólogos y comidas y cenas con maridajes. Pero, en lugar de sentar cátedra, estas mujeres enseñan a confiar en nuestras propias percepciones al probar el vino y ponerle nombre a su aroma, a la textura, a las sensaciones o a cualquier otro matiz.

Es una experiencia que empieza por lo visual, continúa con el olfato y acaba en el gusto. "El vino tiene una historia y tienes que dedicarle un tiempo a escuchar lo que quiere contarte. Por eso, es mejor pedir una copa en un restaurante que una botella. Evitas desperdicio y disfrutarás más de la experiencia. Con una botella, el discurso se agota en ella".

Con eventos como este, queda claro que el vino en femenino se escribe con humor, descaro y precisión, como el último libro de Falgueras, 'Cátame', esta vez en forma de novela y con toda una declaración de intenciones: "Catar un vino es como catar a una persona". La autora nos invita a un viaje iniciático con tacones de vértigo en busca de la vanguardia gastronómica, la esencia de 'Sexo en Nueva York' y el vino y el hombre perfectos. Falgueras traslada a la literatura su gran pasión vinícola: "descubrir nuevos elaboradores, maridarlos con platos exóticos y, sobre todo, catarlos".