Tres uppers explican qué significaron para ellos los Pactos de la Moncloa: "Parecía que estrenábamos país"

  • Cuando se cumplen 45 años de la firma de los Pactos de la Moncloa, ¿cuánto hemos cambiado?

  • "El valor de aquellos pactos están en el momento: dos años antes Franco estaba vivo y la Constitución aún no estaba aprobada, y en la voluntad de avanzar acordando"

  • "Hoy sería muy difícil alcanzar un nivel de consenso semejante para abordar cualquier reforma constitucional"

Se cumplen 45 años desde la firma de los Pactos de La Moncloa, ese acuerdo de estado que posibilitó la salida de la profunda crisis económica y social que España vivía en 1977, con una democracia aún vacilante. Les hemos preguntado a tres uppers cómo fueron 'sus pactos de La Moncloa' a través de tres preguntas: ¿Cómo recuerdas ese momento?, ¿había sensación de cambio? y ¿hoy serían posibles?

"Mejores efectos políticos que económicos"

"No tengo un recuerdo específico, sí de sus protagonistas y del ambiente. El recuerdo directo o elaborado después es de una profunda crisis que llevó a un pacto que estabilizara la economía, con la inflación y el paro disparados, y así se permitiera la transformación política del país. Creo que tuvo mejores efectos políticos que económicos", asegura Carlos Penedo, consultor de comunicación de 57 años. "Sí que se tenía la voluntad clara de dejar atrás el franquismo y modernizar el país, y alejarse de la confrontación gratuita o violenta en la mente de todos los protagonistas. El valor de aquellos pactos están en el momento, dos años antes Franco estaba vivo y la Constitución aún no estaba aprobada, y en la voluntad de avanzar acordando", señala.

"Voluntad de acuerdo"

Respecto a si había sensación de cambio o de nueva era, Penedo se muestra cauto. "En toda la Transición la sensación era de inaugurar una nueva etapa, pero sin conocer el destino, se iba haciendo camino y tengo la sensación de que cada uno sobrevaloraba el poder del contrario. El proceso y el punto final nadie lo tenía escrito en un cajón. Aquellos pactos sí que muestran una voluntad de acuerdo por parte de la oposición de entonces con el gobernante Suárez, y de los agentes sociales. Había un mayor respeto por el contrincante".

"La crispación es una estrategia política"

"Se han mitificado muchos aspectos de la Transición, etapa especialmente convulsa e incluso violenta. Sí que es verdad que la crispación actual es distinta, se ha ido tensionando el clima político del que hoy no se salvan ni los asesinados por el terrorismo ni una pandemia mundial ni una guerra", señala este experto para quien la crispación no es el resultado de un clima, sino algo buscado. "No hay que olvidar que la crispación es una estrategia política, no un fenómeno natural. Uno pacta si piensa que el resultado va a ser mejor que la discrepancia, y hoy muchos apuestan por el enfrentamiento, creen ganar más con la polarización. No parece probable, no sé si incluso sería deseable, un gran pacto de país, sí en asuntos concretos; en materia laboral la negociación y los acuerdos son habituales", concluye.

Estrenar un país

"Acaba de cumplir 15 años y ya me interesaba la política. No recuerdo mucho de esos días, pero sí la sensación de que algo importante estaba pasando", afirma Ana Segarra, una profesora de inglés de 60 años.

Segarra recuerda la emoción con la que vivió poco después las primeras elecciones generales de la democracia y el ambiente que se respiraba. "En el momento concreto de los pactos de La Moncloa, no sentí nada especial, pero sí me acuerdo de aquellos años la ilusión de estrenarlo todo, las votaciones, los nuevos líderes... Hasta el país parecía nuevo", asegura.

Sobre la crispación de aquellos días y la de ahora, "el panorama ha cambiado sustancialmente. Quizá no lo recuerdo bien, pero creo que más que crispación, había heridas de las dos Españas que no terminaban de cerrarse. Ahora, la situación es distinta. Si lo pensamos, no hay nada tan grave que justifique convertir el ambiente en algo irrespirable. Creo que la crispación es interesada porque algunos políticos se manejan mejor en el conflicto y a algunos medios también les viene bien la confrontación", añade.

"Esto va en serio y tiene que funcionar"

Para el periodista Javier Semprún, de 60 años, todo lo que rodeó a la firma de los Pactos de La Moncloa permanece en su recuerdo. "Vivíamos la política como algo muy cercano, tanto en casa como en el instituto, y cuando se firmaron aquellos pactos, recuerdo la frase de un profesor: “esto va en serio, si los sindicatos se suman al proyecto podremos tener una Constitución democrática”. España ya había votado en el referéndum por la Reforma, pero aquello no entusiasmaba a la izquierda: “el voto de la oposición ni es blanco ni tinto ni tiene color… Abstención, abstención, es el voto de la oposición” se cantaba en lo corrillos con guitarra y canciones de Víctor Jara, Quilapayún, Paco Ibáñez, pero en el fondo había ganas de que todo funcionara, de que acabara el miedo, ese miedo que los mayores nos transmitían con un meneo de cabeza, sobre todo los que habían aprendido a no hablar de política, o a creer que había merecido la pena el precio pagado por la paz. Así que cuando el profesor dijo “esto va en serio”, y en mi casa mi padre comentó que Suárez y el Rey necesitaban un aval firme para aproximarnos a Europa y que Francia podría colaborar al fin para acabar con el terrorismo, procuré estar más pendiente aún de las noticias".

"Izquierdas y derechas dispuestas al cambio"

Para Semprún, indudablemente, el cambio era palpable. "Millones de españoles envidiábamos la democracia, las elecciones, la coexistencia y la libertad, también la sexual, que veíamos y conocíamos en Europa y Estados Unidos. De repente había una izquierda dispuesta al pacto con una derecha dispuesta al cambio, y aquello se palpaba en el ambiente. También el miedo al fracaso, al ruido de sables, al terrorismo… La democracia, con Europa de fondo, parecía la tabla de salvación para salir de una crisis profunda en lo económico, en lo social, en lo cultural… El año había comenzado con la matanza de abogados en Atocha, y en pocos meses se vivió la legalización del PCE, las elecciones con plena concurrencia de partidos, y la idea clara de que las Cortes deberían aprobar una Carta Constitucional en la que ya trabajaba una comisión", rememora. Según se desprende de sus palabras, no había vuelta atrás.

Un nivel de consenso "muy difícil de alcanzar"

¿Sería hoy posible un acuerdo de la misma dimensión que los Pactos de La Moncloa? "Creo que hoy sería muy difícil alcanzar un nivel de consenso semejante para abordar cualquier reforma constitucional. El modo en que se bloquea la reforma del CGPJ, por ejemplo, nos da una idea de lo que supondría, por ejemplo, abrir un debate sobre si la Monarquía sigue siendo útil o es ya momento de dar el paso hacia una III República", señala Semprún.

Para este periodista la clave está en la percepción que los ciudadanos tienen de la política y de los políticos. "Existe la idea de que la clase política carece de la formación necesaria, cosa que no comparto, así como de que la tutela de la Unión Europea restringe nuestra capacidad de cambio. Por eso creo que la crispación es más excusa que causa. La crispación es mucho menor que la que podían sembrar en aquella época personajes como Blas Piñar, el propio Fraga, los militares de alta graduación, las acciones del FRAP, la ETA o el Grapo, la lucha sindical en las calles y en los centros de trabajo… La crispación es desagradable, pero superable. El problema para la falta de consenso tendría mucho más que ver con la defensa de intereses profundos, y con nuestra inclusión en un engranaje global que aplasta cualquier otra cuestión", concluye.