Cuando todos se informan mal menos yo: ¿cómo es una dieta mediática saludable?

  • Según un estudio realizado por cinco universidades europeas, los jóvenes se informan más a través de las redes sociales y los adultos mayores de 55 años continúan principalmente con los medios tradicionales; ambos grupos consideran que el otro consume noticias tóxicas

  • Tanto jóvenes como mayores consideran que la dieta mediática saludable es aquella que incluye noticias de calidad y un equilibrio de fuentes

  • Elegir entre familia y trabajo: cómo saber que estás tomando la buena decisión

Llevamos varios días hablando de la carta que Pedro Sánchez ha escrito a la ciudadanía y de la que todos los medios se han hecho eco, no solo porque es la fuente de una noticia fundamental para la historia de España a corto plazo, sino porque se sienten aludidos. Muchos de ellos han hecho autocrítica sobre la difusión de lo que ya se llama ‘periodismo de especulación’, un nuevo género surgido en los aledaños de las fake news.

Dieta mediática: informarse bien importa

No se trata de un hecho aislado en España, pero no por eso es menos importante. Una vez diagnosticado el problema, cabe preguntarse cómo evitarlo y para ello es fundamental conocer cuáles son los datos de consumo de noticias y qué percepción hay sobre ellos. Ese es precisamente el objetivo de un estudio realizado por cinco universidades de otros tantos países europeos (Alemania, Polonia, Rumanía, España y el Reino Unido) y en el que también ha participado la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)

El trabajo explora el concepto de dieta mediática; es decir, cuál es el patrón de consumo de noticias que siguen dos grupos de edad diferenciados, uno de adultos jóvenes, de 18 a 25 años, y otro de adultos de mayor edad, mayores de 55 años, en un escenario como el actual, en que los medios tradicionales conviven con las redes sociales y las nuevas narrativas. El estudio, titulado 'A qualitative examination of (political) media diets across age cohorts in five countries', se basa en entrevistas a grupos focales para recoger la opinión que tienen sobre su propio consumo de noticias, qué idea tienen sobre lo que tendría que ser una dieta de medios "saludable" y, finalmente, qué opinión les merece la dieta que siguen los demás.

Desinformación para todos

El estudio ha concluido que hay una diferencia bastante marcada entre grupos de edad. Mientras que el de adultos jóvenes bebe más de las redes sociales, el de adultos de mayor edad continúa principalmente con los medios tradicionales. En términos de usuarios de noticias, los jóvenes son principalmente "usuarios de noticias de las redes sociales", que pueden llegar a ser "buscadores de noticias en línea", pero solo en el supuesto de que se trate de un tema que les interese. El grupo de adultos de mayor edad son usuarios de noticias "tradicionales" en cuanto a las fuentes de las que se nutren.

Las diferencias no solo se han visto entre los adultos jóvenes y los adultos de mayor edad. Los resultados muestran también diferencias entre las cohortes de adultos de mayor edad entre países. El punto en que se registra más diferencia es el de la inclusión de los medios de servicio público en las dietas mediáticas: mientras que en el Reino Unido y en Alemania los medios públicos tienen un peso importante en la dieta y son considerados fuente de noticias de gran confianza, en España, Rumanía y Polonia no tanto. Esto probablemente se debe a las diferencias en la tradición periodística en cada uno de esos estados.

¿Qué es una buena dieta mediática?

Cuando se trata de definir qué se considera una buena dieta mediática, los resultados muestran aquí más similitudes que diferencias. En los dos grupos de edad, en todos los países, se describe una dieta mediática saludable como aquella en que se incluyen noticias de calidad y un equilibrio de fuentes, y se valora que los ciudadanos tendrían que seleccionar su consumo evitando "la basura".

En el grupo de adultos jóvenes, a pesar de mencionarse la importancia de los medios de servicio público para una dieta mediática saludable, no los incluyen en la descripción de su propia dieta. De la misma manera, dentro de este grupo se percibe la dieta mediática de los miembros de su propia cohorte como poco saludable e incluso "tóxica".

Los resultados del estudio muestran que cada grupo de edad cree que el otro tiene una dieta mediática más pobre. Los jóvenes piensan que las personas de mayor edad son propensas a la exposición selectiva, a la desinformación y a una dieta mediática menos diversa porque les falta interés para los medios alternativos. Los adultos de mayor edad que participaron en el estudio hablan, en cambio, de una carencia total de interés por las noticias entre los más jóvenes.

Para la profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, Ana Sofía Cardenal, investigadora del grupo GADE y una de las autoras de la investigación, esta polarización es negativa. "A menudo tienen impresiones atrevidas y negativas sobre las dietas mediáticas del otro grupo de edad, hasta el punto de que nos preguntamos si estas impresiones son percepciones erróneas", afirma la experta. Los investigadores sostienen que "no es útil en un diálogo social de grupos que los ciudadanos tengan impresiones equivocadas de lo que hacen los otros".

En cambio, los resultados también muestran algunas consideraciones positivas, tal como celebran los investigadores: "La gente de diferentes países y edades parece tener una buena idea de lo que es una dieta mediática 'saludable', y este es un buen punto de partida para considerar qué se necesita para tener también una dieta mediática", sostiene Cardenal.

El rol de periodistas, políticos y educadores

Ofrecer datos que permitan establecer recomendaciones a periodistas, políticos y educadores sobre cómo informarse de manera saludable es otro de los objetivos del estudio, que no aborda una cuestión principal: la decisión de querer estar o no bien informado antecede a cualquier otra, al igual que en una dieta alimenticia puede existir una decisión consciente de qué tipos de nutrientes preferimos tomar.

Al margen de esto, los autores explican que, teniendo en cuenta los resultados, los periodistas pueden tomar conciencia "de las diferencias entre las cohortes de edad para que el mayor número de gente posible tenga una dieta mediática sana". En cuanto a los políticos, los resultados de la investigación sugieren que "deben garantizar medios independientes y promover iniciativas de alfabetización mediática". Los educadores, por último, "tendrían que ayudar a la gente a navegar por el panorama mediático moderno para que los ciudadanos puedan tener una dieta mediática saludable", esa en la que las informaciones están contrastadas, no responden a intereses espurios y ayudan a que los ciudadanos tomen buenas decisiones respecto a ellos mismos y a su entorno.