¿Hay algo más placentero y reparador que una siesta en verano? Aunque parezca increíble, solo un 18% de los españoles podría realmente contestar a esa pregunta. Al margen de lo que se tiende a pensar, la siesta nos es tan ajena a la mayoría como a los extranjeros que la asocian a la concepción que tienen de nuestro país. Desmontado el mito, la Sociedad Española del Sueño recuerda que tiene múltiples beneficios, tales como aliviar el estrés, fortalecer el sistema inmunológico y mejorar el rendimiento.
Grandes pensadores de la historia y numerosas figuras políticas parecían saberlo bien y no dudaron en convertirlo en un ritual inamovible, ya fuera secretamente o en mitad de una guerra. Winston Churchill, por ejemplo, no podía resistirse a la tentadora llamada de una siestecilla: “La naturaleza no había tenido la intención de que la humanidad trabajara desde las ocho de la mañana hasta la medianoche sin el refresco del bienaventurado sueño”, escribió en sus memorias. Hubo otros que no perdonen una cabezadita. Puedes verlo en el vídeo.
La siesta parece estar perdiendo arraigo en España. No ocurre en países como Estados Unidos o Japón donde las multinacionales empiezan a implementar esta práctica entre sus trabajadores. Amazon quiere incluirla en su programa para mejorar la salud mental. Y no es raro pasear por las oficinas centrales de Google y observar a gente durmiendo en unas cápsulas habilitadas por la compañía con ese fin, el de recuperar energías para seguir rindiendo más y mejor.