El club de costura: la intrahistoria del flechazo entre Gloria Fuertes y Phyllis Turnbull, su profesora de inglés

  • La vida íntima de la autora de poemas infantiles nos revela que fue una mujer solitaria y feminista que supo disfrazar de amistad su romance lesbiano

  • La sociedad ingenua y puritana de la época no concebía que dos mujeres pudieran amarse. Para el régimen el sexo entre ellas no existía y, por tanto, no se perseguía

  • En Hollywood, las actrices crearon clubes clandestinos en los que dar rienda suelta a sus pasiones sin poner en riesgo su condición de estrellas

Antes de morir, en 1998, Gloria Fuertes (Madrid, 1917) legó sus ahorros, cien millones de pesetas (algo más de 600.000 euros), a la Ciudad de los Muchachos, el hogar para niños situado en Leganés. Era todo un dineral para la época que dejó atónitos a esos amigos que a menudo le llevaban un lenguado y una botella de wiski para que ella no gastase. La anécdota sirve para hacerse una idea de esa dimensión íntima y desconocida de la poeta (nunca le gustó la palabra poetisa) que solo se intuía haciendo el esfuerzo de leer entre las líneas de sus versos.

Poetisa de versos con faldas

Gracias a sus poemas infantiles se convirtió en una celebridad. Aparecía en radio y televisión. La famosa letra de 'Un globo, dos globos, tres globos', la sintonía infantil para irse a dormir era suya. Desde muy joven halló la manera de cultivar su feminismo y en 1947 fundó el grupo femenino Versos con faldas, junto a María Dolores de Pueblos y Adelaida Lasantas. Durante dos años ofrecieron lecturas y recitales en cafeterías madrileñas. Llamaba la atención su espíritu libre, el carácter campechano y esa poesía que era un retrato humorístico de las cosas cotidianas, pero también de lo profundo.

A pesar de esa admiración, era una mujer enigmática y solitaria, que se sabía incomprendida en sus modos de amar. Hoy es fácil auparla como un icono lésbico, pero jamás pudo clamar a los cuatro vientos su pasión por Phyllis Turnbull, su amiga, confidente y profesora de inglés. Este gran amor, y posiblemente el único, duró casi veinte años.

Fumaba pitillos, vestía pantalón y viajaba en vespa

Su crónica hay que situarla en esa España franquista y pacata, incapaz de ver la atracción de mujer a mujer. El flechazo ocurrió en 1955, en los pasillos del Instituto Internacional de Madrid donde Gloria aprendía inglés y biblioteconomía. La escritora tenía entonces 38 años. Fumaba pitillos, vestía pantalón y viajaba en vespa. Era una mujer valiente y no desvió sus ojos cuando se encontró con Phyllis, una muchacha largirucha que, según le indicaron, en adelante sería su profesora. Esta descubre en su pupila un gran intelecto y una imaginación fuera de lo común. La literatura pasó a ser el leitmotiv para acercarse, llamar su atención y ligar sus corazones.

El lesbianismo habría estado tan reprimido como la homosexualidad masculina y se habrían utilizado las mismas instituciones religiosas, psiquiátricas y médicas para controlar esa pulsión. Lo que ocurría es que para el régimen el sexo entre mujeres no existía y, por tanto, no se perseguía. La soltería femenina tenía peor reputación que la convivencia entre ellas. Sus muestras de afecto no levantaban suspicacias y algunas lesbianas valientes supieron sacarle rédito a esta paradoja, en lugar de meterse en un armario que les abocaría a la desesperación absoluta.

También la inquietud intelectual despertaba más sospecha que el propio contacto físico. Así lo describía Gregorio Marañón a principios del siglo XX: "Insistimos en el carácter sexualmente anormal de estas mujeres que saltan al campo de las actividades masculinas y logran en él un lugar preeminente. Agitadoras, pensadoras, artistas, inventoras: en todas las que han dejado un nombre ilustre en la historia se pueden descubrir los rasgos del sexo masculino, adormecido en las mujeres normales".

Una casa en Soto del Real donde, aparentemente, nunca pasa nada

Gloria y Phyllis se construyeron una casita en Soto del Real a finales de los 50 y crearon una biblioteca infantil ambulante que hizo las delicias de los niños. Cada mañana, Gloria repartía en su vespa los libros que le encargaban el día anterior. Para los vecinos de esta localidad no había nada extraño en la amistad de dos mujeres que compartían sensibilidades literarias, lo que les permitía caminar de la mano, viajar o incluso hacerse carantoñas en público sin que nadie viese en ello motivo de reproche o censura.

Poco después, Gloria aprovechó una beca Fullbright de tres años para mudarse juntas a Estados Unidos. Allí trabajó como profesora universitaria de español entre1961 y 1963. Joan Baez, entonces estrella incipiente del folk, recordaba después lo hermoso que fue verla en un contexto tan distinto al suyo, intercambiando con los jóvenes estadounidenses enseñanzas hippies por lecciones de chotis.

El círculo de costura de las estrellas de Hollywood

La hipocresía en torno al lesbianismo encontró su cenit en el Hollywood dorado. Las estrellas burlaron la censura del código de conducta Hays creando El círculo de costura, un exclusivo club de mujeres homosexuales y bisexuales que funcionó desde 1920 a 1950. A él pertenecieron ídolos como Greta Garbo, Marlene Dietrich, Elizabeth Taylor, Joan Crawford o Barbara Stanwyck, mujeres que supieron su ambigüedad sexual sin perder su aura de mito. La costura era solo una broma para reunir en mansiones y bares de Hollywood a damas afines en sus intereses culturales y sexuales. La única condición era disimular su condición de lesbianas, puesto que, de lo contrario, se arriesgaban al repudio en la industria del cine.

"Por entonces empecé con los amores, -no digo nombres-, gracias a eso, pude sobrellevar mi juventud de barrio". 'Autobiografía'

Cuando Gloria y Phyllips regresaron a su casa de Soto del Real, España apenas había cambiado. El amor no sobrevivió a la presión y rompieron en 1970. Phyllis murió a causa de un cáncer un año después. Gloria nunca logró sobreponerse. Solo encontró alivio en la escritura: "La vida es como una mierda de vaca de la que tenemos que hacer un pastel de manzana". Con el humor enmascaraba la fatal realidad.

"Me nombraron patrona de los amores prohibidos"

"Quererte como nadie se imagina es la única enfermedad que he tenido desde que pasé la tos ferina. Quererte es incurable (o quiero que lo sea)…" 'Mujer de verso en pecho'

Siempre se amaron en la clandestinidad. Nunca reconocieron en público su lesbianismo, a pesar de que en su círculo más cercano era de sobra conocido. Es verdad que en la 'Carta de la eme', por ejemplo, habla de Manolo como un noviete que se fue a la guerra, pero en otros versos no dejó lugar a dudas. "Me nombraron patrona de los amores prohibidos", dice uno de ellos. Toda su vida quedó plasmada en su obra, a veces en verso sutil y otras como un grito desgarrador. "No son poemas, son palomas, lo que saco de mi sombrero asombrado", decía.

"Vivo sola, cabra sola, -que no quise cabrito en compañía- cuando subo a lo alto de este valle siempre encuentro un lirio de alegría" 'Cabra sola'

En los años setenta y ochenta, la escritora conquistó a todos los públicos en ferias del libro y auditorios de cualquier pueblo de España. Seguía siendo "esa niña grande con voz de trapo" y recitaba con la ilusión de llegar a todos. Lo hacía con tono ronco, a veces con corbata y siempre con un cigarrillo entre los dedos. Murió por un cáncer de pulmón. Hoy se la considera una escritora de gran nivel y comparte antología con muchos otros poetas en lengua castellana. Su gran amigo Francisco Nieva elogió su "invención de imágenes, giros y sonoridades llenos de calidad y de sorpresa". Antes de fallecer, escribió su epitafio: "Cargada de espaldas / de amores / de años / y de gloria / ahí queda la Fuertes".