Un nuevo amor a los 50: ¿los polos opuestos se atraen también en la madurez?

  • Después de un divorcio, es fácil ilusionarse con quienes son nuestros opuestos, ¿pero realmente puede funcionar?

  • Lo que puede resultarnos seductor en un primer momento puede no ser suficiente para formar una pareja estable

  • La similitud de personalidades, sin embargo, tampoco es garantía de éxito

Tras un divorcio, es fácil ilusionarse con personas que son exactamente lo contrario de la expareja. Los años de convivencia y el desencanto propio de la ruptura hacen que a partir de los 50 se busquen nuevos perfiles. La ciencia es favorable a esta teoría con la famosa frase de que los polos opuestos se atraen en todos los ámbitos de la vida, pero especialmente en el amoroso. La duda que surge es si es realmente beneficioso relacionarnos con gente diferente a nosotros. Es una pregunta para la que no siempre existe una respuesta exacta, pero sobre las que sí es posible definir algunas claves que nos ayuden a la hora de cuidar y conservar nuestras relaciones.

Seducir no es convivir

El hecho de que alguien manifieste comportamientos, ideas o rasgos de personalidad que difieren en gran medida de los nuestros puede resultarnos seductor en un primer momento al encontrar en ellos características que nosotros no poseemos. Sin embargo, se trata de una atracción inicial que, en la mayoría de los casos, no es suficiente para conformar una relación estable.

Los estudios de pareja indican que los dos factores a tener en cuenta para que esta funcione son la complementariedad y la similitud en lo que se refiere a rasgos, metas y valores. Por tanto, en principio sí es posible que dos personas con rasgos contrarios se vean atraídas la una por la otra, pero debemos tener muy en cuenta en qué se va a basar la estabilidad de la relación a largo plazo.

No compartir los mismos gustos, aficiones y formas de ver la vida puede ser enriquecedor si se gestiona con una actitud abierta y tolerante. Por ejemplo, una persona con mucha energía y afición por los deportes de riesgo encontraría un refugio de paz e introspección en otra persona más tranquila.

Mezcla de compatibilidades

También existe la otra cara de la moneda: normalmente, las personas suelen querer vivir parte de su ocio y compartir momentos con la pareja. Si comienzas una relación con alguien que obtiene satisfacción con actividades muy diferentes a las tuyas y de las que te resulta muy complicado disfrutar, crear recuerdos conjuntos puede ser complicado.

¿Entonces hay que ser absolutamente compatibles? Según los expertos, la compatibilidad entre dos personas no viene dada exclusivamente por la similitud de sus personalidades, gustos y valores, sino que estos tienen que ser complementarios y compatibles entre sí. Por tanto, la similitud absoluta entre dos personas tampoco es garantía de éxito. Dos personas muy dominantes no van a llevarse bien, al igual que dos muy sumisas.

¿Cuándo una relación es insalvable?

Lo importante es discernir cuándo las diferencias son positivas y cuándo se han convertido en insalvables. Aquellas que afectan a pilares fundamentales de la identidad de los miembros de la pareja provocan que la relación se convierta en incompatible. Por otro lado, las que fomentan el crecimiento personal de los dos, respetándose y construyendo una estrategia que encuentre un equilibrio, son las que la alimentarán.

Siempre y cuando sea algo salvable y se reme en la misma dirección, las diferencias entre dos personas que se emparejan se pueden gestionar con bienestar y positividad. se fundamenta en una serie de acciones y actitudes que resumen los expertos de la plataforma de psicólogos online Therapy Chat:

  1. Aceptar y respetar: evitar actitudes tóxicas, como atacar los gustos de la pareja o juzgar sus hábitos.
  2. Respetar los espacios: acordar tiempos y maneras de vivir esas diferencias y cumplirlo. Por ejemplo, si uno juega a videojuegos y el otro no, acordar un tiempo al día para dedicar a las aficiones por separado, para evitar que interfieran en la dinámica de pareja.
  3. Definir objetivos comunes: ante las diferencias, conviene establecer una dirección hacia la que orientarse. De esta manera, cuando aparezcan los conflictos, ambas personas sabrán resolverlos en armonía.
  4. Trabajar en métodos de resolución de conflictos: como en cualquier contexto de relaciones humanas, saber resolver estas diferencias desde una actitud constructiva y resolutiva es imprescindible.
  5. Ajustar las expectativas: las películas románticas han difundido una visión del amor romántico que suele chocar con la realidad. Por eso, es importante visualizar el futuro con esa persona, una vez se la conoce a fondo, y ser realista a la hora de establecer qué se espera de ella. No podemos basar nuestras expectativas en la visión idealizada que tenemos de nuestra pareja ni intentar cambiarla para ajustarla a nuestra idea.
  6. Revisar los propios valores: en ocasiones, que una diferencia sea irreconciliable es una percepción derivada de prejuicios y sesgos que actúan de manera inconsciente sobre la persona. La moral siempre debe estar en constante revisión y, sobre todo, coincidir con la de la pareja, aunque se difiera en aspectos más superficiales.
  7. Detectar comportamientos abusivos e ideas tóxicas: por ejemplo, los celos no son una muestra de amor. Cuando se detecta algún comportamiento de este tipo, una opción adecuada puede ser acudir a un psicólogo de pareja.