Matrimonio imperfecto, vegetarianos y broncas: así fueron los 30 años de amor de Paul y Linda McCartney

Están a punto de cumplirse 25 años de la muerte de Linda Eastman, nombre de soltera de Linda McCartney, mujer de Paul McCartney. Un matrimonio que era idílico, pero que, como en todo lo que parece impoluto, siempre tiene alguna mancha, por pequeña que sea. Sin embargo, su historia es una de las más conocidas y admiradas de toda la historia de la música. Repasamos su historia de amor.

Así se fraguó su amor

Linda era una prestigiosa fotógrafa, divorciada y con una hija cuando conoció al Beatle en un club londinense. Era 1967, pero ella se volvió a Nueva York hasta que, un año después, se volvieron a encontrar allí, en plena Gran Manzana. Paul se volvió a Londres y, nada más llegar, descolgó el teléfono para pedirle que se fuera e instalará allí con él. ¿Su respuesta? “Me lo pensaré”. Aunque no hubo demasiado que meditar porque no tardó mucho que viajar hasta Londres para estar con el cantante.

Así empezó su historia de amor, justo cuando Los Beatles comenzaban a separarse. Solo seis meses después se casaron en Londres, con Linda ya embarazada de Mary, embarazo que intentó disimular con un vestido tipo gabardina, su primer hija en común (más tarde llegarían Stella y James), atendiendo a los medios de comunicación con un gato entre sus brazos para dejar clara una de sus luchas principales: los derechos de los animales, tanta que consiguió que el propio Paul se hiciera vegetariano.

Sin embargo, aquella boda casi no se produce: “Tuvimos una gran pelea la noche antes de la boda y casi la cancelamos. Tuvimos muchos altos y bajos, fueron muy movidos comparados con esa imagen de 25 años de felicidad marital”, llegó a explicar el propio cantante.

El gran apoyo de Paul

Su felicidad se vio tocada por la separación de Los Beatles, sumiendo a Paul McCartney en una depresión en la que Linda se convirtió en su gran apoyo y con la que empezó una nueva vida en la que se dice que solo pasaron una noche separados, aquella en la que arrestaron en el aeropuerto de Japón al cantante por posesión de marihuana, de la que ambos eran consumidores habituales.

Empezaron esa nueva vida en una granja escocesa rodeados de animales. Una etapa que se percibe llena de felicidad, pero sobre la que Paul McCartney decía en 1985 que “la gente tiene la imagen de que todo es maravilloso y de que es el matrimonio perfecto, pero no idílico, tenemos nuestras peleas. Diría que nuestra relación es volátil. No nos aburrimos. Espero que dure para siempre”. Pese a esos momentos de discusiones, esa etapa granjera fue una de las más felices de la pareja en la que facturaron millones de dólares gracias la empresa alimentaria que fundaron.

La enfermedad de Linda

La exposición no siempre fue fácil, sobre todo porque no fueron pocas las ocasiones en las que se cuestionaba que su relación hizo que Linda abandonase su prometedora carrera como fotógrafa. Sin embargo, el verdadero varapalo de la pareja llegó en 1995, cuando supo que padecía cáncer de mama.

La enfermedad terminó expandiéndose hasta el hígado y Linda murió tres años después, el 17 de abril de 1998 en su rancho de Arizona. Paul no se separó de ella durante todo ese tiempo y, justo antes de dormir, el cantante le susurró que estaba “montando en su hermoso caballo, es buen día de primavera, estamos cabalgando por el bosque”, una de las actividades que más le gustaba y hacía feliz a Linda, lo mismo que hizo solo unos días antes de morir.