El grave problema de los celos: "Mi marido va a lograr que nuestra relación se vaya a pique"

  • Los celos representan una señal de alarma que avisa de un peligro real o irreal, generan dolor y malestar emocional y pueden convertirse en algo patológico

  • Expertos y psicólogos recomiendan el acompañamiento profesional para que no condicionen la vida y la relación de pareja

  • Clara sufre los celos de su pareja: "No tengo la culpa de sus miedos, ni puedo cargar con lo que le hayan hecho otras personas"

Hay 11.307 millones de parejas en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) del pasado año, lo que no implica que todo sea color de rosa. La tranquilidad puede verse corrompida en la pareja cuando llegan los celos. Curiosamente, tratándose de una emoción negativa, todavía es frecuente escuchar que si tu pareja no es algo celosa es que no te quiere.

Algunas parejas cuya estabilidad se tambalea por esta cuestión nos cuentan cómo se sienten frente a lo que los expertos identifican como una seña de inseguridad que puede dar paso al control. Seguidamente descubrimos qué hay detrás de estas emociones y cómo tratarlo.

Si la confianza desaparece, ¿qué queda?

El amor apasionado e intenso no dura eternamente. En nuestro país están cada vez mejor vistas las rupturas dejando atrás el temor al qué dirán o los cuchicheos hacia el niño cuyos padres han rehecho su vida sentimental.

Del trabajo sociológico financiado por la Fundación BBVA, 2018, sobre la evolución de la pareja en nuestro país, tan solo el 8% de los españoles de entre 18 y más años referían no haber tenido nunca pareja (Encuesta Social General Española, ESGE, 2018). El 43%, aseguraba no tener pareja por no haber encontrado a la persona correcta.

En el caso de los hombres, el 33% decide compartir la vida con otra pareja; un 27,2% en el caso de las mujeres. Por estar acompañado o no estar solo, se empareja el 13.4% de los hombres y el 7.5% de las mujeres (a partir de la ESGE) (Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS, 2018).

Eduardo, 48 años y Clara, 53 años, pareja desde hace cinco años, resultan un modelo de lo anterior. Ambos están divorciados de relaciones anteriores. Están pasando un mal momento y Clara se plantea dejar la relación. “Cuando conocí a Eduardo me enamoré al instante. Era una persona tremendamente detallista y cariñosa, pero lo que por aquel entonces me pareció bonito creo que ahora es demasiado para mí”, explica esta enfermera.

Como relata la viguesa, Eduardo quiere estar todo el tiempo con ella y cuando eso no puede ser, desconfía de que esté con otro hombre a la vez que teme que lo abandone. “Él no se da cuenta que yo no tengo la culpa de sus miedos. No le doy motivos para que tenga celos, pero sí quiero estar con mis amigos, salir y pasármelo bien sin que él me acompañe todos los días”, asegura.

Pese a que los celos son un sentimiento común y natural, los profesionales apuntan que conviene manejarlos de un modo constructivo. Clara ha dado un ultimátum implicándose en terapia y pidiéndole a su pareja que acuda a un psicólogo para sanar sus inseguridades y heridas del pasado a causa de otras parejas. “No puedo cargar con lo que le hayan hecho otras personas en su vida”, indica.

A Jesús y Javier, empresarios de 56 años, les pasa algo similar. Se casaron muy enamorados hace 10 años. Viven con sus dos perros y trabajan juntos en una cafetería. “Nos llevamos tan bien que hacemos todo juntos, pero desde que hace un año inauguramos la cafetería, discutimos bastante por los celos de Javi”, comparte Jesús.

Este catalán afincado en Galicia se pasa gran parte del día trabajando en la cafetería de cara al público y Javier se encarga de otras gestiones. “Creo que le agobia que esté solo y que la gente me hable y me pregunte cosas de mi vida. Pienso que le genera impotencia no controlar la situación ni poder gritar ‘es mi marido’, aunque, la mayoría de clientes varones ni siquiera son homosexuales”, revela.

Jesús piensa que Javier se ha metido en un bucle sin sentido y que quizás no esté preparado para hacer cosas por su cuenta. “Veo también que tiene celos por mi forma de ser, por lo extrovertido que soy, pero intento ser amable para hacer más clientes, para que digan que doy un buen servicio y eso él no quiere admitirlo”, expresa.

Por su parte, Javier desmiente estar celoso y dice que lo que quiere es que no engañen a su marido porque suele ser muy confiado. “Somos mayorcitos y pienso que si sigo viendo esa faceta de mi marido tendremos que separarnos”, expone Jesús.

Aprender a reconocer y manejar

Laura Portaencasa, psicóloga de MundoPsicólogos, asevera que los celos implican una sensación de amenaza hacia el estado de la relación; también pueden suponer una sensación de humillación, posesividad e inseguridad. “Conviene entenderlos y aprender a gestionarlos”, añade.

Las personas celosas pueden actuar tal que así: “Siento celos cada vez que te pones perfume, así que te pido que dejes de usar perfume para que yo no tenga que sentir celos”. La profesional sostiene que no hay que acceder a ningún tipo de propuesta encaminada a “paliar” los celos injustificados, sobre todo, no acceder a peticiones o consensos que resten libertad y espacio personal.

Cuando sentimos celos, esta emoción activa un discurso que justifica y da veracidad al origen de nuestros celos; en el momento en el que, sin ser objetivos, empezamos a creer que tenemos razón y derecho a imponer cosas o transgredir la libertad del otro 'en nombre de nuestros celos' se inicia el peligro.

“Una pareja puede sentir celos y desear que su mujer no lleve una falda corta porque eso incrementará esa sensación. El problema radica al normalizar y creer que es lícito pedir que la pareja no se ponga la prenda. Nadie tiene derecho a intervenir en la forma de vestir de la pareja y menos para evitar la inestabilidad que eso produce a la persona celosa”, especifica Portaencasa.

Paula Vicent Berlanga, psicóloga sanitaria especializada en autoestima, destaca que, los celos pueden crearse a partir de pequeños detalles a los que se va dando forma en la mente sin tener ningún tipo de pruebas. “El trabajo consistirá en revisar y cuidar las heridas personales y la autoestima, aprender a regular y gestionar las emociones, entre otros puntos. No obstante, si los celos pueden apoyarse en una realidad objetiva, el trabajo será completamente diferente”, señala.

Como explica Vicent, los celos son una señal de alarma que avisa de un peligro real o irreal; son complejos y generan dolor y malestar emocional, frustración, incertidumbre, etc. y pueden provocar diferentes efectos negativos en la persona celosa, en quien se cela y en la relación que ambos mantienen.

La intervención de un experto

Cuando los celos se convierten en algo patológico (no nacen de lo que vemos, sino de lo que imaginamos) Vincent recomienda el acompañamiento profesional para que no condicionen nuestra vida y la calidad de la relación y, además para:

  • Aprender a gestionarlos es aceptar sin vergüenza ni juicio lo que sentimos.
  • Buscar, escuchar y valorar las razones por la que nos sentimos de este modo.
  • Aprender a racionalizar y discernir entre lo real y lo irreal.
  • Cultivar la individualidad.
  • Conectar con nuestra autoestima trabajando en nosotros para querernos de forma saludable.
  • Adquirir pautas en la pareja para aprender a sostener las distintas situaciones y mejorar comunicación.

“Lidiar con una persona que es celosa en exceso es todo un desafío y más si esta parece no ser consciente de las consecuencias negativas que está teniendo su actitud en la relación”, identifica esta experta.

Métodos que auxilien la relación

Según la especialista en autoestima existen varias estrategias que se pueden emplear si la pareja no percibe cómo están afectando sus celos en su relación sentimental:

  • Comunicarse abierta y sinceramente expresando cómo nos estamos sintiendo y buscando soluciones.
  • Negociar y establecer límites sanos de forma asertiva.
  • Trabajar la confianza y el cuidado de la relación.
  • No caer en reproches ni manipulación.
  • Construir una relación con bases sólidas.

 "Si la parte celosa no se muestra dispuesta, no existe obligación alguna de continuar ahí”, concluye la experta.