"Tienes que rehacer tu vida": la odiosa frase cuando alguien se divorcia o enviuda ha cambiado de significado

  • Rosa (51 años), divorciada, disfruta de la relación con sus hijos y de su independencia. Si le preguntan si ha rehecho su vida, responde que sí, pero sin pareja.

  • La doctora Elena Requena nos da algunas pautas para superar el complejo de quedarse sin pareja y encontrar nuestro propio proyecto vital de acuerdo con nuestros deseos y necesidades reales.

La expresión "tienes que rehacer tu vida" es de una de esas cosas que soltamos sin que nos importe sobrepasar los límites de la discreción. Y a buen entendedor, pocas palabras. Rosa, divorciada de 51 años y madre de dos hijos, de 18 y 21 años, sabe a qué se refiere su gente con tal consejo y esta es su respuesta: "Estoy sola y feliz". Además de funcionaria para la Junta de Andalucía, es terapeuta formada en Gestalt, lo que le ha permitido un profundo conocimiento de sí misma para salir adelante después de su divorcio. "Tengo una vida independiente, organizo mi tiempo libre sin depender de otra persona, viajo sola y con apertura. Si quiero entablar amistad con alguien, doy el primer paso y tomo decisiones siguiendo mis gustos".

Así es la vida rehecha de Rosa. "Es agradable sentir la libertad, sobre todo cuando estando en pareja hubo momentos en los que una no se sintió tenida en cuenta". En su defensa de esa nueva versión de vida rehecha que, igual que ella, empiezan a seguir muchos uppers, valora la libertad, la cama sin compartir, equivocarse y rectificar, conocerse a sí misma y saber en qué falló y cómo puede amortiguar el dolor de la pérdida.

Los japoneses aplican a sus emociones una técnica artística perfecta, llamada kintsukuroi, que consiste en reparar cada objeto roto con un barniz de oro, plata y platino y lograr uno nuevo aún más bello. Si fuésemos capaces de aprender este arte, nos olvidaríamos para siempre de la detestable expresión "tienes que rehacer tu vida" cuando la usamos para despreciar la soledad elegida de una persona que enviudó o se separó. El kintsukuroi que sirve para recomponer un corazón roto a partir de las heridas o estragos que ha dejado el desamor. En lugar de tomarlo, nos lanzamos a la búsqueda desesperada y nada saludable de ese clavo que saca otro clavo.

Rosa ha comprobado que, al menos, la idea de no volver a tener una pareja estable está perdiendo el estigma que tenía hace solos unos años. "Quizá porque ahora se vive de otras formas: con redes sociales, con páginas de relaciones y opciones a las que puedes acceder sin que te consideren el rarito". Ella es usuaria habitual de Ourtime y disfruta ilusionándose o enamorándose sin amarrarse, sobre todo si da con una persona espiritual, como ella, con la que pueda compartir temas diferentes. "Me hace sentir viva". No ha renunciado al amor, pero quiere gozarlo sin presión de ningún tipo porque, insiste, su vida hace tiempo que está rehecha.

Enamorarse después de los 50 es una posibilidad tan real como a los 20, pero también lo es recuperar amistades, aficiones e intereses, conocer gente nueva y salir de esa zona de confort que implicaría aferrarse, casi por imposición social, al patrón de pareja tradicional. "Es una cuestión de valentía y seguridad en uno mismo", reitera Rosa.

Su testimonio representa a muchos hombres y mujeres que han desafiado esa idea que, como indica la doctora Elena Requena Buitrago, "nos han inculcado a lo largo de generaciones sobre cómo debemos vivir nuestra vida y qué debe hacernos felices, muchas veces como una única fórmula para conseguir bienestar. Poco a poco vamos saliendo de ese mandato y viviendo nuestra existencia de una forma única. Atendiendo a nuestros deseos y necesidades, que son diferentes en cada individuo".

Médico, sexóloga y asesora de parejas, Requena constata en su consulta cómo muchos hombres y mujeres, por imponerse a sí mismos el encargo de emparejarse, acaban compartiendo sus vidas con personas que realmente no satisfacen sus necesidades. "Esto -dice- es triste y muy grave. Vemos ejemplos muy claros en generaciones anteriores, pero también en generaciones actuales. Por otro lado, si no encontramos pareja, se nos hace sentir que no encajamos en la sociedad o que no somos ciudadanos modelo. No cumplir esos mandatos puede suponer en muchas ocasiones un estigma".

No existe, según explica, una fórmula mágica a seguir después de una ruptura sentimental y legitimar la soltería como una opción tan válida y portadora de felicidad como lo puede ser la vida en pareja. El escenario en el que se produce la separación es, según Requena, decisivo. "No es lo mismo un divorcio amistoso y de mutuo acuerdo, que uno donde ha habido malos tratos o infidelidades, por ejemplo. Cada persona es única y deberá hacer un ejercicio de autorreflexión para conocer qué necesita".

Frente al modelo de pareja imperante, la experta aconseja trazar un proyecto individual a medida, basado en las necesidades y anhelos particulares. "Nosotros como sociedad debemos percibir como aceptables y respetables todas las opciones. Es igual de válido y valioso quien decide estar un tiempo sin pareja, o de forma permanente, que quien comienza con otra persona después de la separación". Su reflexión le lleva a una única conclusión: "Cada uno de nosotros y nosotras tenemos una historia y unas necesidades. Ser honesto con uno mismo en estos momentos es fundamental".