Miedo a dejarle vs miedo a la soledad: radiografía de las parejas tóxicas que duran décadas

  • El testimonio de Pepa y Javier, cinco hijos y 50 años juntos, nos permite entender que no siempre es necesario un maltrato visible para que exista una relación tóxica

  • Hablamos con un psicólogo para entender qué es una pareja tóxica y cuáles son sus dinámicas enquistadas

  • El consejo de estos psicólogos es escucharse atentamente a uno mismo y a las personas que nos quieren para caer en la cuenta de nuestras incoherencias

Si uno estornuda, el otro se suena la nariz. Si uno tiene frío, el otro se pone el abrigo. ¿Romanticismo o tragicomedia? El psicólogo Walter Riso, autor de 'Amar o depender', optaría por esta última opción dada la epidemia de dependencia patológica que padecen muchas parejas, sobre todo a partir de los 60. Y en ella se podrían identificar Pepa y Javier, un matrimonio que se aproxima a sus bodas de oro. Hablamos con ellos para intentar entender por qué una pareja dura años a pesar de no ser felices juntos.

Pepa inicia su conversación con Uppers con cierta guasa, recordando algunos de los diálogos de 'Escenas de matrimonio', la serie que estrenó Telecinco en 2007 donde plantea la vida cotidiana de varias parejas que viven en un mismo edificio. Tomemos el siguiente como ejemplo:

-Avelino: ¿A ti te parece normal que nunca hagamos el amor?

-Pepa: Claro, lo raro sería que lo hiciésemos.

-Avelino: Te advierto que, si no quieres hacer el amor conmigo, puedo pedir la nulidad.

-Pepa: ¡Jajajaja, la nulidad ya la tienes! ¡Búscate por ahí debajo!

En la pantalla, la secuencia da para unas risas. En la vida real, para pocas. Con 71 años, esta empresaria jubilada dice que su matrimonio siempre se identificó con el de Pepa (Marisa Porcel) y Avelino (Pepe Ruiz). Por tocaya, por edad y, sobre todo, por su forma hilarante de amarse. Con discusiones constantes y esas frases llenas de sarcasmo que se prodigaban el uno al otro. "Ahí veías lo que ocurre después de tantos años de convivencia, aburrimiento y exceso de confianza. De la pasión, si algún día la hubo, no queda ni un atisbo".

¿Qué es una relación tóxica?

Del chiste pasa a la amargura de quien se ha acostumbrado al desgaste. Ambos se profesan un amor destructor mutuo. Pepa confiesa que apenas se miran y, cuando lo hacen, acaban discutiendo por cualquier insignificancia. No se llevan bien, pero nunca han tenido la intención de separarse. Y así transcurren los días, sumando años, reproches y gestos que no deberían tolerarse.

"En muchos casos -dice Riso-, pese a lo nocivo de la relación, las personas son incapaces de poner fin. En otros, la dificultad reside en una incompetencia total para resolver la pérdida o el abandono. Por un motivo u otro, permanecen en una relación sin pies ni cabeza. A pesar del deseo persistente de acabar, a pesar del maltrato, siguen invirtiendo una gran cantidad de tiempo y esfuerzo para continuar a cualquier precio".

¿Preparados para la pérdida?

En su opinión, la persona apegada nunca está preparada para la pérdida porque no concibe la vida sin esa fuente de seguridad, aunque, como en el caso de Pepa, ese imaginario amparo venga de un ser irascible, gruñón y colérico. Admite que nunca le ha levantado la mano, pero sí ha soportado muchos desaires, chantajes emocionales, ofensas y golpes muy bajos.

La sensación es que su marido nunca la ha amado y ella se resiste a asumir que el hecho de querer a alguien no es suficiente razón para que ese amor sea recíproco. Está cansada de peleas, pero la relación sigue funcionando a fuerza de rutina y, sobre todo, por miedo a la soledad. Esa tonta ilusión de permanencia es el combustible que explica por qué tantas parejas siguen unidas a pesar de una forma de maltrato difícil de aceptar y de visibilizar.

¿Qué dice la psicología?

El psicólogo Bernardo Stamateas, que investiga desde hace tiempo la toxicidad en el amor, identifica en este tipo de relación uno de los modos de amor dañino. Es el de las parejas que se aferran a la relación por miedo y con el único argumento de qué pasará con su vida sin el otro.

"Se da en personas que necesitan un hombre o una mujer que permanezcan a su lado, aunque no les brinden el trato que se merecen o exista abuso. Quien ama así no se ve capaz, ni cree tener recursos internos para su independencia. Lo que hace es usar al otro de salvavidas".

"Nunca se me ha ocurrido preguntarme qué quiero yo, sino qué quiere él que quiera. Pura cobardía, lo reconozco", corrobora Pepa. "Él siempre se ha mostrado inteligente, resolutivo, equilibrado, buen padre. Sin embargo, siento que a mí me hace pequeña. Alguna vez he pensado en escapar de todo esto, pero inmediatamente dejo correr mis pensamientos. No imagino la vida sola”.

La soledad en pareja

Pepa sigue contando. Su historia es la de otras tantas parejas que nacieron en otro tiempo y les hicieron creer en "de aquí a la eternidad" por encima de todas las cosas. Del sexo, como decía Avelino en la serie televisiva, mejor ni hablamos. "Pudo funcionar algún día. Lo suficiente para traer cinco hijos al mundo. Pura logística", añade tirando de ironía para ilustrar la falta de deseo, muy frecuente en parejas de largo recorrido, tanto en hombres como en mujeres.

La incapacidad de separarse de alguien después de una vida de dura convivencia es una de las circunstancias más comunes que llevan a las parejas a terapia, según el equipo de psicólogos de la aplicación ifeel, además de los celos, los problemas sexuales o la infidelidad. "Asumir que una relación de pareja ha finalizado y que es el momento de que cada uno siga su camino es un proceso difícil y suele provocar un bloqueo importante que acaba empeorándolo todo", dicen.

Falta de decisión mutua

Al prolongar la relación, "la situación se vuelve comatosa, indeterminada, insatisfactoria, pero sin llegar a concluirla definitivamente, impidiendo así que sus miembros puedan abrirse a nuevas posibilidades de bienestar por separado". Detrás de esta falta de decisión para poner el punto y final está el miedo al futuro, a afrontar un desamparo emocional o material, además de una fuerte sensación de melancolía ante la sensación de interrumpir todo lo vivido hasta ahora junto a esa persona.

La de Pepa y Javier es una de esas relaciones de pareja que están pidiendo a gritos un final porque son relaciones tóxicas. "No deben existir -insiste el equipo de ifeel-, deben interrumpirse por la propia salud y seguridad de sus miembros. No es necesario que exista un serio abuso o maltrato de un miembro hacia el otro -o de ambos entre sí-, para considerarse tóxica. Basta con que al menos uno de los dos sepa que la otra persona no le conviene y, a pesar de ser consciente de ello, se sienta incapaz de abandonar la relación".

Atención a las incoherencias

El consejo de estos psicólogos es escucharse atentamente a uno mismo y a las personas que nos quieren para caer en la cuenta de nuestras incoherencias: si nos maltrata es que no nos quiere, si nos maltrata no es buena persona, si no es buena persona no deberíamos querer compartir nuestro tiempo y energía con alguien así.

Son cosas que no pueden suceder a la vez. Evidentemente esto es muy difícil, pero, volviendo a Walter Riso, "depender de la persona a la que se ama es una manera de enterrarse en vida, un acto de mutilación psicológica donde el amor propio, el auto respeto y la esencia de uno mismo son regalados irracionalmente".