La arquitectura española es como un libro abierto; puentes, catedrales, edificios y palacios enseñan la historia que han vivido nuestros antepasados. Una muestra son los pueblos que todavía conservan sus construcciones de la Edad Media, la época más oscura para el pueblo que sin cultura ni educación dependía del clima y estaba sometido a la iglesia y a unos reyes y señores poderosos. En Uppers hemos hecho un recorrido por los 10 pueblos medievales más visitados de España. Todos merecen un buen paseo y unas vacaciones solo para comprobar in situ cómo se vivía entonces y lo afortunados que podemos ser ahora.
La Edad Media o Medievo es un largo período histórico propio de la civilización occidental que comenzó cuando cayó el Imperio romano de Occidente, en el año 476, y al que puso fin la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492. Muchos pueblos españoles conservan sus murallas y las calles tal como eran en la época Medieval, donde las personas estaban condicionadas por la naturaleza, el clima y el sol. Combatían el frío con leña o carbón vegetal y cuando el calor apretaba en verano, donde mejor se estaba era en los castillos, en las iglesias y en las casas si eran de piedra, cuyos gruesos muros protegían del exterior.
La vida en esos pueblos era dura. El trabajo, ya sea artesano, en el campo y con los animales transcurría en función del amanecer y del anochecer. Nadie tenía reloj con lo cual los tiempos los marcaba el sol y las campanas de la iglesia que además de llamar al rezo servían de aviso ante los incendios, las inundaciones o los continuos ataques.
Cuando se recorren las calles empedradas de un pueblo medieval es fácil imaginar cómo las plazas porticadas servían a los vendedores para protegerse de las inclemencias meteorológicas y los pozos eran lugares de encuentro por ser el único sitio donde coger agua para cocinar. En los que conservan su castillo y se puede visitar, el salón suele contar con una gran chimenea como un lugar privilegiado donde protegerse del frío. En otros siguen intactas las mazmorras o la cárcel.
Incluso permanecen los curiosos sistemas de cuerdas y poleas para subir la comida a los vigías apostados en los campanarios. Su trabajo era importantísimo en la época ya que se ocupaban de avisar a los habitantes a toque de campana de que se protegieran porque en el horizonte se veía llegar a los enemigos. Así todos podían correr para protegerse de ellos en el interior de las murallas.
Esta es la lista de los 10 pueblos medievales más visitados de España donde sumergirse en esa larga época de nuestra historia.
En el siglo VIII un grupo de monjes que llevaban las reliquias de una mártir llamada Juliana buscaban un lugar donde asentarse y eligieron este enclave, que estaba a los pies del monte Vispieres y deshabitado. Levantaron una pequeña ermita donde conservar esas reliquias y un monasterio. Después, la zona empezó a repoblarse buscando la protección de esa comunidad y se asentaron agricultores. La villa era conocida como 'Sancta Luliana' hasta que tomó su denominación actual. Hoy es un pueblo precioso y empedrado que presume de grandes casonas con blasones. Además, es paso obligado de los peregrinos que hacen el Camino de Santiago por el norte.
El casco antiguo de Albarracín se ha construido sobre las faldas de una montaña que es rodeada casi en su totalidad por el río Guadalaviar. Un lugar privilegiado por la protección que ofrecían a sus habitantes los caprichos de la naturaleza. El pueblo conserva sus murallas y la Plaza Mayor medieval pero ya mucho antes se asentaron aquí los celtas y los romanos y todavía perviven sus huellas. También fueron muy importantes en la localidad los musulmanes, de donde proviene el nombre, porque primero se hacía llamar Santa María de Oriente.
El pueblo de Ronda es un repaso a la historia del país pues tiene restos arqueológicos fechados en el neolítico, también presume de la huella que los romanos dejaron en sus calles, del periodo islámico del que quedó un importantísimo legado cultural con tradiciones y sistemas de cultivo, gastronomía y su urbanismo. Son imprescindibles el Puente Nuevo, desde el que contemplar unas vistas increíbles, o la Plaza de Toros, una de las más antiguas y mejor conservadas de España construida en el XVIII.
Los árabes conquistaron Peñafiel en el siglo X, pero en el siguiente siglo la recuperaron los cristianos. La localidad se distingue en el horizonte gracias a su castillo, cuya estructura es lineal, y junto a sus muros se reparten las casas de la villa. El castillo lo restauró Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X El Sabio y tuvo que volver a reconstruirse en el siglo XV. En Peñafiel también merecen una visita la Plaza del Coso, la Torre del Reloj, sus iglesias, el Museo Provincial del Vino y sus calles, un vestigio de la arquitectura popular.
Tossa de Mar tiene una peculiaridad que la hace más atractiva aún y es su ubicación desde la que domina el mar. Del castillo queda muy poco, pero sí se conservan las murallas, con siete torres circulares que se elevan en una montaña rocosa desde la que el pueblo se protegía de las incursiones de los barcos. Primero fue un enclave neolítico, después íbero y a continuación romano de lo que quedan restos patrimoniales. También es precioso el tradicional barrio de los pescadores y la antigua Iglesia de San Vicente.
Al norte de la provincia de Ávila está la localidad de Arévalo catalogada como Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico-Artístico. Destaca su castillo con salas decoradas con muebles del siglo XV, sus calles empedradas y en el casco antiguo la porticada Plaza de la Villa, el Monumento a Isabel La Católica, la arquitectura mudéjar castellana o el Museo de Historia.
Este era un lugar de caballeros estratégico donde estaba la frontera de las dos Castillas aunque se cree que se fundó en el año 190 en la época romana. Buitrago de Lozoya fue la residencia del primer Marqués de Santillana y allí también vivían muchos señores importantes que construyeron sus mansiones blasonadas. La muralla está casi intacta y recorre un perímetro aproximado de 800 metros. Se puede ver incluso una de las catapultas que utilizaban para defenderse de las incursiones. Otra de las joyas del pueblo es el acueducto sobre el río Lozoya.
Pals es un conjunto medieval perfectamente conservado muy cerca de la costa lo que aumenta su encanto. El municipio está amurallado, hay varias iglesias románicas y góticas, palacios, calles preciosas y rincones que recrean el Medievo. Entre los siglos XIV y XV una revuelta de campesinos terminó en guerra contra Joan II y el castillo quedó casi destruido. Con sus piedras se levantó la iglesia de Sant Pere y las citadas murallas.
En Olite no hay que perderse el Convento de San Francisco, la Muralla de Olite, la Ronda del Castillo, el Pozo de hielo, la Plaza de Carlos III y el Palacio Real, un auténtico castillo del siglo XV que parece salido de un cuento de príncipes y princesas. Todo empezó en la época romana, cuando en el siglo I se construyó un recinto amurallado del que se conserva el llamado “Cerco de dentro”. En el siglo XII la población creció tanto que se rompieron los límites y la ciudad se extendió con una nueva muralla en el sur.
En Alquézar destaca su característico entramado de calles estrechas típicas de la época medieval, sin embargo, lo que despunta sobre el resto es la Colegiata-Fortaleza de Santa María La Mayor. El lugar además es un impresionante mirador del Cañón del Río Vero.